Literatura Española del Siglo XVIII
Neoclasicismo
La literatura del siglo XVIII, siglo de la Ilustración, impulsó los principios del neoclasicismo, con los que se buscaba un modelo estético presidido por la razón, la mejora de las condiciones sociales y la divulgación del conocimiento. El ensayo es el género en prosa que mayor desarrollo tiene en este siglo por su finalidad didáctica, ya que se convierte en el mejor de los instrumentos para la difusión de las nuevas ideas ilustradas de los escritores reformistas.
Los ensayistas más destacados del siglo XVIII son:
- Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811): Dos obras fundamentales en las que se refleja todo su ideario político y reformista son Memorias para el arreglo de la Policía de espectáculos y diversiones públicas y el Informe sobre la Ley Agraria.
- Benito Jerónimo Feijóo: Escribe dos extensas obras: Teatro Crítico Universal y Cartas eruditas y curiosas.
- José Cadalso: Enmarcadas en la prosa de ficción, destacan las Cartas Marruecas, quien además trata temas de carácter general que podrían considerarse auténticos microensayos.
Teatro
El teatro de inicios del siglo hereda las tendencias más grandilocuentes del teatro barroco, especialmente del de Calderón de la Barca. La idea de que el teatro debía tener una intención didáctica hizo que los dramaturgos ilustrados propugnaran el respeto a las tres unidades dramáticas (tiempo, lugar y acción); la separación de elementos trágicos y cómicos; la verosimilitud de los temas tratados en la acción y el decoro en el lenguaje de los personajes.
La tragedia, inspirada en el modelo francés, tuvo como obra más representativa Raquel de Vicente García de la Huerta. El teatro de Leandro Fernández de Moratín se caracterizó por el respeto a los principios neoclásicos. Sus principales obras fueron La comedia nueva o el café y El sí de las niñas, estrenada con gran éxito en 1806 y que plantea el tema de los matrimonios desiguales por razón de la edad.
Literatura Española del Siglo XIX
Romanticismo
Orígenes del Romanticismo
El movimiento romántico, que ya había triunfado en Alemania, Inglaterra y Francia, encuentra en el carácter de los españoles el caldo de cultivo adecuado para desarrollarse en todo su esplendor. Las traducciones de autores románticos habían preparado ya el terreno para que el romanticismo triunfara en nuestro país. La prensa también contribuye a la expansión de las ideas románticas en España.
Es importante recordar que el triunfo del movimiento romántico en nuestro país es muy breve. A partir de los años centrales del siglo, el romanticismo es sustituido por otro movimiento: el realismo. Aunque este movimiento no afecta por igual a todos los autores, presenta una serie de rasgos comunes a todos ellos:
- La característica más destacada es la defensa de la libertad en todos los ámbitos de la vida y también en la creación literaria, es decir, los escritores románticos no siguen las reglas teatrales y poéticas como en el siglo anterior.
- Predomina la imaginación y el sentimiento en contraposición a la razón que dominaba en el período neoclásico.
- Los escritores románticos expresan la predilección por los temas medievales y caballerescos para evadirse de la realidad con subjetivismo, sus propios y arrebatados sentimientos.
- La predilección por temas medievales y caballerescos para evadirse de la realidad y descubren en nuestro país los ideales que defienden.
Poesía Romántica
Es el género más cultivado durante este período, que sirve de reflejo del alma y los sentimientos de los autores románticos. El tema por excelencia es el amoroso, refleja su propio estado de ánimo. Característica del espíritu romántico es su rebeldía contra toda norma y, por supuesto, contra las que rigen la vida social. El ansia de libertad que domina el espíritu romántico se traduce también en el aspecto formal de sus obras.
- José de Espronceda (1808-1842): Defensor de la libertad desde muy joven, tiene que exiliarse cuando contaba apenas 18 años. Aunque se dedicó fundamentalmente a la poesía, también cultivó otros géneros como la novela histórica (Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar) o el teatro (Blanca de Borbón). Su lirismo romántico se percibe también en sus obras mayores: El estudiante de Salamanca (1839) y El diablo mundo (1840). El estilo poético de Espronceda es muy desigual.
- Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870): Nació en Sevilla. Su obra en prosa más importante son las Leyendas (1861-1863), 28 relatos donde se manifiestan los temas más típicos del romanticismo. Pero Bécquer ha destacado sobre todo por sus Rimas, que fueron apareciendo en periódicos y revistas; más tarde, él mismo se encargó de recopilarlas para su publicación. Bécquer nos habla siempre del amor, del desengaño, de la muerte.
- Rosalía de Castro (1837-1885): Llevó una existencia afligida y solitaria, o acompañada de un profundo sentimiento de desarraigo durante los años que vivió fuera de su tierra. Añorando su tierra natal, escribió en gallego Cantares gallegos (1863) y Follas novas (1880), obra en la que aparecen sentimientos de dolor y pesimismo. En 1884 escribió en castellano En las orillas del Sar (1884). Su obra poética tiene un intenso contenido intimista.
