Análisis de la Poesía de Miguel Hernández: Temas y Compromiso

Ejes Temáticos de la Poesía de Miguel Hernández

Los tres temas son los ejes temáticos de su poesía. Caracterizaron su vida e influyeron en su poesía de humanidad. Su obra, escrita en 10 años, está ligada a su experiencia vital, ya que es intensa y complicada. Esto se resume en el poema «Llegó con tres heridas», donde utiliza la metáfora de la herida convertida en elemento simbólico de toda la existencia. Estos temas evolucionan según avanza su vida.

Amor

  • En «Perito en lunas», el amor es sensual, apasionado y brutal, como en «Negro ahorcados por violación».
  • En «El rayo que no cesa», 27 sonetos reflejan un amor ardiente y exaltado, siendo el destino trágico del hombre la muerte, que actúa como salvación.
  • El rechazo de la mujer amada le produce dolor y pena. En «Umbrío por la pena, casi Bruno», se identifica con el toro, símbolo de Quevedo, donde el hombre y el animal están sometidos a un destino trágico, una vida de pena y dolor por el «toreo» hecho por la amada.
  • Su amor sumiso hacia Maruja Mayo se observa en poemas como «Barro me llamo aunque Miguel me llame».
  • En «Vientos del pueblo», expresa amor hacia España, campesinos y trabajadores en «Jornaleros», y hacia los niños en «Niño Yuntero». En estos poemas no existe ese amor doloroso, ya que está casado con Josefina; luchará por ella y nada ni nadie romperá el amor que siente por ella, como se ve en «La canción del esposo soldado».
  • En «El hombre acecha», hay una visión negativa, ya que el amor es la salvación del hombre. Destacan dos poemas: «Carta» y «Llamo a los poetas», donde se humaniza a la bestia en la que se ha convertido el hombre. Su segundo hijo es la salvación del futuro.

Vida y Muerte

En los primeros poemas no hay presencia de la muerte; hasta en «El rayo que no cesa» se encuentra un vitalismo despreocupado de los problemas y un optimismo neutral por querer dedicarse a la poesía. En dichos poemas no hay muerte, solo muere el día con el atardecer. Aparece la pena en «Perito en lunas» como dolor literario. Pero en «El rayo que no cesa» empieza un fatalismo unido al amor. El dualismo vida-muerte muestra la visión que tiene del mundo. Lucha por conseguir la plenitud vital. La muerte llega a él cuando se le niega el amor y cuando se le resiste la plenitud gozosa de amar.

En «Elegía a Ramón Sijé», la muerte llega y los versos, con tono quevediano, se llenan de lirismo, acentuando el dolor que existe. En «Vientos del pueblo», destaca la vida sobre la muerte, pidiendo la rebelión del pueblo. La muerte es justificada como fin para lograrlo, para terminar con el abuso con el que tratan los ricos a trabajadores y niños. En «El hombre acecha», ve la verdadera cara de la guerra y de la muerte. La vida es dolor, ira, odio, y como salvación solo el amor. La muerte le da muy cercano tras sus hermanas, su primer hijo, amigos… La grave situación se ve en «El tren de los heridos». Miguel Hernández es encarcelado y condenado a muerte, y sufre una enfermedad. Desolado, ha perdido la guerra, a su hijo, a amigos, su libertad y está lejos de su familia. Así realiza el último poemario, «Cancionero y romancero de ausencias», donde vida y muerte se unen, siendo su libro más íntimo. Con composiciones de mucho dolor, como «A mi hijo». Pero nace su segundo hijo, quien le da alegría y lo ve como salvación del futuro. Dicha alegría se ve dañada por no poder ayudar a la familia en las penurias. En «El rayo que no cesa», no nombra a ninguna mujer porque puede que hubiera más de una.

Compromiso Social y Poético

Mientras vivía en Orihuela, tiene una orientación clásica hacia la poesía religiosa y al teatro sacro, influenciado por Ramón Sijé. Cuando marcha a Madrid, Neruda y Aleixandre lo inician en el surrealismo, en las formas poéticas revolucionarias y en la poesía comprometida, influyendo sobre todo Neruda y Alberti en su ideología social y política. Miguel Hernández se convierte en un poeta comprometido con el pueblo.

  • En 1935, entra al Partido Comunista.
  • El estallido de la Guerra Civil le obliga a apostar por la República. Su creación lírica se vuelve arma de denuncia y testimonio.
  • Se le traslada como Comisario de Cultura del Batallón de El Campesino. Lleva una vida agitada, con continuos viajes y apasionada actividad literaria, hasta caer enfermo.
  • Realiza un viaje a la URSS, formando parte de una delegación española. Dos poemas han quedado como testimonio vigoroso de este momento bélico: «Viento del pueblo» y «El hombre acecha».
  • Su poesía está dedicada a figuras del frente republicano y está llena de vivencias sociales y revolucionarias. El poeta es intérprete de sentimientos colectivos.
  • Muchos de estos poemas se escribieron con el fin de la recitación pública, poesía social. Su contenido se dosifica en cuatro partes: elegía, exaltación heroica, sarcasmo combativo y social.
  • Los poemas de índole social denuncian la injusticia y son de una ternura desgarradora, con sinceridad, dolor compartido y defensa de los explotados. Su poesía se parece a la de «Los santos inocentes» de Miguel Delibes.
  • Incita a que se rebelen para que los niños no sean un mero instrumento de trabajo, como se observa en poemas como «Jornaleros», «Niño Yuntero», «Aceituneros».
  • Ama y valoriza a los jóvenes para que se animen y odia el bando nacional, utilizando símbolos como el toro, león y águila, que son fuertes y valientes, y pide que no sean como los bueyes, que no se dejen oprimir.
  • Publica «El hombre acecha», basado más en la guerra, en la muerte de seres queridos y el convencimiento de no poder ganar. Este poemario tiene una visión muy negativa. Aquí animaliza a los fascistas, tratándolos como asnos, cerdos, tiburones, y utiliza palabras como verrugas, callos, nombrándolos como cosas: retretes, escobas, destacando esto en «Los hombres viejos».
  • El hombre se ha animalizado por las continuas guerras; es una bestia y como salvación, el amor, como en el poema «Canción última».
  • «Cancionero y romancero de ausencias» es su último poemario, más íntimo y directo, ya que expresa en «El incendio» su ideología comunista y su deseo de aliarse con la URSS. Después de esto, Miguel Hernández es encarcelado. Está desesperado y sumido en la tristeza; no ha ganado la guerra y ha perdido a su hijo, pero lo único que le alivia es pensar en su esposa y en la llegada del segundo hijo. Proyecta el futuro de este hijo en «Nanas de la cebolla» y vuelve a quedar solo el amor para el hombre.

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