La Novela de la Generación del 98
En 1902 publican Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán, los cuales inician un camino marcado por los siguientes rasgos:
- Denuncia de los males de España: el caciquismo, el hambre y la ignorancia…
- Pesimismo ante la situación histórica y ante el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales.
- Influencia de la filosofía.
- El dolor de España y Castilla como profundo símbolo de patriotismo casticista.
- Renovación estética o del estilo mediante:
- El subjetivismo o antirrealismo.
- Concepción totalizadora: la novela es un género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo…
Unamuno (1864/1936)
Unamuno acuñó el término «nivolas»; Unamuno se sirvió de la novela para dejar testimonio de su intimidad agónica, para la reflexión sobre sus ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector…
Novelas más importantes:
- «Niebla«. Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela «Abel Sánchez» (1917).
- Tras «La tía Tula» (1921), Unamuno publica “San Manuel Bueno, mártir” (1930). En esta obra aparecen todos los motivos que, recurrentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño…
Valle Inclán (1866/1936)
Dos estilos: modernismo y esperpento.
Los años iniciales están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro «Sonatas«, subtituladas “Memorias del Marqués de Bradomín”: Sonata de otoño (1902), Sonata de Estío (1905), Sonata de Primavera (1904) y Sonata de invierno (1905); supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, «feo, católico y sentimental».
De esta primera época también es la trilogía de “La guerra carlista” (1908/1909), que narra episodios de la última guerra carlista de España.
Entre las obras marcadas por el esperpento destaca la que sin duda, es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, «Tirano Banderas» (1926).
Por último, las tres novelas del «Ruedo ibérico» (1927-1932) reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.
Azorín (1873-1967)
En las novelas de Azorín la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Ejemplo de novela impresionista son La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo. Más tarde escribe “Don Juan” (1922) y “Doña Inés” (1925), en las que se describe minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de los personajes.
Pío Baroja (1872/1956)
Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:
- Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad.
- Acción y diálogos abundantes.
- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones.
- Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos.
- Cierto desaliño expresivo (exagerado por los críticos).
Su producción narrativa se suele organizar en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. En estos relatos el autor parte de una observación de la realidad en muy variadas manifestaciones:
- Primera etapa (1900-1912) Trilogías:
- La lucha por la vida;
- La tierra vasca.
- La raza;
- El mar:
- Segunda etapa: serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta.
- Tercera etapa: Desde la última vuelta del camino.
Novela Novecentista (Generación del 14)
Destacaremos a Ramón Pérez de Ayala y Gabriel Miró. Gran influencia tendrá la figura de Ramón Gómez de la Serna, pero más en el terreno de la poesía. Todos estos autores suponen una superación de los patrones o esquemas narrativos anteriores.
Gabriel Miró
Destacan sus obras Nuestro Padre San Daniel, y El obispo leproso, representación de un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende rescatar. Las cerezas del cementerio y El abuelo del rey son otras obras importantes.
Ramón Pérez de Ayala
Sus primeras cuatro novelas, Tinieblas en las cumbres, La pata de la raposa y Troteras y danzaderas tienen un marcado carácter autobiográfico. Relatan la crisis de conciencia individual, próxima a los tipos pasivos y existencialmente desorientados de las novelas de principios de siglo. En los años veinte escribe novelas intelectuales como Belarmino y Apolonio, Tigre Juan y El curandero de su honra. Lo importante de estas novelas no es la trama sino las reflexiones diversas que las acercan al ensayo. Predomina el tono reflexivo, la ironía y en cuanto a la técnica, el perspectivismo.
Ramón Gómez de la Serna
La base de su producción literaria es la greguería, frase o apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: «Humorismo + Metáfora = Greguería». Como novelista, Ramón rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho. No podemos olvidar El Novelista, historia de un autor en busca de motivos para sus novelas y de imaginación. El doctor inverosímil narra la historia de un médico que cura por medio de extraños métodos.
La Novela hacia 1927
En los mismos años en los que llega a su auge la generación poética de Guillén, Lorca… están escribiendo en líneas distintas al menos otros dos grupos de autores. El primero está formado por novelistas republicanos que padecieron el exilio: Benjamín Jarnés, Juan Chabás, Rosa Chacel, Juan José Domenchina, Max Aub o Francisco Ayala; estos autores, en sus primeras obras, practican una novela en línea con el “arte deshumanizado” que planteaba Ortega y Gasset. El segundo grupo (llamado nuevo romanticismo) plantea una novela social muy comprometida con la ideología revolucionaria: José Díaz Fernández, Ramón J. Sender y César Mª Arconada.