PERSONAJES
Son personajes que quedan caracterizados por sus acciones y por los diálogos que mantienen entre sí, en lo cual guardan el decoro aristotélico. Los personajes hablan y se comportan como corresponde a su estado.
En cualquier caso, Lope fue un agudo observador del mundo en el que vivía y ello explica que los personajes de Peribáñez, sin abandonar el decoro y sin que tengamos de ellos descripción física alguna, sean un tanto atípicos; personajes poco complejos, sí, pero bien trazados, humanos. Pueden ser clasificados en dos grandes grupos, según se relacionen con la nobleza por su nacimiento y actividades o con el mundo rural.
A.- EL COMENDADOR
Don Fadrique ostenta la dignidad de la Orden de Santiago; su categoría es, pues, superior a la de caballero e inmediatamente inferior a la del maestre, a quien está obligado a asesorar en cuestiones militares. Poco sabemos de él antes de que desencadene la tragedia, pero la opinión del rey nos lo presenta como gallardo, valeroso y generoso; ejemplo de caballeros, ya admirado por su pueblo.
Se siente enamorado de Casilda, no es un mero deseo carnal como el de Fernán Gómez en Fuenteovejuna. A partir de este momento, la conducta se desvía del recto sentido moral y pasa a regirse no por la razón, sino por el deseo. Cae en una depresión melancólica, recurre a sus criados, a los halagos, pero no consigue nada y su deseo insatisfecho da paso a la vanidad herida. “Pues aunque gaste mi hacienda, mi honor, mi sangre y mi vida, he de rendir tus desdenes, tengo de vencer tus iras”.
Su conducta es cada vez más reprobable hasta llegar al engaño rastrero de alejar a Peribáñez, y su nerviosismo, fruto quizá de su sentimiento de culpa, cada vez más evidente. Ahora sí es la figura antagónica del héroe y su conducta justifica el dicho de la época que, refiriéndose a los caballeros de las órdenes militares, afirmaba que “la cruz en los pechos y el diablo en los lechos”.
Es el Comendador una figura trágica incapaz de luchar contra su destino, incapaz de rectificar a tiempo, pero sí de arrepentirse al final, ya cercana su muerte. “Señor, tu sangre sagrada se duela agora de mí pues me ha dejado la herida pedir perdón a un vasallo”.
B.- PERIBÁÑEZ
Será el tipo del villano con honra que venga su honor y afirma su dignidad humana. Es éste un personaje que aparece en el teatro a finales del S. XV con funciones cómicas, pero que en algunos casos se convertirá en personaje moral y ejemplar al servicio del tópico de menosprecio de corte y alabanza de aldea.
Peribáñez es un villano limpio de sangre que goza de un gran prestigio en su pueblo. Es admirado por sus paisanos y respetado por el mismo Comendador. Posee, pues, todas las virtudes que la sociedad de la época valora y, en consecuencia, el público puede identificarse fácilmente con él.
Poco a poco, conforme el drama avanza, la actitud y el lenguaje de Peribáñez van a experimentar un sutil cambio. Sin perder su espontaneidad y llaneza, extrema la prudencia, experimenta celos, reflexiona sobre las causas de su situación y se lamenta de su desgracia, aunque es consciente de la inocencia de Casilda. Se transforma cuando el Comendador lo nombra capitán y le ciñe la espada de caballero. Peribáñez ya no es sólo cristiano viejo, el más rico de los villanos y el de mayor prestigio, sino también un labrador ennoblecido. Y si ya antes poseía nobleza de carácter, ahora puede igualarse en honra al Comendador, como éste mismo reconoce. De ahí el gran interés de Peribáñez en recordar a su señor que las leyes de vasallaje le obligan a honrar y proteger a su vasallo: “Y pues iguales los dos con este honor me dejáis, mirad cómo le guardáis, o quejaréme de vos”. El incumplimiento de esta obligación hará legítima su venganza, como lo demuestra el perdón real.
C.- CASILDA
Casilda, por su parte, es el arquetipo de la perfecta casada según, claro está, la mentalidad de la época: una mujer natural, fiel a su marido, de carácter vivo y espontáneo, pero también de gran fuerza moral y entereza, cualidades que le permiten resistir el acoso del Comendador a pesar de las muy diversas artimañas que utilizan los criados del Comendador (Luján, Leonelo e Inés). Así como Peribáñez experimenta un proceso de ennoblecimiento, la calidad social de Casilda aumenta de forma paralela a la de aquél por ser su esposa y por la cada vez mayor valoración de la que es objeto por parte de don Fadrique.