Pío Baroja y la Generación del 98: Una Mirada Crítica a la España de su Tiempo

Pío Baroja: Vida e Historia Literaria

Pío Baroja nace en San Sebastián en 1872. Los constantes viajes debido al trabajo de su progenitor le crearon un sentimiento de desarraigo. Comenzó la carrera de medicina sin vocación. Es destinado como médico rural a un pueblo de Guipúzcoa, pero renunció a la plaza porque verdaderamente este mundo no le atraía.

Posee un talante fatalista y un repudio a cualquier consuelo religioso. Estos elementos constituyen su visión del mundo. Su familia se traslada a Madrid, allí se hace cargo de una panadería y se enfrentó con el gremio de los panaderos, comenzando su acercamiento hacia la burguesía socialista.

Publica sus primeros cuentos y, más tarde, sus primeras novelas (Camino de perfección). Apenas estuvo ligado a la política (solo una candidatura, que no triunfó, por el estado republicano), pero cuando estalla la guerra civil es arrestado por las tropas nacionalistas. Es puesto, luego en libertad y se exilia a Francia. Vuelve a España tras la ocupación alemana y muere en Madrid en 1956.

Carácter e Ideología de Baroja

Sensibilidad hacia la violencia física o moral y temor a una relación de intimidad con el prójimo. Baroja desde el principio muestra rechazo hacia la violencia, pero a la vez fascinación hacia esa violencia, hacia el carácter irracional de los personajes violentos. Esta admiración y repulsa simultánea son características de sus obras.

Los 3 núcleos barojianos son:

  • a) Reflejo del entorno social.
  • b) Subjetivismo.
  • c) Reflejo consciente de la momentaneidad de la vida, de su falta de transcendencia y permanencia.

Baroja fue una persona totalmente escéptica que adoptó a menudo posturas nihilistas. Políticamente se definió a sí mismo como anticaciquista, antimilitarista y anticlerical. En realidad fue un liberal progresista, nacionalista y laico; pero nunca fue un demócrata. Aquí se ve el escepticismo de un hombre que sostenía que la ley ha de dejar siempre un espacio para que el débil haga lo que quiera.

El joven Baroja posee una actitud crítica, cercana al regeneracionismo. Destaca su antiparlamentarismo y antisemitismo. La hostilidad hacia el pueblo judío es debida a que es una cultura que no se arraiga en ningún sitio determinado. Por otro lado, el nacionalismo de Baroja convive con su conciencia de pertenecer al pueblo vasco. Se interesó por la cultura del pueblo vasco, aunque nunca se adscribió a ningún proyecto independentista.

Trayectoria Literaria: Géneros y Evolución

La obra de Pío Baroja es realmente inmensa. Varias trilogías de novelas escritas desde 1900 hasta su muerte y 22 volúmenes de novelas históricas que llevan un mismo título (Memorias de un hombre en acción) y que se centran en un mismo protagonista. Protagonizada por Eugenio de Avinareta, antepasado de Pío Baroja que llevó una vida singularmente aventurera a lo largo del siglo XIX. Junto a esto, su producción se completa con artículos y ensayos.

Toda la obra de Baroja en prosa muestra un buen uso de su talento estilístico e indica los temas y preocupaciones del autor con una importante carga de autobiografismo. Baroja explota sus vivencias proyectándolas en sus libros, empleando una mezcla de ironía de la realidad y temas existenciales. Fue el novelista por antonomasia de la generación del 98. Destaca el hecho de que se agruparan sus novelas en trilogías. Las obras presentan unidad temática.

“Tierra vasca”, “La lucha por la vida” (retrata la vida de los bajos fondos madrileños a principios del siglo XX. Son novelas que se desenvuelven en ambientes de miseria y delincuencia, con una estructura abierta), “La raza” y El árbol de la ciencia son algunas de las trilogías que Baroja escribió.

Técnica y Estilo

Las primeras lecturas de Baroja fueron novelas de aventura y de carácter folletinesco, autores como Julio Verne, Alejandro Dumas, Victor Hugo. Este tipo de lecturas marcó claramente a Baroja a la hora de entender a sus lectores. Desde joven leyó también a filósofos como Schopenhauer y Nietzsche, vitales para autores clásicos como Shakespeare, Cervantes y Molière; de sus contemporáneos, prefirió a Ortega y a Azorín; sin embargo, no se sintió demasiado ligado a Unamuno y a Valle-Inclán.

Baroja se sintió atraído por la cultura popular, por todo lo vulgar y por todo lo pintoresco. Este gusto por la cultura popular se nota en el léxico (palabras de registro coloquial).

