Como agua para chocolate: Una historia de amor y cocina

Como agua para chocolate

Capítulo IV.- Abril. Guajolote con almendra y ajonjolí.

Tita se dispuso a preparar el mole para el bautizo de su sobrino Roberto. Cuando estaba en el metate moliendo los chiles, entró Pedro y, al verla en esa posición con los senos a la vista, sus cuerpos estuvieron a punto de fundirse si no es por Chencha que llegaba del mercado. Lo que pasó en ese momento le sirvió a Tita para darse cuenta de lo que Pedro sentía por ella, ya que hacía mucho tiempo que no halagaba sus platillos, que era la forma como ellos tenían contacto. Pero Mamá Elena le había pedido a Pedro que no elogiara la comida de Tita ya que Rosaura se sentía mal después de quedar gorda por el embarazo. A Tita, todo ese sentimiento de odio que sentía se le olvidó en cuanto nació Roberto, una mañana de marzo, cuando Tita le daba a Nicolás una maleta de ropa de Gertrudis para que se la llevara, ya que iba a salir. Cuando oyó a Pedro gritar que iba por el Dr. Brown, Tita subió y estuvo con su hermana esperando que no fuera por largo tiempo, pero no sería así, ya que tuvo que atender el parto siguiendo los consejos de Nacha. Cuando llegó su mamá con Chencha, se asombraron del trabajo tan profesional que había realizado. Pedro llegó hasta el día siguiente con el doctor, ya que los federales lo habían agarrado injustamente. El mismo doctor se admiró, ya que Rosaura había tenido un ataque de eclampsia y estuvo a punto de morir. El doctor no sabía si estaba impresionado por el trabajo o por la belleza de Tita, ya que desde hacía 5 años que había enviudado no se había fijado en otra mujer. Debido a su situación, Rosaura no podía amamantar al bebé, así que una parienta de Nacha fue su nodriza, pero solo por un mes, ya que una bala perdida la mató. Al ver al niño desesperado por el hambre, Tita se desabrochó la blusa y, por increíble que parezca, salió leche de su pecho virgen. En ese momento entró Pedro y, más que sorprendido, estaba feliz; los dos sintieron su amor culminado al ver al bebé. En ese momento entró Mamá Elena y mandó a Pedro a que llevara al bebé con su madre y, desde ese momento, Tita se encargó de alimentar a Roberto. Pedro la ayudó para que nadie se diera cuenta de cómo lo hacía ella. En el bautizo, Tita tomó el papel de Rosaura, ya que ella seguía todavía delicada. Tita se sentía feliz, ya que ese bebé la unió más a Pedro. El Dr. Brown la miraba embelesado. Ella se sentía tan contenta que por un momento se le olvidó que su madre la observaba. Mamá Elena, al ver las miradas tan lujuriosas que se daban Pedro y Tita, decidió que se fueran a vivir a San Antonio, Texas, con el pretexto de que si Rosaura se sentía mal no habría un doctor. Mientras Doña Elena lo comentaba con el cura, Tita escuchó y sufrió mucho.

Capítulo V.- Mayo. Chorizo Norteño.

A la partida de Pedro, Rosaura y el bebé, Tita se había puesto de un ánimo muy malo. A Chencha le preocupaba que Doña María Elena se fuera a dar cuenta de su tristeza y de que ya no quería preparar el chorizo. De pronto, llegó Rosalío para avisarle que una tropa se dirigía al rancho. Mamá Elena escondió todas las cosas de valor y metió a Tita y a Chencha en el sótano. Entonces, junto con sus dos peones, Rosalío y Guadalupe, enfrentaron la tropa diciéndoles que podían tomar todo lo del granero y los corrales, pero que a su casa no entrarían. Al ver su seguridad, el capitán ordenó que no tomaran nada. Mamá Elena se asombró de su comportamiento, sin imaginarse que era quien se había llevado a Gertrudis, Juan Alejandrez. Al preguntarle si tenía 3 hijas, ella respondió que la mayor y la menor estaban en E.U.A. y la de en medio había muerto. Tita se sorprendió de que los revolucionarios no le habían hecho nada a su madre; sin embargo, en su corazón deseaba que la mataran. Al volver a la normalidad, Tita y Chencha siguieron preparando el chorizo. En eso entró Doña Elena reclamándole a Tita que su baño semanal no estuviera listo, ya que era todo un ritual, y para acabarla, a Tita le salió mal todo el ritual. En aquel momento, entró Chencha para informarles que el bebé de Rosaura había muerto. Mamá Elena le ordenó a Tita que siguiera con el chorizo, pero Tita se opuso, se puso como loca diciéndole a su madre que había sido su culpa. Su mamá tomó una cuchara de madera y la golpeó en la cara, lo que hizo que le sangrara la nariz. Se fue al palomar. Su mamá ordenó que quitaran la escalera para que no pudiera bajar; llamó al Dr. Brown y le pidió que se la llevara a un manicomio. Cuando llegó el doctor, la encontró desnuda y con la nariz sangrando. Después de unas horas de platicar con ella, bajó y se la llevó.

