1. Introducción
La narrativa de finales del siglo XIX se caracteriza por un realismo analítico con perspectiva burguesa, que dificulta un análisis social completo, marginando a la clase proletaria. Junto al realismo, se desarrolla el naturalismo, que amplía la temática social, aunque limitado por la herencia y el ambiente. Frente a esta narrativa realista y naturalista, representada por autores como Concha Espina y Blasco Ibáñez (La barraca, 1899), surge una corriente innovadora: la Generación del 98.
La Generación del 98 rechaza el realismo, buscando una interpretación subjetiva de la realidad, basada en la incapacidad de la razón para responder a las preocupaciones individuales y sociales. Su novela presenta un personaje central que enfrenta pruebas e interlocutores, buscando soluciones a sus dificultades. El resultado suele ser un diagnóstico de la enfermedad individual y nacional, sin terapéutica. Esta novela, entre la tesis y la psicológica, se caracteriza por:
- Un personaje central con secundarios dependientes.
- Prioridad de las ideas sobre el argumento.
- Diálogos sobre incidentes.
- Papel secundario del amor.
- Renovación del estilo narrativo.
Hacia 1910, surge el Novecentismo, corriente antirromántica y antirrealista, centrada en el intelectualismo y el arte puro. Esta corriente sustituye la novela filosófica del 98, dando paso a lo intelectual y lírico. En la década de 1920, continúa la novela lírico-intelectual y aparece la novela humorística, de influencia vanguardista. Hacia 1930, surge una corriente de rehumanización del arte, con una narrativa social que confronta las masas y el poder, dando lugar a la novela social. Esta narrativa, frenada por la Guerra Civil, se recupera en los años 40 con novelas parasociales, y resurge con fuerza en los 50 con el realismo social.
2. La Narrativa en la Década de 1920
Esta narrativa se caracteriza por una actitud antirrealista y experimental, con influencia vanguardista, tomando elementos científicos, tecnológicos y artísticos de la época. Sus rasgos incluyen:
- Ruptura con el tiempo lineal y cambio de perspectiva.
- Imaginación y fantasía como fuentes de creación.
- Sátira y parodia como elementos esenciales.
Se distinguen dos vertientes:
2.1. La Novela Lírico-Intelectual
La narración se estructura líricamente, orquestando sensaciones, con elementos como el mito o el arquetipo. Sus representantes son:
2.1.1. Benjamín Jarnés
Analiza la realidad sensorialmente, influenciado por Gabriel Miró, e incorpora elementos vanguardistas como el cubismo, metáforas humorísticas de Ramón Gómez de la Serna, y técnicas surrealistas. Su obra evoluciona desde la preocupación por el estilo (El convidado de papel, 1928) a la construcción (Locura y muerte de nadie, 1929).
2.1.2. Francisco Ayala
En su primera etapa (1925-1930), se centra en lo imaginativo y estetizante, aplicando técnicas cinematográficas. Se distinguen dos estilos:
- Narrativa tradicional, heredada de los Siglos de Oro (Tragicomedia de un hombre sin espíritu, 1925).
- Técnicas vanguardistas, con un uso atrevido de la imagen (El boxeador y un ángel, 1929).
2.2. La Novela Humorística
Influenciada por el humorismo vanguardista de Ramón Gómez de la Serna y las teorías de Ortega y Gasset sobre el arte como juego. Utiliza tipos y situaciones inverosímiles, motivos grotescos, metáforas y paradojas. Sus representantes son:
2.2.1. Ramón Gómez de la Serna
Difusor del vanguardismo, creó la greguería (humorismo + metáfora). Su estilo sarcástico se refleja en novelas como El chalet de las rosas (1923), El torero Caracho (1926), El caballero del hongo gris (1928) y La nardo (1930).
2.2.2. Enrique Jardiel Poncela
Presenta protagonistas absurdos en acciones ilógicas (Amor se escribe sin hache, 1929).
2.2.3. Edgar Neville
Con un humor fino, parodia esquemas narrativos (Don Clorato de Potasa, 1929).
3. La Narrativa de los Años 30 Hasta la Guerra Civil
Esta corriente rechaza el arte evasivo, buscando la rehumanización y la preocupación social. Reivindica a las masas proletarias frente a la burguesía. Sus representantes son:
- Joaquín Arderíus (Campesinos)
- Andrés Carranque de Ríos (Cinematógrafo)
- Ramón J. Sender (Siete domingos rojos, Mr. Witt en el Cantón)