Generación del 14 y Novecentismo: Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez y más

La Generación del 14 y el Novecentismo

José Ortega y Gasset

El guía indiscutible del grupo (Generación de Ortega, se le llegó a llamar) nació en Madrid, en el seno de una familia acomodada. Obtiene la cátedra de Metafísica en la Universidad de Madrid. Funda la revista España y la Revista de Occidente, en la que hallarán cabida las nuevas corrientes europeas y españolas. Desarrolló una intensa actividad como conferenciante. Apoyó a la República, pero luego se sintió decepcionado.

Ortega es a la vez la máxima figura de la filosofía española del siglo XX. Sus teorías se sitúan entre el racionalismo y el vitalismo (**ratiovitalismo**); y sus meditaciones sobre el hombre y su entorno (**»yo soy yo y mi circunstancia»**, decía), le conducen a un interés creciente por la Historia.

De su producción ensayística, destacar, por su influencia sobre la literatura y el arte de la época, La deshumanización del arte (1925). Esta obra realiza una descripción fenomenológica de la vanguardia en España. El arte moderno, nos dice, «no sólo es impopular sino que es también antipopular, siempre tendrá a las masas en contra».

También escribe Ideas sobre la novela, en el cual Ortega sostiene que la novela como género se agota por la dificultad de hallar temas nuevos y las exigencias estéticas de los lectores. También entra dentro del ámbito de la literatura Meditaciones del Quijote.

De entre los demás ensayos de Ortega, debemos destacar La rebelión de las masas (análisis sociológico de la realidad de su época).

Otros títulos destacados de Ortega y Gasset son: España invertebrada, El tema de nuestro tiempo, En torno a Galileo y Estudios sobre el amor.

Ramón Pérez de Ayala

Se le considera el más claro representante de la **novela intelectual**. Nació en Oviedo. Estudió con los jesuitas y Derecho en la Universidad ovetense, donde fue alumno de Clarín. Fue embajador en Londres y luego se exilió a Buenos Aires.

Comienza escribiendo contenidos autobiográficos con una estética noventayochista, para pasar después a un tipo de novela intelectual. Dividimos su obra en tres etapas:

  1. Tetralogía que narra la vida de Alberto Díaz de Guzmán: Tinieblas en las cumbres es la primera de las cuatro novelas. A.M.D.G. -ad maiorem dei gloriam- es la segunda, de marcado acento antijesuítico. La Pata de la raposa y Troteras y danzaderas completan la tetralogía. Aparece en ella una visión de la bohemia literaria del Madrid de principios de siglo.
  2. «Novelas poemáticas de la vida española», publicadas en 1916 en un solo volumen formado por tres relatos: Prometeo, Luz de domingo y La caída de los limones.
  3. Abundan las disquisiciones sobre política, moral y estética. La mejor novela de este periodo es sin duda Belarmino y Apolonio (trata del amor frustrado entre dos jóvenes que debieron separarse en su juventud. Se reencuentran al cabo del tiempo. Él es un sacerdote, ella una prostituta. Pero los auténticos protagonistas son Belarmino y Apolonio, zapateros, padres respectivos de los dos amantes.

Otros títulos de esta última etapa del autor son Luna de miel, luna de hiel y su continuación Los trabajos de Urbano y Simona -publicadas juntas al igual que Tigre Juan y El curandero de su honra.

Gabriel Miró

La vida de Gabriel Miró, nacido en Alicante, estuvo marcada por su estancia en un colegio de jesuitas, que incrementó o desencadenó una tendencia misantrópica y triste.

La crítica lo ha considerado como epígono del 98, pero la etiqueta que mejor le va es la de **experimentador**, por su cuidado de la expresión y por los nuevos caminos que abre. Dámaso Alonso lo denominó «gran poeta en prosa». La **belleza formal** es, pues, lo que prevalece en sus novelas, pasando la acción a ser algo secundario.

Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso que forman un bloque. Transcurren en Oleza (trasunto de Orihuela). En la obra se desarrolla un enfrentamiento entre los que viven dominados por la idea del pecado y los que están abiertos a la felicidad y al disfrute humanos.

Otras novelas destacadas de Gabriel Miró son Las cerezas del cementerio -sobre un amor apasionado en un sensual ambiente levantino-, Figuras de la Pasión del Señor, que recrea la vida de Cristo inspirándose en los Evangelios.

