Análisis de la sociedad coetánea del autor
El escritor observa detenidamente la realidad y la recrea en su obra. En su intento de crear dentro de la obra una sociedad real y dar verosimilitud a su creación, utiliza varias técnicas:
- Enlaza aspectos históricos reales (personajes, fechas, lugares, acontecimientos…) con elementos de ficción.
- Se describen minuciosamente los lugares y ambientes.
- Los personajes también son descritos en profundidad. Por eso, observamos los siguientes aspectos:
- Hay profundización en su psicología.
- Hablan como corresponde a su clase social por lo que aparecen vulgarismos.
- Aparecen coloquialismos en un intento por reproducir una forma de hablar cotidiana. Este hecho no se da solo en la forma de hablar de los personajes sino, a veces, en las intervenciones del narrador.
- Aunque haya algunos personajes principales, se suele describir todo un entramado social.
Crítica social
Hay una crítica a ciertos aspectos de la sociedad (aunque la crítica será mayor o menor dependiendo del autor): hipocresía, falsa religiosidad, corrupción moral, avaricia…
Técnicas narrativas
- Hay un narrador omnisciente que conoce a sus personajes a fondo y nos informa de sus pensamientos y deseos.
- Se utiliza el monólogo interior y el estilo indirecto libre. En el primer caso, se reproduce el fluir del pensamiento del personaje. En el segundo caso, el narrador reproduce las palabras que tendría que decir el personaje sin ninguna marca de que se trata de las palabras de este.
Etapas del Realismo en España
Novelas de tesis (década de los 70)
La Revolución del 68 hizo pensar a muchos españoles, incluidos los escritores, que España estaba cambiando. Ante estos cambios los escritores adoptan dos posturas diferentes que se verán reflejadas en sus novelas: unos defienden el pasado reciente y otros luchan porque triunfe el progreso.
El primer grupo, el de los escritores conservadores, vuelve nostálgicamente la mirada hacia la España del pasado, la que ellos creen la verdadera España, pues la surgida tras la revolución es un producto extranjero, implica la ruptura de los valores inherentes a la raza. Por ello buscan la España eterna no en el pasado, como los románticos, sino en el campo, en las sociedades rurales donde el tiempo se ha detenido y los males de la civilización no han degradado la vida. La defensa de este mundo la hacen por dos caminos: defienden la religión en todo lo que esta tiene de oscurantismo y de evitar el progreso; y también consideran que la cultura es enemiga del hombre porque conduce a la duda y la incredulidad religiosa. Para ellos hay que tener una fe ciega y sin preguntas. En este grupo se sitúan, entre otros, José Ma de Pereda, autor de Peñas arriba, y Benito Pérez Galdós y Vicente Blasco Ibáñez. Estos están a favor del progreso y contra el catolicismo tradicional. Los protagonistas de sus novelas son personajes urbanos, educados y ajenos a la religiosidad que luchan por la mejora de la sociedad.
Sus antagonistas son personajes rurales anclados en el pasado y en una falsa religiosidad exenta de caridad. En realidad, estos escritores liberales no atacan la religión en sí misma sino el simulacro de vida religiosa, la hipocresía, la utilización de la religión por las fuerzas que están en contra del progreso.
Realismo naturalista
El naturalismo es la expresión más radical del Realismo. Describe con crudeza los ambientes sociales más bajos. Intenta demostrar que la personalidad es fruto del ambiente social. Es una novela combativa, de denuncia de las desigualdades. En España no se dio un naturalismo radical, ya que los autores observan la realidad minuciosamente pero no se complacen en los detalles crueles y desagradables.
Los autores más puramente naturalistas en España fueron Emilia Pardo Bazán, autora de Los pazos de Ulloa, y Vicente Blasco Ibáñez, que escribió Arroz y tartana (sobre comerciantes), La barraca (sobre agricultores) y Cañas y barro (sobre pescadores). En las obras de Blasco Ibáñez aparecen personajes desesperados que se comportan de forma violenta.
En realidad, en España la mayoría de los autores no se adscribieron al Naturalismo sino a una versión más suave del mismo: Realismo naturalista. Aquí, los personajes cobran gran profundidad psicológica. La personalidad se interpreta como algo dinámico que se gesta continuamente por la interacción entre el carácter natural y la sociedad, agente ambiental. Las dos novelas más representativas son Fortunata y Jacinta de Galdós y La Regenta de Clarín.
Realismo espiritual
Esta fase del Realismo surge por influencia del novelista ruso León Tolstoi. Este hombre, conde de nacimiento, renegó de su clase y se lanzó a un cristianismo de raíz evangélica; atendió especialmente a los campesinos, que vivían en condiciones lamentables. Esta actitud no era sólo una pose literaria sino una actitud profundamente vital, hecho que le llevó al final a abandonar la literatura para dedicarse a la predicación moral.
Los escritores españoles, especialmente Galdós, se dan cuenta de que la política, en la que confiaban para cambiar la sociedad, está corrupta y no soluciona nada. Ante esto abandonan la lucha social y propugnan que cada individuo debe luchar por mejorar el mundo a través de la ayuda a sus semejantes más próximos. De esta época son las novelas de Galdós El abuelo y Misericordia.