Teatro Romántico
Continúan representándose con gran éxito las obras del teatro barroco. Por eso quieren plasmar en sus obras los modelos de los franceses Víctor Hugo (1802-1885), Alejandro Dumas (1802-1870) o Alfredo de Vigny (1797-1863). En nuestro país, el triunfo del teatro romántico se produce en el año 1835 con la obra Don Álvaro o la fuerza del sino.
Características del teatro romántico:
- Ruptura de las rígidas normas que regían el teatro neoclásico.
- En cuanto a los temas, prefieren los legendarios o históricos en los que el amor, el destino fatal, etc., tienen un importante papel.
- La estructura teatral también es más complicada; se rompe lógicamente con la regla de las tres unidades (tiempo, lugar y acción).
- Los protagonistas son personajes misteriosos, rebeldes, cuyo destino fatal marca sus vidas.
- Los escenarios se adaptan a la nueva estética y predominan escenas nocturnas, desafíos, etc.
- Ángel de Saavedra, Duque de Rivas: Sus primeras obras, tanto políticas como dramáticas, están muy influidas por el neoclasicismo aún imperante a comienzos del siglo. Su primera obra de carácter romántico está escrita entre 1830 y 1833, que continúa con la leyenda de los siete infantes de Lara: El Moro Expósito o Córdoba y Burgos en el siglo X. Poco después, en 1835, se estrena su drama Don Álvaro o la fuerza del sino.
- José Zorrilla: Fue un escritor muy prolífico; escribió gran cantidad de poemas líricos, aunque sus mejores composiciones son sus poemas narrativos, como los que llevaron por título A buen juez, mejor testigo y Margarita la tornera. Como dramaturgo, escribió El puñal del godo (1843), sobre el rey don Rodrigo; El rey loco (1847), etc. Pero su obra más representativa es Don Juan Tenorio (1844), cuyo tema ya había sido desarrollado por Tirso de Molina. Sin embargo, el tratamiento del personaje y, sobre todo, la salvación final de Don Juan sí son nuevos y responden al ideario romántico.
Prosa Romántica: Los Cuadros de Costumbres
Textos descriptivos breves, a veces de carácter satírico, plasman por escrito costumbres populares del momento y del lugar.
- Ramón de Mesonero Romanos: Gran investigador que fundó y dirigió el semanario Pintoresco Español, en el que publicaba artículos costumbristas, recogidos en Panorama Matritense (1835) y Escenas Matritenses (1842).
- Mariano José de Larra: No se limitó a retratar las costumbres españolas, sino que, con la punzante ironía que lo caracterizaba, satirizó ferozmente algunos de los más graves defectos de su época. Escribió más de 200 artículos que firmaba con diferentes pseudónimos: Fígaro, El Pobrecito Hablador, Andrés Niporesas, que versaban sobre diferentes temas: política, costumbres, etc. Larra escribió un drama histórico, Macías (1834), y una novela histórica, El doncel de don Enrique el Doliente (1834).
Novela Histórica Romántica
La novela histórica fue un subgénero característico del movimiento romántico fuera de España. Su iniciador fue el escocés Walter Scott. El autor español más representativo de este subgénero es el leonés Enrique Gil y Carrasco (1815-1846), autor de El Señor de Bembibre (1844).
Realismo
Características del Realismo
En lugar de otro tipo de obras literarias, como las líricas, los burgueses prefieren las obras narrativas, más acordes con su espíritu práctico y positivo, aunque también les gusta, en menor medida, el teatro. Los autores de la época pretenden representar a la sociedad tal como es.
Las principales características del realismo español son:
- Los temas que tratan las novelas, los cuentos y las obras teatrales del realismo son muy variados y no suelen alejarse de las inquietudes del momento.
- Las acciones se sitúan en los ambientes de los adinerados burgueses y en los bajos fondos urbanos.
- Las técnicas literarias, especialmente las narrativas, son acordes con los temas tratados. Interesa sobre todo la descripción minuciosa y exacta de las situaciones y de los personajes.
- El lenguaje es mucho más llano que el utilizado en la literatura romántica.
Debemos recordar que en la literatura española ha habido siempre grandes dosis de realismo. Durante el Renacimiento, comienza en nuestro país un género literario original que fue la sorpresa de Europa: la novela picaresca.
Naturalismo
Características del Naturalismo
A partir de la década de 1870, el realismo cede su lugar al naturalismo, cuyo intento es convertir a la literatura en una ciencia. Este movimiento literario surgió en Francia, gracias a la obra de Émile Zola. Después se extendió por toda Europa y llegó a España en 1880.
Para los autores naturalistas, la literatura no debía limitarse a observar, sino que también debía interpretar los hechos e incluso proponer soluciones para remediar los problemas descritos.
- Debía presentar el origen de los problemas descritos, que a menudo son de dos tipos: la herencia física y psíquica negativa y el medio ambiente desfavorable (la pobreza, la ignorancia, etc.).