Capítulo VI.- Junio. Masa para hacer fósforos.

El doctor no la llevó a un manicomio, la llevó a su casa, la cuidó, la alimentó y la bañó. Durante los primeros días, Tita no hablaba ni siquiera para comer, parecía perdida, veía sus manos y pensaba qué hacer con ellas, porque en casa de su madre sus ocupaciones estaban destinadas, así que decidió volar, se concentró de tal modo que salía humo, ella creía que de sus manos, pero provenía de un cuarto al fondo del patio donde encontró a una señora muy parecida a Nacha, la cual le dio una taza de té. Poco a poco, en lugar de ella estaba el Dr. Brown y, en lugar del lugar donde estaba hirviendo el té, se encontraba un laboratorio donde estudiaba las propiedades de las plantas que había aprendido de su abuela, una india kikapú. Su abuelo se la había robado, la familia no la quería hasta que le salvó la vida a su suegro y fue así el doctor de la familia. Su abuela tenía una teoría: que todos nacemos con una caja de fósforos en nuestro interior, pero necesitamos oxígeno y una vela para prenderlos; en este caso, el oxígeno es el aliento de la persona amada y la vela puede ser música, una caricia, una palabra… cada uno tiene un detonador y debemos encontrarlos, porque si no, esa caja se puede humedecer y jamás prenderán. Tita pensó que la suya tenía moho y se estaba humedeciendo. El doctor parecía haberle leído el pensamiento y dijo: «Por eso hay que permanecer lejos de las personas que tienen aliento gélido, su sola presencia podía apagar el fuego interior, pero también una emoción muy fuerte podía prender todos de un chispazo y así terminar con la vida de dicho ser humano». Le dio un fósforo y le escribió una pregunta: «¿Por qué no habla?». Ella respondió: «Porque no quiero». Él se puso feliz de ver que había dado su primer signo de libertad.

Capítulo VII.- Julio. Caldo de colita de res.

Chencha fue a visitar a Tita y le llevó un caldo de colita de res, porque siempre habían pensado que los caldos podían aliviar el corazón o cualquier enfermedad. Cuando dio el primer bocado, sintió que Nacha la acariciaba; mientras comía, recordaba todo lo bonito que había pasado con Nacha, lloró y lloró hasta formar un río que hizo subir al doctor a ver qué pasaba. Bendijo a Chencha y a su caldo. Cuando estaba a punto de salir, Tita rompió ese silencio que mantuvo por meses pidiéndole que no se fuera. Chencha le dio a Tita una carta de Gertrudis donde decía que trabajaba en un burdel porque no saciaba su fuego interior. El señor que la recogió la tarde que se fue de su casa la había abandonado, ya que casi lo mata. Tita le pidió a Chencha que le hiciera saber a su mamá que nunca regresaría al rancho. En el camino, Chencha trataba de inventar algo para comunicarle la noticia. Cuando llegó al rancho, se metieron unos bandoleros, violaron a Chencha y a mamá Elena le dieron un golpe que le provocó una paraplejia que le inmovilizó de la cintura para abajo. Su actitud cambió con Tita, pero pensaba que Tita y el doctor la envenenarían, por lo que pidió que Chencha le cocinara los alimentos. Un día no aguantó y le pidió a Tita que la dejara irse, ella accedió; ninguna cocinera duró mucho, por lo que tuvo que comerse lo que le cocinara Tita, pero antes se tomaba un vaso de leche tibia, un vaso de vino de ipecacuana y otro de cebolla albarrana, lo que le provocó la muerte un mes más tarde. Cuando Tita preparaba a su mamá, encontró dentro de un dije una llave, recordó que su madre tenía un cofre, lo abrió y descubrió el gran secreto de su mamá: que Gertrudis era hija del amor de su vida, que se iba a fugar con él, pero vio cómo lo mataban y no tuvo más remedio que quedarse con el papá de Tita. En el entierro, Tita lloró mucho al saber que su mamá también había tenido un amor frustrado. Llegaron Pedro y Rosaura, quien estaba embarazada. Tita y John regresaron al rancho, mientras que Pedro se decía a sí mismo que nadie le iba a quitar a Tita y menos ahora que ya no existía el impedimento para su unión.