En cuanto a sus ideas sobre la novela, se mostró siempre muy preocupado por dos cuestiones: ¿por qué escribo? y ¿para quién escribo?. Esto se traduce en la importancia que se le da en sus obras a los prólogos y a los epílogos, donde Baroja suele dar explicaciones sobre su novela. Él mismo afirmó que escribía para entretener, para distraer y mantener un contacto personal con el lector.

Sus novelas son abiertas, suelen comenzar in media res y sus finales no suelen ser concluyentes. Los constantes cambios de personajes y ambientes, así como la mezcla de lo urbano, lo filosófico y lo aventurero, crean un ritmo dinámico, nada aburrido, que hacen a la obra apta para el gran público.

En cuanto a los personajes, los encontramos, sobre todo, de dos tipos:

  • Personajes pesimistas, antisociales, críticos frente al mundo. Reflejan el Baroja intelectual burgués, escritor, y, a menudo, hipócrita.
  • Personajes aventureros, hombres de acción, vividores infatigables. Se proyectan aquí las tesis vitalistas de Nietzsche que reflejan lo que quiso ser el autor.

Tanto los pesimistas como los vitalistas tienen en común que son personajes diferenciados. Baroja defendió la idea de que eran seres cargados de dureza y personalidad, se dejan arrastrar por una vida llena de acción; sin embargo, no saben a dónde van, ni para qué hacen las cosas.

Baroja nos presenta a un hombre abatido por las circunstancias, los presenta y los describe, los muestra en acción. Los diálogos suelen ser también de dos tipos: filosóficos y familiares. Aquí es donde consigue caracterizar perfectamente a los personajes.

El Árbol de la Ciencia

Es una de las obras más representativas de Baroja, en ella se pone de manifiesto tanto la personalidad del propio autor como las inquietudes de los hombres del 98. Retrata la decadencia de una España anterior al desastre del 98, un país alocado, irresponsable y vacío. La novela pertenece a la trilogía “La raza” y está dividida en siete partes cuyos títulos son significativos de su contenido.

Sus experiencias como estudiante y como médico rural y sus reflexiones acerca de la existencia humana nos permiten conocer la actitud ante la vida de nuestro escritor y su postura negativa ante la sociedad de la época.

Uno de los descubrimientos de los autores del 98 fue el paisaje castellano, pero mientras que Azorín se emociona ante las tierras de Castilla y Unamuno trata de conocer al alma castellana a través de su paisaje, Baroja adopta una actitud pesimista y amarga. Esta actitud pesimista y negativa no se detiene ante el paisaje sino que se prolonga, de forma acentuada, en el análisis de las costumbres de los habitantes de Alcolea. De ahí que a lo largo de sus obras demuestre su desconfianza en el ser humano y que sus personajes aparezcan como seres marginados de la sociedad.

Una de las facetas de este escritor es su anticlericalismo y su falta de religiosidad. Andrés Hurtado (y el propio Baroja), se muestra escéptico ante la posibilidad de una revolución y no ofrece ninguna solución para transformar el pueblo. Baroja, como Hurtado, no es un revolucionario; es un escéptico, y por ello se muestra indiferente ante cualquier partido político.

Miguel de Unamuno: Vida e Historia Literaria

Nace en Bilbao en 1864. De familia burguesa acomodada, desde niño manifestó un carácter fuertemente religioso. Estudió filosofía y letras y sus lecturas racionalistas le llevarían a una crisis religiosa. Ingresa en el partido socialista y al año siguiente empiezan a aparecer sus libros, aunque siempre practicó el periodismo.

Recopiló sus ensayos en un volumen llamado Entorno al casticismo donde busca la esencia del pueblo español. Aquí formula su visión de dos tipos de historia: la de los grandes hombres y los acontecimientos políticos que él llamará “lo superficial” y, por otro lado, la historia del pueblo anónimo que trabaja día a día sin repercusión en la historia del país que él llama “conciencia de la propia muerte”, lo que provoca la angustia.

Frente a la angustia del hombre Unamuno busca dos salidas: la supervivencia biológica y la supervivencia espiritual (a través de la propia obra). Aquí está el verdadero sentido de la literatura de Unamuno, sobrevivir a través de sus propias obras.

Ideas de Unamuno sobre la Novela

Para Unamuno la novela es una forma de conocimiento superior intuitivo cuyo objeto de estudio es el mundo íntimo y no el externo. La personalidad es un ente complejo, de ahí que piense que cada individuo posee cuatro personalidades:

  • La personalidad real y solo la conoce Dios.
  • Lo que cada persona cree ser.
  • Lo que es cada persona para los demás.
  • Lo que cada persona quiere ser, que es la identidad creadora del individuo.