- Podía describir el remedio de estas graves situaciones: la vida en ambientes saludables, la educación, etc.
Primeras Manifestaciones de la Literatura Realista: El Costumbrismo
La primera novela realista publicada en España durante el siglo XIX, La Gaviota, fue escrita por Cecilia Böhl, que para publicar sus libros utilizó el seudónimo masculino Fernán Caballero. En todas sus obras está presente una técnica muy especial, el costumbrismo, que comenzó durante el período romántico y consiste en la presentación de los modos de vida, de los paisajes y de los personajes característicos de las distintas capas sociales para construir la obra literaria. Si bien durante el romanticismo se cultiva el cuadro de costumbres, es en la segunda mitad del siglo XIX cuando aparece ya como parte integrante de las novelas realistas.
Novela Popular
En los años centrales del siglo XIX surgen tendencias narrativas derivadas también de los modelos extranjeros. Se trata sobre todo de la novela sentimental. El seguidor más afortunado de esta tendencia fue Wenceslao Ayguals de Izco, autor de novelas de denuncia social. De la unión de este género y los argumentos históricos de la novela romántica surgen unos formatos narrativos muy peculiares que se caracterizan por su carácter también popular, por el medio de difundirse y llegar a los lectores:
- El folletín: se publicaba en la parte inferior de la hoja de algún periódico; se recortaba y se coleccionaba hasta construir una obra completa.
- Las entregas: cuadernillos que se vendían directamente al lector.
Los Novelistas del Realismo
Muchos novelistas del momento escriben sus obras enfocando la realidad desde su propia perspectiva ideológica y moral, lo que en algunas ocasiones lleva a la novela de tesis, en la que se defiende una determinada posición política.
- Juan Valera (1824-1905): Fue un hombre de gran brillo social. El costumbrismo andaluz es parte inseparable de su obra, que empezó a publicar con Pepita Jiménez. Su última obra, Morsamor, propone el olvido de los tradicionalistas delirios de grandeza del pueblo español. Fue uno de los más fecundos autores de cartas de toda nuestra historia; su prosa ha resistido con gran facilidad el paso del tiempo.
- Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891): Fue deudor del romanticismo literario, como lo demuestra su primera novela, El final de Norma. Más tarde derivó hacia la llamada novela de tesis, que se manifiesta en El escándalo. La principal aportación del novelista granadino al realismo narrativo del siglo XIX está en sus novelas cortas: El capitán Veneno y El sombrero de tres picos.
- José María de Pereda (1833-1906): Sus comienzos están ligados al costumbrismo. Fue autor de inolvidables cuadros de costumbres sobre la región cántabra, con los que el género adquiere una gran ligereza narrativa: Escenas montañesas, tipos y paisajes. En sus novelas se mantiene como defensor de las tesis conservadoras y de la mediocridad y el apoliticismo provincianos. El Pereda más característico se nos muestra en las novelas ambientadas en su región de origen: Sotileza, Peñas arriba y Pachín González.
- Benito Pérez Galdós (1843-1920): Es el más conocido escritor del movimiento realista español. A través de sus Episodios Nacionales, larga serie de más de 40 novelas sobre la historia de España en el siglo XIX, su producción novelística pasa por distintas épocas: novelas de la primera época (Doña Perfecta, etc.); novelas españolas contemporáneas (Tormento, en la que Galdós elabora un retrato de la sociedad madrileña en la que vivió); etapa de realismo total, no sujeto a ninguna escuela literaria (Fortunata y Jacinta); período espiritualista (Tristana) y etapa fantástica (El caballero encantado).
- Armando Palacio Valdés (1853-1938): El señorito Octavio, su primera narración publicada, fue considerada en aquel momento como claro representante del naturalismo a la española. El ambiente de su Asturias es relevante en algunas de sus novelas más conocidas: José. Más adelante deriva hacia las novelas de un sentimentalismo intrascendente que, en muchos aspectos, podrían situarse entre los representantes de lo que después se llamó novela rosa.
- Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928): Comenzó su carrera de escritor con una serie de novelas y cuentos que tienen como protagonista fundamental su tierra valenciana: Cañas y barro, Arroz y tartana o La barraca. En todas ellas resulta bien patente la influencia del naturalismo. Su narrativa tomó otros derroteros. Algunas de sus obras obtuvieron gran popularidad fuera de nuestras fronteras, de tal manera que se convirtió en el novelista español más conocido fuera de España.
El Cuento Realista y Naturalista
Casi todos los autores de la segunda mitad del siglo XIX, que fueron principalmente autores de novelas extensas, escribieron también cuentos literarios.
- Pedro Antonio de Alarcón: Historietas nacionales.
- Benito Pérez Galdós también escribió algunos cuentos, aunque su aportación a este género no fue importante.
- Juan Valera: El pájaro verde.
- Emilia Pardo Bazán: Cuentos gallegos.
- Leopoldo Alas «Clarín»: Cambio de luz, ¡Adiós, Cordera!, Pipá o El sombrero del señor cura.