Capítulo VIII.- Agosto. Champandongo.

Rosaura dio a luz a su hija antes de tiempo, igual que Tita, debido al impacto de la muerte de Doña Elena. Pedro quería que le pusieran Tita Josefita, que era como se llamaba Tita. Al saber las intenciones de Rosaura de seguir la tradición, ella se negó, como también se negó a ser nodriza como con Roberto, así que se hizo cargo de ella, pero esta vez con atoles y té, así que a la niña le pusieron por nombre Esperanza. Rosaura empezó a sentir que Tita le estaba robando el amor de su hija, por lo que le pidió que le diera a la niña, pero esta no quería estar con su madre, ya que se había acostumbrado a los olores de la cocina, por lo cual tuvieron que instalarle una cocina provisional en el cuarto de Rosaura. El día en que Tita preparaba todo para que John pidiera su mano, la niña presentía que se iba a ir, por lo que no dejaba de llorar. Tita subía y bajaba con la olla para que la niña la oliera; en una de esas, la niña dejó de llorar y la olla del mole para el champandongo se le cayó. Ella se sentó en las escaleras a ver sus 4 horas de trabajo desperdiciado, cuando llegó Pedro a pedirle que no se casara, ella le replicó que no se había metido cuando decidió casarse con su hermana y se marchó furiosa a la cocina. El doctor estaba en el rancho con su hijo Alex, que al ver a Esperanza en su cuna exclamó que se quería casar con ella. Rosaura trató de explicarle que no podía casarse por una tradición. Tita enfureció y, si no es porque Chencha llegó casada (con su trauma superado, su esposo se llamaba Jesús Martínez), Tita le contó que John iba a pedir su mano esa noche; Chencha le aconsejó que se arreglara y ella prepararía la cena. Tita se dio un baño de agua fría, pero le extrañó que empezó a salir caliente; al abrir los ojos, vio que Pedro la estaba observando. Ella salió corriendo medio vestida del baño. Más tarde, Chencha le informó que John había llegado. Al entrar a la sala, John le entregó el anillo de brillantes. Pedro, por ser el hombre de la casa, dio su aprobación y entonces cenaron. Cuando John se fue, le pidió que la boda se retrazara unos días más para que fuera a E.U.A. a buscar a su única tía; ella accedió. Esa misma noche, cuando fue a guardar los trastes al cuarto donde se guardaban, sintió una presencia, volteó y era Pedro, quien la aventó a la cama y le robó su virginidad.

Capítulo IX.- Septiembre. Chocolate y rosca de Reyes.

