El Movimiento Romántico: Un Viaje a Través de la Emoción y la Rebeldía

Marco Histórico del Romanticismo

El siglo XIX comienza en España con la invasión de las tropas napoleónicas en 1808, el levantamiento popular contra los invasores y la Guerra de la Independencia (1808-1814). El regreso del rey Fernando VII, tras su exilio durante la guerra, restaura la monarquía absoluta, generando constantes disputas entre absolutistas (partidarios del rey con poderes absolutos) y liberales (defensores de la soberanía nacional y las libertades ciudadanas).

Muchos intelectuales se exiliaron en Europa, principalmente en Francia e Inglaterra. A la muerte del rey, estos exiliados regresaron a España, contribuyendo al auge del Romanticismo. Durante el reinado de Isabel II, el pensamiento liberal triunfó, dividiéndose en dos corrientes: liberales moderados y liberales progresistas, cuyos enfrentamientos provocaron numerosos conflictos, incluyendo guerras y pronunciamientos militares.

Origen del Sentir Romántico y su Actitud ante la Vida

El pensamiento romántico surge del descontento con el presente y la convicción de que los valores auténticos se encuentran en el pasado, particularmente en la Edad Media y el Barroco, épocas rechazadas por la Ilustración.

Los autores románticos interpretaron este pasado de maneras diversas. Los conservadores exaltaron las tradiciones nacionales y religiosas, mientras que los progresistas, en su rebeldía contra la realidad, analizaron críticamente el pasado para impulsar el progreso. Estas posturas se conocen como Romanticismo tradicional y Romanticismo liberal.

El Romanticismo implica una actitud específica ante la vida. El ser humano, insatisfecho con su entorno, se refugia en su interior, explorando sus sentimientos, emociones y sueños. Rechaza las normas que limitan su libertad y se resiste a restringir su curiosidad e imaginación. Cree en la existencia de lo excepcional y extraordinario, considerando la razón insuficiente para explicar la complejidad de la vida.

Esta filosofía de vida genera una lucha interna constante, ya que el romántico no encuentra su lugar en un mundo que no se corresponde con sus deseos e ilusiones. El desengaño y el pesimismo le causan una profunda confusión que, en ocasiones, conduce al suicidio, conocido como «el mal del siglo» o «enfermedad romántica del alma».

Rasgos Clave del Romanticismo

  • Individualismo y subjetivismo.
  • Búsqueda de la originalidad y de la identidad nacional, destacando la figura del creador como genio individual.
  • Defensa de la libertad en el arte, lo que conlleva una actitud de rebeldía ante cualquier norma o limitación.
  • Exaltación de los sentimientos, la sensibilidad y la imaginación.
  • Rechazo de la razón y fascinación por lo misterioso, lo oculto y lo inexplicable de la naturaleza humana.
  • Evasión en el tiempo a través de leyendas y temas históricos, y en el espacio mediante el exotismo.
  • Predilección por paisajes abruptos y silvestres que reflejan los sentimientos del artista.

El Teatro Romántico

El teatro adquiere gran relevancia en España a partir de 1830, con las siguientes características:

  • Abandono de las normas neoclásicas y la regla de las tres unidades.
  • Temas predominantes: amores apasionados e imposibles, el destino adverso, los conflictos humanos y el anhelo frustrado de un mundo mejor.
  • Escenarios y localizaciones: noches oscuras, cuevas, cementerios, ruinas, lugares misteriosos, tempestades, ambientes terroríficos.
  • Mezcla de prosa y verso en la forma.

Estos rasgos reflejan la estética romántica: la imaginación, el individualismo y la búsqueda de emociones intensas en el espectador, lo que generó fuertes críticas tanto en su época como en la actualidad.

Autores y Obras del Romanticismo

  • Alejandro Dumas (francés): Los tres Mosqueteros y El conde de Montecristo (novela histórica).
  • Duque de Rivas: Don Álvaro o la fuerza del sino.
  • Estébanez Calderón: Escenas andaluzas.
  • García Gutiérrez: El trovador (teatro).
  • Gustavo Adolfo Bécquer: Cartas desde mi celda (prosa), Leyendas (prosa) y Rimas (verso).
  • José de Espronceda: Canción del pirata, El verdugo, El mendigo (poemas cortos), El estudiante de Salamanca (poema narrativo) y El diablo mundo (verso).
  • José Zorrilla: Don Juan Tenorio (teatro).
  • Juan Eugenio Hartzenbusch: Los amantes de Teruel (teatro).
  • Mariano José de Larra: Macías (teatro).
  • Martínez de la Rosa: La conjuración de Venecia (teatro).
  • Mesonero Romanos: Escenas matritenses (prosa: cuadro de costumbres).
  • Rosalía de Castro: Cantares Gallegos y Hojas nuevas (poesía en gallego), En las orillas del Sar (poesía en castellano) y El caballero de las botas azules (relato en prosa).
  • Víctor Hugo (francés): Nuestra señora de París (novela histórica).
  • Walter Scott (británico): Ivanhoe (novela histórica).

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