La poesía de los años 40
Durante la primera década de posguerra, la poesía destaca por su diversidad artística, especialmente después de los primeros y duros años.
Poesía arraigada
Los poemas de esta época muestran un tono belicista y panfletario, exaltando a los vencedores y denigrando a los perdedores. Dos revistas importantes son Escorial (con poetas falangistas como Dionisio Ridruejo, Luis Felipe Vivanco y Luis Rosales) y Garcilaso (promovida por José García Nieto, con una gama más amplia de colaboradores). Ambas revistas promueven una poesía de métricas clásicas y temas tradicionales, con una visión optimista del mundo que excluye la realidad del momento.
Algunos poetas destacados son:
- Felipe Vivanco: Continuación de la vida, El descampado.
- Leopoldo Panero: Canto personal.
- Luis Rosales: Abril, La casa encendida.
- Dionisio Ridruejo: Poesía en armas, Sonetos a la piedra, En la soledad del tiempo.
- José García Nieto: Geografía es amor, La hora undécima.
También destacan otros poetas como José María Valverde, Rafael Morales, Carlos Bousoño, José Luis Cano y José Luis Hidalgo.
Poesía desarraigada
En 1944 se producen tres importantes hitos poéticos: la publicación de obras de Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso, y la aparición de la revista Espadaña en León.
Dámaso Alonso (1898-1990), miembro de la Generación del 27, publica Hijos de la ira, un poemario que rompe con el formalismo clasicista de la época. Escrito en versos de ritmo obsesivo, expresa una visión angustiada de la realidad con ecos de la Guerra Civil.
La revista Espadaña propone una poesía antiformalista, alejada del retoricismo, que exprese problemas y circunstancias vitales reales. Destacan Victoriano Crémer y Eugenio G. de Nora.
Dentro de la poesía desarraigada destacan:
- Miguel Hernández
- Ángela Figuera Aymerich
- Pedro García Cabrera
- Ildefonso-Manuel Gil
- Ramón de Garciasol
- Leopoldo de Luis
- Gabriel Celaya
- Blas de Otero
- José Hierro
Otras tendencias
En 1947 se funda la revista Cántico en Córdoba, con poetas que cultivan una poesía intimista, de aliento romántico y notable riqueza expresiva, como Pablo García Baena, Juan Bernier, Ricardo Molina y Julio Aumente.
El Postismo, revista fundada por Carlos Edmundo de Ory en 1945, reivindica la libertad creadora y el espíritu lúdico e imaginativo de las vanguardias. Otros poetas vinculados al Postismo son Ángel Crespo y Juan Eduardo Cirlot. Miguel Labordeta, a su modo, entronca con el surrealismo.
La poesía de los años 50
La diversidad continúa en los años cincuenta. La poesía se caracteriza por un lenguaje sencillo y coloquial, un carácter narrativo y una tendencia hacia el prosaísmo.
Blas de Otero, tras una crisis ideológica, se convierte en el representante más destacado de la poesía social. En su etapa desarraigada publica Ángel fieramente humano, con una poesía desgarrada y formas clásicas. En 1955, Pido la paz y la palabra abre una nueva etapa, con una preocupación social centrada en la España del momento. En Que trata de España, el poeta recorre diversos lugares de su infancia.
Gabriel Celaya, en Las cartas boca arriba, muestra preferencia por el lenguaje coloquial y la exposición narrativa. Cantos íberos (1955) destaca por su tono beligerante.
José Hierro, tras Tierra sin nosotros (1947), con un tono nostálgico, publica Quinta del 42, donde el dolor se objetiva históricamente. En obras posteriores, como Cuanto sé de mí y Libro de las alucinaciones, alterna modos poéticos realistas y narrativos. Tras un largo silencio, publica Agenda y Cuaderno de Nueva York.
La poesía de los años 60
Los poetas nacidos entre 1925 y la Guerra Civil marcan esta década. Nuevas características expresivas y temáticas transforman la poesía española.