Novela Española del Siglo XX (1900-1970)
Modernismo y Generación del 98 (1900-1914)
A principios del siglo XX, la novela española se caracteriza por el auge del realismo y naturalismo, con autores como Vicente Blasco Ibáñez y su obra Arroz y tartana. En 1902, se publican cuatro obras clave: Amor y pedagogía de Unamuno, La voluntad de Azorín, Camino de perfección de Pío Baroja y Sonata de Otoño de Valle-Inclán. Esta generación se distingue por su crítica a los problemas de España, un pesimismo histórico, la influencia del existencialismo, el surgimiento del patriotismo y el subjetivismo, buscando la sobriedad en la expresión.
Pío Baroja
Baroja critica la crueldad humana y proyecta en sus personajes un anhelo de acción. Su novela es de género abierto, con protagonistas inadaptados que fracasan en su lucha vital. Sus obras se organizan en trilogías, destacando Tierra Vasca, La lucha por la vida y La raza. Se distinguen dos etapas en su obra: hasta 1912, con obras como El árbol de la ciencia, y la posterior, con relatos históricos como Memorias de un hombre de acción.
Miguel de Unamuno
Unamuno aborda los problemas de España. Innova en la escritura, dando importancia a diálogos y monólogos por encima del narrador, y crea las «nivolas». Sus obras destacadas son: Niebla, La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir.
Azorín
Azorín realiza análisis de percepción, con tramas mínimas y ensayos autobiográficos. Sus obras principales son La voluntad y Las confesiones de un pequeño filósofo.
Ramón del Valle-Inclán
Valle-Inclán introduce el esperpento, una deformación caricaturesca de la realidad. Otra técnica suya es la degradación de personajes mediante la animalización. Sus obras se dividen en dos periodos: modernismo, con Sonata de Otoño, y esperpento, con Tirano Banderas y Ruedo Ibérico.
Novecentismo (1914-1936)
El Novecentismo se caracteriza por la claridad racional, la defensa del europeísmo, la racionalización política, la huida del sentimentalismo y la preocupación por el lenguaje. Destacan ensayistas como José Ortega y Gasset con La deshumanización del arte y Eugenio D’Ors con Glosario. En novela, sobresalen Wenceslao Fernández Flórez con El bosque animado, Gabriel Miró con Las cerezas del cementerio y Ramón Pérez de Ayala con Luna de miel.
Las Vanguardias (1920-1936)
Las vanguardias se manifiestan con el culto al progreso y lo lúdico. Abordan temas como el erotismo y la urbe cosmopolita. Destacan autores como Ramón Gómez de la Serna con La vida blanca y negra y Benjamín Jarnés con Locura y muerte de nadie.
Novela de la Posguerra (1939-1970)
La posguerra española, marcada por una crisis política y social, se conoce también como la Edad de Plata. En los años 40, surge la novela existencialista, que expresa la angustia vital, con temas como la soledad y la muerte, y personajes marginales y violentos en espacios cerrados. Camilo José Cela, con La familia de Pascual Duarte (1942), introduce el tremendismo. También destacan Carmen Laforet con Nada y Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada.
En los años 50, prevalece el realismo en sus variantes objetivista y lírica (Ana María Matute, Los Abel). La novela social, con personajes colectivos, estilo directo y situaciones cotidianas en espacios reducidos, tiene como exponentes a Cela con La colmena, Delibes con El camino y Alfonso Grosso con La zanja. La novela del exilio, con el tema de la infancia, España y el exilio, se representa en Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender.
Los años 60 marcan el inicio de la novela experimental, con innovaciones y una visión comprometida de la realidad. Se centra en la experimentación verbal, con rasgos como el enfoque existencial, la estructura en secuencias, el punto de vista múltiple con monólogo interior y un lenguaje culto y experimental. Destacan Luis Martín Santos con Tiempo de silencio y Delibes con Cinco horas con Mario.
En los años 70, la novela experimental se modera, se recuperan las historias y los géneros narrativos, con temas existenciales y sentimentales. Eduardo Mendoza, con La verdad sobre el caso Savolta, y Manuel Vázquez Montalbán, con Los mares del sur, son autores representativos de esta época.