Tita preparaba las tablillas de chocolate mientras añoraba cuando era niña y ella y sus hermanas disfrutaban de la rosca que hacía Nacha junto a sus padres. Pensaba el cómo decirle a Pedro sus sospechas de estar embarazada, extrañaba a Gertrudis y, por un momento, llegó a extrañar a su madre. Tita preparaba la masa para la rosca cuando llegó Rosaura para pedirle que le ayudara a seguir la dieta que le había dado el Dr. Brown para su problema digestivo. Le explicó que anteriormente no lo había hecho por celos, pero como ahora la veía tan enamorada de John, pensó que era absurdo; le pidió, con lágrimas en los ojos, que la ayudara a reconquistar a su marido. Tita, por un momento, sufrió por su hermana, pero cuando recordó cómo sería el destino de Esperanza, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no explotar y lo único que pudo hacer fue prometerle que le ayudaría a adelgazar y que masticara menta para el mal aliento. Al quedarse sola, pensó en lo que le diría al hombre que lo único que había hecho era protegerla. Se sentía tan mal que se imaginó ver a Mamá Elena en la ventana reprochándole, insultándola, maldiciéndola y menospreciándola. En eso entró Chencha y la visión desapareció. Afortunadamente, Tita no estaba embarazada, solo tenía un retrazo. Con el pretexto de que alguien le ayudara con la rosca, le pidió a Pedro que lo hiciera y le pidió que se vieran en el mismo lugar de la otra noche. Tita volvió a tener alucinaciones, pero esta vez el perro ahuyentó a Doña Elena. Se escucharon caballos y, cuando salieron, vieron a Gertrudis vestida de revolucionaria, ya que se había vuelto generala y se lo iba a decir a su madre, sin saber que estaba muerta. Iba con su esposo Juan, el mismo con el que había huido. Después de cenar, se pusieron a bailar, mientras Rosaura y Tita discutían de dónde había sacado ese ritmo. Tita lo sabía y pensaba que se llevaría ese secreto a la tumba, pero no fue así, ya que al año siguiente Gertrudis tuvo un hijo mulato y su esposo la iba a dejar porque pensaba que había vuelto a la vida de antes. Tita tuvo que sacar las cartas de su madre y contar la verdad para probar la inocencia de su hermana. Tita estaba feliz, ya que tendría con quién platicar y contarle todo lo que tenía, pero Chencha estaba muy disgustada al tener que atender a toda la tropa de Gertrudis.

Capítulo X.- Octubre. Torrejas de nata.

Tita preparaba el postre favorito de Gertrudis y, mientras estaban en la cocina, platicaban de lo que había pasado en sus vidas. Gertrudis notó a Tita preocupada; Tita le confesó que estaba embarazada (ya que eso creía). Su hermana le dijo que no se preocupara, ya que ahora que su mamá ya estaba muerta podía rehacer su relación con Pedro; en ese momento, entró Pedro a la cocina y Gertrudis, a propósito, le dijo que debía decirle a Pedro lo del hijo que esperaba. Gertrudis siguió preparando las torrejas mientras Pedro y Tita daban un paseo. Como a su hermana no se le daba mucho eso de la cocina, llamó al sargento Treviño, quien siempre había estado enamorado de ella, y le ordenó que preparara el almíbar; él lo hizo tan bien que hasta Tita lo felicitó. La tropa preparó un baile para despedirse del rancho, al cual Tita no asistió. Se preocupó al ver que Pedro le estaba cantando una canción de amor; entonces se le volvió a aparecer su madre insultándola y gritándole, pero Tita ya no se dejó y le gritó en su cara «¡de su hija ilegítima!»; entonces desapareció y nunca más volvió. Conforme Tita vio desvanecer a su madre, sus dolores del vientre y senos desaparecieron, dando paso a su menstruación. En aquel momento, Pedro se quemó la cara y cuerpo con un quinqué. Rosaura salió para ayudarlo, pero él solo le gritaba a Tita que no lo dejara. Rosaura comprendió que ahí sobraba y se encerró en su recamara por una semana. Tita se dedicó a cuidar a Pedro toda la noche con remedios caseros que no aliviaban el dolor. De pronto, escuchó a Nacha y Luz del amanecer (abuela de John) diciéndole que le pusiera tepezcohuite. Mandó a Nicolás a traerla y esto ayudó a Pedro. En el momento en que se iba Gertrudis, llegó John y, al abrazar y besar a Tita, se dio cuenta de que algo había cambiado dentro de ella.

Capítulo XI.- Noviembre. Frijoles gordos con chile a la tezcucana.