Wenceslao Fernández Flórez

Es uno de los denominados «novelistas menores» de esta generación, debido a la «mala prensa» que tiene la literatura humorística, subgénero literario rara vez valorado.

Merecen destacarse obras como Volvoreta, sentimental e irónica, de las más logradas, o El secreto de Barba Azul. Las siete columnas es una ingeniosa sátira de los «pecados» de la sociedad. El bosque animado es su última obra importante. Se desarrolla en una «fraga» o bosque gallego y es destacable por su belleza y por el lirismo de su prosa. Podemos considerarlo como un claro precedente del **Realismo mágico** hispanoamericano.

Benjamín Jarnés

Benjamín Jarnés es otro de los novelistas injustamente olvidados de esta generación. Comienza su obra con El profesor inútil, novela de escasa acción, con más interés por su intelectualismo y su lirismo. Otras obras son Locura o muerte de nadie, Paula y Paulita o Lo rojo y lo azul. Su producción literaria se halla próxima al 27.

Ramón Gómez de la Serna

Su labor como novelista se ha estudiado poco y mal. Su primera novela es El ruso. En El doctor inverosímil se presenta ya la tónica general y los procedimientos típicos de Ramón; es una sucesión arbitraria, fortuita y descoyuntada de estrambóticos casos clínicos resueltos a golpe de intuición supercientífica por este doctor del absurdo que cura con greguerías. La viuda blanca y negra es el primer libro que merece el título de novela por su estructura y por sus dimensiones. En El incongruente hace acto de presencia la irrealidad. Otras obras son: Cinelandia, El torero Carancho, La mujer de ámbar, Rebeca, El hombre perdido…

Juan Ramón Jiménez

Nació en Moguer (Huelva), en 1881, en el seno de una familia de cultivadores y exportadores de vinos. A los once años fue alumno interno en el colegio de los jesuitas del Puerto de Santa María (Cádiz). En su adolescencia partió hacia Sevilla para estudiar Derecho, aunque se interesó más por la poesía y la pintura.

En abril de 1900 se traslada a Madrid. Este viaje se debe en parte a una invitación del poeta modernista Francisco Villaespesa, autor que conoce los primeros poemas de Juan Ramón y comparte con él su pasión por Rubén Darío. Ese mismo año aparecen sus dos primeros libros: Ninfeas y Almas de violeta. Regresa a Moguer, afectado por una neurosis depresiva que arrastrará toda su vida debido a la temprana muerte de su padre. En 1901 su familia le ingresa en el sanatorio de enfermos mentales de Burdeos, donde Juan Ramón aprovecha para profundizar en su conocimiento de la poesía francesa y escribe Rimas. Con Arias tristes reafirma su fama de poeta.

Volverá a Madrid en 1911 y se instalará en la Residencia de Estudiantes. Es en esa fecha cuando conoce a Zenobia Camprubí Aymar, de quien se enamora profundamente. Se casará con ella en 1916 en Nueva York.

Del viaje por mar a América junto a su futura mujer surge el libro Diario de un poeta recién casado. En este viaje, el poeta redescubre el mar, que pasará a ser uno de sus más importantes símbolos poéticos, hasta el punto de que él mismo cambiará posteriormente el título del libro por Diario de poeta y mar. Con esta obra se abre el ciclo de la poesía pura y de la intelectualización de la lírica juanramoniana.

Tras su vuelta a Madrid, encabeza movimientos de renovación poética, dirige diferentes revistas literarias y entra en contacto con los principales poetas de la Generación del 27. Irán surgiendo libros como Eternidades, Piedra y cielo, Poesía, Belleza…

Al estallar la Guerra Civil, Juan Ramón siguió la causa republicana y el Gobierno le facilitó pasaporte diplomático como agregado cultural honorario de la Embajada de España en Washington. Viaja así de nuevo a América acompañado de su esposa, esta vez para quedarse. Tras vivir en varios sitios, se instala definitivamente en Puerto Rico. En estos años escribe los libros más destacados de su última etapa: En el otro costado, La estación total, Romances de Coral Gables, Animal de fondo, Dios deseado y deseante y el largo poema Espacio.

El año 1956 tendrá para él una doble cara: la concesión del Premio Nobel de Literatura y la muerte, tres días después, de Zenobia, hecho del que el poeta ya no se recuperará. En 1958 fallece. Sus restos y los de su esposa fueron trasladados al cementerio de Moguer.

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