Contexto Histórico y Social
El primer tercio del siglo XX se caracteriza por sus enormes cambios a nivel político, económico, social y cultural. En el tema político, esta época se encuadra entre las dos grandes guerras mundiales (la I Guerra Mundial, 1914-1918 y la II Guerra Mundial, 1939-1945) y la Revolución rusa (1917), que abrió una alternativa política, el comunismo. La I Guerra Mundial supuso el fin del modelo político y económico del Imperialismo que había dominado Europa durante el siglo XIX y los tratados de paz crearon una reorganización de los Estados europeos.
Tendencias del Teatro Antes de 1936
El género teatral se caracteriza por unas circunstancias particulares ya que, además de literatura, se trata de un espectáculo que requiere de locales específicos para su representación. En el primer tercio del siglo XX, la mayoría de los locales estaban en manos privadas, cuyos empresarios tenían muy en cuenta los gustos del público que acudía a sus salas (en su mayoría, burgués). Por eso, resultaba difícil representar obras que no respondieran a las fórmulas tradicionales que les gustaban. Ante esto, los autores se verán ante un penoso dilema: o claudican ante las condiciones imperantes o se resignan a que su producción quede relegada a la “lectura“ minoritaria.
Así se explica que el género teatral en el primer tercio de siglo se reparta, a grandes rasgos, en dos frentes:
- Un teatro comercial, un teatro que triunfa, continuador, en gran medida, del que imperaba a finales del siglo XIX. En esta línea se sitúa el teatro en verso, el teatro cómico y una comedia burguesa con tolerables atisbos de crítica social con Benavente y sus seguidores.
- Un teatro innovador, ya sea aportando nuevas técnicas, ya sea adoptando nuevos enfoques ideológicos o ambas cosas a la vez. En esta dirección se hallan en una primera generación las experiencias teatrales de algunos noventayochistas o coetáneos, entre ellos destaca Valle-Inclán y sus esperpentos; más tarde, surgen nuevos impulsos renovadores por parte de la generación del 27: en este grupo destaca la obra dramática de Lorca, cima de las inquietudes teatrales del momento.
El Teatro Comercial
Ya se ha señalado que se pueden distinguir tres corrientes principales:
La Comedia Burguesa o “de Salón”
Jacinto Benavente (1866-1954) es la figura más representativa de las posibilidades y limitaciones del momento. Tuvo un comienzo audaz con El nido ajeno (1894), sobre la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa. Los jóvenes inquietos aplauden su carga crítica y, a la vez, lo saludan como un renovador del lenguaje teatral. Sin embargo, la comedia fue un fracaso: tuvo que retirarse del cartel ante la indignación del público. La excepción más notable es Los intereses creados (1907), su obra maestra, que encierra una cínica visión de los ideales burgueses, aunque prudentemente edulcorada.
El Teatro en Verso
Es el denominado “teatro poético” a principios de siglo. Combinaban rasgos de estilo modernista (el verso sonoro, los efectos coloristas…), pero todo ello iba asociado a una ideología tradicionalista (exalta ideales nobiliarios y grandes hechos del pasado). Por tanto, no conllevaba la rebeldía del modernismo. Destacan dos autores: Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina.
El Teatro Cómico
Destacan dos subgéneros teatrales, que alcanzaron éxito de público: la comedia costumbrista y el sainete. Podemos señalar dos autores:
- Los hermanos Álvarez Quintero, quienes llevan a escena una Andalucía tópica y sin más problemas que los sentimentales. Para ellos todo el mundo es bueno y reina la gracia salerosa. Son obras intrascendentes.
- Carlos Arniches: Destacan sus sainetes de ambiente madrileño, interesantes por su habla “castiza”. Una de sus obras más relevantes es lo que denominó “tragedia grotesca”, intento de un género nuevo, La señorita de Trevélez (1916), sobre una sangrante broma de unos señoritos provincianos a una mujer soltera ya entrada en años.
El Teatro Renovador: Valle-Inclán y García Lorca
Respecto al teatro renovador, dos autores destacan por su relevancia: Valle-Inclán y García Lorca.
Valle-Inclán
En su trayectoria dramática se observa una constante voluntad de renovación formal y temática, y una pretensión de romper con el teatro de su época. En sus inicios dramáticos, ya renueva el teatro poético con influencias modernistas y crea dramas decadentistas como El marqués de Bradomín (1906) en el que emplea ya elementos ridiculizadores.
En una segunda etapa dramática realiza los dramas de ambiente galaico, en los que se representa a Galicia mítica como una sociedad arcaica. En esta etapa cabe destacar Comedias bárbaras (1907-1922).
Federico García Lorca
En su primera época, tanteó formas teatrales diferentes, con influencias modernistas con obras como María Pineda (1923), que conecta con el drama histórico en verso.
En una segunda etapa, se encuadran sus “comedias imposibles o misterios”, en los que se muestra su crisis existencial y homosexual tras su viaje a Nueva York. En esta etapa busca un nuevo lenguaje para expresar esa crisis personal, por eso recurre al surrealismo en obras como El público (1930). Sus obras más relevantes son las tragedias rurales: Bodas de sangre (1932), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936); todas se desarrollan en un ambiente rural en el que las fuerzas naturales imponen un destino trágico.