Tita se levantó temprano para preparar la comida que les daría a John y a su tía, que acababa de llegar de Pennsylvania, ya que era lo único que podía darles cuando le diera la noticia a John de que ya no se podía casar con él. Fue a darle de desayunar a Pedro, pero él la insultó y le exigió que no se casara con el doctor por el hijo que esperaba, a lo que Tita le respondió que a él no le importaba, ya que no estaba embarazada. En ese momento llegó Rosaura y les empezó a reclamar su actitud. Tita le dijo que no permitiría que le hicieran lo mismo a Esperanza, por lo que Rosaura le prohibió que volviera a acercarse a su hija. Mientras le daba de comer a las gallinas, notó que unas de ellas empezaban a pelear entre sí. Cuando fue a revisar los frijoles, todavía no se cocían; recordó que Nacha le había contado que si los frijoles presenciaban una pelea como la de ellas, no se cocían. Tita cerró los ojos, cantó una canción de amor y recordó cuando estuvo por primera vez a solas con Pedro en el cuarto oscuro. Abrió los ojos y los frijoles ya estaban cocidos. Al llegar John con su tía, Tita estaba de lo más bella. Al pasar al comedor, la tía del doctor estaba tan fascinada con la comida (aparte de estar medio sorda), por lo que no escuchó cuando Tita le confesó al doctor que no se podía casar con él, ya que no era virgen porque había tenido relaciones con el amor de su vida. John le dijo que eso a él no le importaba, ya que si lo esencial en su forma de ser no había cambiado, él se quería casar con ella todavía, y si Tita aún no quería casarse con él, sería el primero en exigirle a Pedro que le diera el lugar que le correspondía. Tita se lo agradeció mucho.

Capítulo XII.- Diciembre. Chiles en nogada.

Mientras Tita y Chencha preparaban los chiles en nogada para la boda de Esperanza y Alex, el hijo del Dr. Brown, ellas recordaban que un año antes había muerto Rosaura gracias a una congestión estomacal aguda. Su funeral fue muy poco concurrido, ya que despedía un olor tan fuerte que ahuyentaba a la gente. Terminaron los chiles y los pusieron en unas bellas charolas para el día siguiente. La llegada de Gertrudis fue espectacular, ya que llegó en un coupé Ford T de los primeros con velocidades. Iba con su esposo Juan, Lucía, su hija, y su hijo, un negro de facciones finas y ojos azul agua, herencia de su abuela Elena; el sargento Treviño, que después de la revolución se convirtió en guardaespaldas de Gertrudis. Cuando la orquesta empezó a tocar el vals “Ojos de Juventud”, ellos comenzaron a bailar y Pedro le propuso matrimonio a Tita, la cual había respetado el pacto que había hecho con su hermana: 20 años de respetar las apariencias, que nadie se enterara de sus amoríos, que Tita no tuviera un hijo ilícito, Tita se encargaría de la alimentación de Esperanza y Rosaura de su educación. Rosaura estaba obligada a tener una relación amistosa, y sin celos, con ellos. Tita no estaba de acuerdo con la educación de Esperanza, ya que quería que estudiara, lo contrario de su madre, pero por fin la convencieron de hacerlo. Tita rompió el pacto en cuanto supo que Esperanza y Alex se querían casar, ya que no estaba dispuesta a que pasara por lo mismo que ella. A Rosaura no le sirvió de nada interponerse, ya que a los tres días se murió y al año siguiente se casarían. Los chiles en nogada le habían quedado a Tita como nunca y todos los invitados tuvieron que retirarse, ya que todos sintieron lo que alguna vez sintió Gertrudis con las codornices. En un momento se quedaron solos Pedro y Tita. Pedro la tomó en sus brazos y la llevó al cuarto oscuro, que en ese momento tenía cirios encendidos, una alfombra de pétalos de rosas y sábanas de seda; cada uno pensó que el otro lo había preparado. Fueron entonces prisioneros de su pasión. En un momento, Tita se dio cuenta de que Pedro se había muerto a causa de un infarto. Entonces ella empezó a comerse uno a uno los cerillos que un día le había dado el Dr. Brown, provocando así su muerte junto al amor de su vida. El rancho completo se incendió. Cuando Esperanza volvió, solo encontró cenizas y un libro de cocina que narra, en cada una de sus recetas, esta historia de amor enterrada. Dicen que, bajo las cenizas, floreció todo tipo de vida, convirtiéndose en uno de los terrenos más fértiles de Piedras Negras.

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