Piensa Unamuno que la novela es autobiográfica, pues los personajes de la novela son sus antagonistas, sus otros yo. Los personajes llegan a ser sus heterónimos. Nuestro autor busca en la literatura atrapar el tiempo, darle una forma duradera a la obra para que sobreviva en el tiempo y cree que el novelista muere en su antagonista, que es el protagonista de la novela, es decir, que el novelista muere al escribir.

Unamuno concede un papel muy importante al lector, porque al leer va recordando la obra y en este sentido a medida que lee se convierte en autor y actor de la novela. La literatura es así una aventura compartida en donde el lector, de alguna manera, también muere al acabar la novela.

Decía Unamuno que él distinguía entre dos tipos de novelas: ovíparas y vivíparas. Las ovíparas son aquellas que el autor prepara cuidadosamente como si las empollara, disponiendo con cuidado ideas y argumentos. Las vivíparas son, por el contrario, las que se escriben sobre la marcha a lo que salga, sin esquema previo y en sintonía con el fluir del pensamiento vivo. Esta es la forma de novelar que él prefiere. La novela se convierte así en novela abierta en la expresión del flujo de su pensamiento vivo.

Los temas suelen ser conflictos existenciales y de personalidad que siempre reflejan dramas íntimos de los personajes. Estos se caracterizan porque resultan criaturas descarnadas, apasionadas, de lo que interesa su vida anterior, apenas son descritos y podemos decir que son pasiones en movimiento.

Sus novelas nos muestran símbolos, imágenes y formas donde la realidad cotidiana se distorsiona, se exagera. Su estilo, caracterizado por la vehemencia hasta llegar a la violencia, el abundante uso de imágenes que a menudo son simbólicas. A él le interesa contar lo que considera más esencial de la vida íntima. Prescinde de descripciones espacio-temporales, de descripciones físicas. A la hora de novelar suele ir al grano de lo que le interesa, esto le lleva a comenzar “in media res”.

Todas sus novelas están cruzadas por conflictos pasionales entre víctimas y verdugos, conflictos tan intensos que pueden dar la impresión de que las obras carecen de exposición, nudo y desenlace y parecen que son puro nudo. A veces no tienen realmente desenlace porque lo que se plantea queda en el aire: se expone una lucha, una agonía de un personaje, y al final no da una solución porque no la hay. Estos finales abiertos son francamente novedosos. Por tanto, para Unamuno la novela es un género abierto, no predeterminado, cuyo objeto no es ver lo que le sucede al protagonista, sino ver lo que el protagonista es.

Además, las novelas presentan distintos puntos de vista muy a menudo antagónicos, una yuxtaposición de puntos de vista de los personajes y del narrador, que llega a ser uno más. Esto se traduce en la importancia del diálogo, del monólogo y del monólogo interior.

Como crítica se podría decir que los argumentos de Unamuno son un tanto difusos y carecen de unidad de acción. Esto se ve en las historias intercaladas que introduce y en las conversaciones entre personajes que parecen romper el hilo de lo que se suponía que era acción.

La conciencia de estos seres a menudo se presenta dividida: lo que son y lo que se creen ser. Estas conciencias llevan al personaje a extrañarse, a dudar de su existencia, a sentirse insignificante. Otro motivo recurrente de Unamuno es la mezcla entre ficción y realidad.

En cuanto a su estilo, Parker dice que Unamuno lo denominó “bufo-trágico”, es decir, una mezcla de caricaturización de humor y de exasperación trágica. Hay en sus obras una tendencia al lenguaje culto, al vocabulario abstracto y escogido, propio de su carácter intelectual. Pero él, que quiere a la vez escribir de manera directa, apasionada y coloquial, esto le lleva a utilizar también frases breves de carácter vehemente, interjecciones, repeticiones e incluso, expresiones coloquiales y vulgares.

José Martínez Ruiz “Azorín”: Vida e Historia Literaria

Azorín nació en Alicante. Su padre era abogado y políticamente conservador. De niño se caracterizó por ser tímido e introvertido, actitud que se ve en Confesiones de un pequeño filósofo, novela de carácter autobiográfico. Estudió derecho en Valencia por deseo de su padre, puesto que a él no le interesaba. Se introduce en ambientes intelectuales de la ciudad y va descubriendo su vocación literaria y periodística. Empezó a escribir artículos en diferentes periódicos y revistas sobre literatura y política. Inició su carrera política como diputado conservador. Llegó a ser miembro de la Real Academia. Durante la guerra civil se refugió en París, pero luego volvió a España y se adhirió al régimen franquista. Murió en Madrid en 1967.

