1. El Teatro a Comienzos del Siglo XX
El teatro español tenía una gran vitalidad a comienzos del siglo XX. La crítica considera que a la distinción entre teatro popular y teatro culto se añade una nueva distinción entre dramaturgos integrados y dramaturgos marginales. Los marginales sufren el rechazo del público y los empresarios teatrales. Los tres casos más significativos son los de Unamuno, Azorín y Valle-Inclán, cuya producción fue recibida con frialdad. En este periodo existe una separación entre la sociedad española y el teatro renovador.
1.1. El Teatro Popular
El teatro de consumo, destinado a un público de extracción popular, se basaba principalmente en el género chico. La variante más característica del género chico es el sainete, que consiste en un cuadro de costumbres populares del Madrid castizo o de las regiones españolas. Se utiliza un lenguaje popular con vulgarismos, cultismos deformados, metáforas y comparaciones. Los principales autores son Carlos Arniches con su colección de sainetes Del Madrid castizo y los hermanos Álvarez Quintero. El teatro de Arniches evolucionó hacia la tragedia grotesca, donde expresaba sus inquietudes sociales y regeneracionistas. Obras: La señorita de Trevélez y Es mi hombre.
Gozó de gran popularidad durante este periodo Pedro Muñoz Seca, creador del astracán, pieza cómica abundante en retruécanos, equívocos y chistes fáciles. Obras: La venganza de don Mendo.
1.1.1. El Teatro Poético
En el teatro poético los autores se inspiran en el teatro romántico y en la comedia española del Siglo de Oro. Es estereotipado y efectista, y ofrece una visión exaltada. Utiliza un verso sonoro y retórico, con arcaísmos. Destaca Eduardo Marquina con su obra En Flandes se ha puesto el sol.
1.1.2. El Teatro Musical
Fue el género más popular de la época. Se fragmenta en fórmulas comerciales: adaptaciones de operetas vienesas al ambiente español, zarzuelas, revistas, espectáculos eróticos, etc. Las variedades se desarrollaron como una mezcla de canciones, bailes y atracciones circenses. Disponían de salas específicas: los salones. Se pasa de obras con intriga, continuidad narrativa y desenlace a representaciones de números cada vez más cortos, unidos por un leve argumento o sin él. No suelen pasar de los 10 minutos y el puesto de honor lo ocupa la canción. (Reliquia: el cabaret de Zaragoza El Plata).
1.2. El Teatro Burgués: Comedia Burguesa y Drama Burgués
En el teatro literario la figura más importante fue Jacinto Benavente, premio Nobel en 1922. Destacan dos tendencias. Por un lado, la alta comedia del siglo XIX en piezas en las que criticaba las hipocresías y convencionalismos burgueses. La crítica ha señalado su tono conversacional y ligero. El público acabó haciendo suya la fórmula y consagrando al autor. Por otro lado, cultivó el drama rural, un tipo de teatro ambientado en un mundo campesino dominado por la fatalidad y los atavismos ancestrales, que desarrolla un mundo de pasiones en un clima sofocante. Obras: Señora ama y La malquerida. Su obra más destacada es Los intereses creados.
1.3. El Teatro de Unamuno y Azorín
No consiguieron el favor del público. Unamuno crea en Fedra un teatro con escasa acción y diálogos con reflexiones filosóficas que muestran conflictos religiosos y existenciales. Azorín se incorpora a la escena con Lo invisible, un drama simbolista que trata de trasponer el misterio de la muerte y que no fue entendido.
1.4. El Teatro de Valle-Inclán
Valle-Inclán es el gran renovador de la escena española, autor de un teatro personal y alejado de la convencional escena de su tiempo. El ciclo de las Comedias bárbaras y Divinas palabras se enmarcan en una Galicia feudal y bárbara. Sus personajes están dominados por un impulso demoníaco y destructivo y una lujuria siniestra. Rasgos: violencia, crueldad, brutalidad, pasiones, mundo rural, leyendas, mitos, ritos y supersticiones.
Luces de bohemia es la obra clave de Valle-Inclán y una de las obras fundamentales del teatro español del siglo XX. Fue la primera obra que designó con el término de esperpento, categoría estética que nos ofrece la vida humana y la sociedad desde una óptica deformada. En este reflejo se encierra una crítica radical a la sociedad que no propone soluciones o alternativas, que no pacta con ninguno de los personajes ni con las ideas. La crítica ha señalado procedimientos de esperpentización: deformación caricaturesca, degradación de personajes, utilización de contrastes, o empleo de figuras retóricas como la ironía, la hipérbole o el oxímoron.
Los críticos han destacado su asombroso uso del lenguaje, el modo de expresarse que caracteriza a los personajes, el contraste entre lenguaje culto y popular y la recreación del habla popular y desgarrada. Recursos que emplea: ironía, creaciones latinas, abreviaciones populares, léxico callejero…
2. El Teatro en la Década de los 20 y el Periodo Republicano
El teatro comercial continuó explotando las fórmulas del periodo anterior. Continuaron representándose comedias, teatro poético, cómico y espectáculos musicales. Con la llegada de la República se propició el acercamiento de la cultura a la España rural. Se crearon las Misiones Pedagógicas. También llevaron a cabo representaciones teatrales, de las que se encargaba el Teatro del Pueblo, dirigido por Alejandro Casona. El grupo teatral La Barraca, dirigido por Federico García Lorca y Eduardo Ugarte, también se dedicó a representar obras. Dramaturgos más importantes: Federico García Lorca, Alejandro Casona y Enrique Jardiel Poncela.
Lorca experimentó con fórmulas diversas: el teatro simbolista, en verso modernista, de marionetas, las farsas para personas. Durante los años 30 su deseo de experimentación dramática lo llevó por dos caminos: el teatro vanguardista y el realista. Obras vanguardistas: El público, Así que pasen cinco años y Comedia sin título. Más convencionales son: Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores. La casa de Bernarda Alba es la obra fundamental del teatro de Lorca. Presenta el conflicto entre libertad y autoridad, las pulsiones eróticas, el enfrentamiento entre los instintos y las convenciones sociales, la fecundidad y la esterilidad. Es una reflexión sobre el poder, cómo se interiorizan los mecanismos del poder en la vida privada.
Dentro de los autores renovadores destaca Alejandro Casona. Sus piezas parten de la comedia benaventina, pero añaden un juego de realidad y fantasía. Su medio de expresión es una cuidada prosa, impregnada de lirismo. Su primer éxito fue La sirena varada. Otras obras: Nuestra Natacha, Los árboles mueren de pie y La dama del alba.
Enrique Jardiel Poncela: su teatro cómico funde rasgos del arte vanguardista con la comedia tradicional. Crea comedias cuya comicidad radica en un tratamiento lógico de lo absurdo. Destacan Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro o Espérame en Siberia, vida mía.