Azorín Anarquista

Hasta 1891 Azorín se mantiene aún fiel a las creencias familiares, heredero todavía del ambiente conservador en que había vivido. A partir de esta fecha, influenciado por ambientes intelectuales progresistas y por una serie de lecturas, Azorín se hace anarquista. Según él, la causa del dolor humano son las instituciones (Estado, patria, Iglesia y matrimonio) cuyo principio de autoridad lleva a despreciar al individuo. Ideas como estas afloran en sus artículos, en un periodismo contestatario y radical. El escritor sufrirá una crisis vital, filosófica y profesional.

Marcha a Madrid con afán de hacer carrera literaria. Coincide allí con otros miembros de su generación. Pasa una época muy dura, puesto que no tiene dinero y sus ambiciones eran elevadas. Va ascendiendo hasta que colabora en el periódico El País, donde escribió una serie de artículos, si bien sería expulsado por un artículo en contra del matrimonio.

Pierde la fe en las ideas revolucionarias. Su labor periodística no le deja tiempo para su vocación artística. Su radicalismo puede perjudicar a su trabajo. Esto desemboca en un claro pesimismo. Lee a Schopenhauer y a Nietzsche, así que su filosofía se hace pesimista totalmente, pero no renuncia a su actitud crítica.

Lo que más interesa de esta época es su primera novela Diario de un enfermo, donde cuenta en primera persona la crisis de un escritor envuelto en la vida frenética de Madrid. Todo esto mezclado con una historia de amor folletinesca. Nos presenta aquí un personaje sin nombre que es la proyección del propio Azorín. Muestra sus conflictos personales, aunque el propio autor niega la identificación del personaje.

Él concibe su arte como algo que debe impresionar. A lo largo de estos años Azorín pasará del anarquismo al pesimismo. Azorín inventa un personaje al que transfiere sus experiencias (Antonio Azorín).

Podemos decir al respecto que Azorín escribe tres novelas autobiográficas: La voluntad, Antonio Azorín, Las confesiones de un pequeño filósofo. Las tres novelas tratan de un personaje intelectual y levantino que presentan tres estados de Azorín y en donde no existe un orden cronológico. Estas novelas son heterogéneas, con una acción escasa, final abierto, pasajes muy descriptivos y minuciosos que nos recuerdan al naturalismo. Hay pasajes en estas novelas que parecen cuentos autónomos, puesto que Azorín tiene la costumbre de saltarse los géneros, buscando un híbrido entre novela, ensayo y lírica.

Azorín Contemplativo

El escritor es ahora un analista de la realidad histórica, literaria y política de su país mediante artículos periodísticos que acabarán formando libros de ensayos. Junto a estos libros de ensayos, hay tres novelas inspiradas en mitos y personajes de la literatura española: Don Juan (original recreación del Tenorio); Doña Inés, recreación muy personal de la doña Inés de Zorrilla. A través de estos personajes, nos muestra la realidad española, con una actitud de observador benévolo que intenta representar los aspectos positivos de los personajes e insinuar los negativos, pero sin condenarlos, es decir, con una actitud comprensiva. Azorín es un narrador omnisciente que accede a su intimidad. Emplea el presente de indicativo logrando una combinación de ciencia y misterio en sus obras.

  • Ciencia: Describe la realidad (objetos perceptibles y concretos) con gran precisión, afán de veracidad y observación directa y minuciosa.
  • Misterio: Percepción subjetiva de las cosas, envuelto en un tema obsesivo: fugacidad del tiempo en la vida intrahistórica ante la muerte.

En cuanto al estilo, los adjetivos que emplea son muy seleccionados, los usa con gran riqueza y precisión, sobre todo los relacionados con la vista, utiliza estos recursos únicamente para recoger los matices imprescindibles de las cosas.

Azorín Superrealista

A Azorín también le fascinaron las tendencias superrealistas. En este sentido escribió tres novelas experimentales. En estas novelas su surrealismo no es solo psíquico y estético, sino que está marcado por una profunda preocupación moral y actitud ética. Su estilo se caracteriza por la narración en presente, la utilización de frases cortas yuxtapuestas, pero prescindiendo muchas veces de los verbos.

El Periodo de Posguerra

Durante la guerra civil marchó a París; al acabar la guerra vuelve a España. Este fue el gran error de Azorín, pues se encontró con la indiferencia y hostilidad del nuevo régimen que no le permitía publicar en prensa. A partir de aquí, se congració con algunas autoridades falangistas, escribe una novela de autojustificación y consigue volver a la prensa (ABC). Posteriormente escribe novela rosa y una obra de carácter esteticista.

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