a) Lord Byron (1788-1824)
Por su vida, rebelde en lo político y escandalosa en las costumbres, representa el arquetipo del artista romántico. Abandonó Inglaterra para vivir en Italia y fue a Grecia para luchar contra los turcos. Allí murió de unas fiebres.
Los personajes de Byron, héroes o antihéroes, están dotados de gran talento y pasión, de oscuro pasado, frustrados por un amor imposible debido a los límites impuestos por la sociedad o la muerte; mantienen una actitud rebelde, fruto de su aversión por la sociedad y por las instituciones sociales, son egoístas y solitarios. Influyeron notablemente en los autores de este período.
Su primera obra importante es La peregrinación de Childe Harold, inspirado por su viaje por el Mediterráneo. Describe los viajes y reflexiones del protagonista, Harold, trasunto del autor. Se trata de un hombre joven hastiado del mundo, desilusionado de una vida de placer y deleite, mientras goza de los paisajes de las tierras extranjeras por donde va pasando. En sentido amplio, es la expresión melancólica de una generación harta de las guerras post-revolucionarias. En ella introduce al héroe byroniano, de tan gran influjo posterior: inteligente, sensible, refinado, también rebelde, marginal, arrogante y cínico. Seduce a las mujeres, aunque es siempre un héroe en apuros. Compone al tiempo otros poemas de argumento oriental o medieval, en los que aparece el tema central de Byron, la exaltación de la libertad y de la grandeza del individuo.
Otro grupo destacable son sus poemas narrativos, como El infiel, La novia de Abydos, El corsario o Caín, que refleja la rebelión romántica.
Su gran obra, Don Juan (1819-24), fue uno de los más importantes poemas extensos publicados en Inglaterra. El joven don Juan inicia en Sevilla una peregrinación, involuntaria, de amor en amor, que le lleva a Oriente y a Inglaterra. Don Juan se convierte en una burla del espíritu romántico, más que un seductor, es él el que resulta seducido; es una «sátira épica». El carácter de caricatura se da aún más en el estilo y tono, en el que se complace en la ironía conversacional con que se ríe de su propio estilo y de la literatura de su tiempo. Su influencia fue enorme en todos los órdenes.
La lírica de Byron es irregular y hoy se le acusa de posar y de ser retórico. En sus formas, resulta en realidad un tanto superficial y arcaizante, una pervivencia del XVIII con adición de estampas y actitudes románticas. Sin embargo, tiene poemas inspirados, de gran imaginación y sinceridad; fue muy admirado e imitado por sus contemporáneos.
b) John Keats (1795-1821)
De familia modesta, perdió pronto a su padre y después a su madre. Comenzó a estudiar para cirujano, pero lo abandonó para dedicarse a la literatura. Amigo de Shelley y Byron. Siguiendo el consejo de los médicos, viaja a Italia para cuidar su tuberculosis, enfermedad que se había llevado a su madre y su hermano, pero muere allí.
Frente a la exaltación romántica del Yo y de la «sinceridad» confesional, aboga por la desaparición de la subjetividad en el poema, el poeta debe ser neutral, sin identidad «está continuamente rellenando y sustituyendo algún cuerpo». Según él, no busca pensamientos, sino sensaciones; su actitud es estética, a veces humorística y otras sensual, pero huyendo del exceso de anécdotas y penas personales.
Entre sus leyendas en verso, destaca Endymion (1817-1818), un largo poema narrativo inspirado en el mito griego de Endimión, el pastor dormido por la Luna para preservar su belleza. Recibió duras críticas, ya que no se comprendió su originalidad creadora, la inseguridad estructural y estilística de un trabajo primerizo, pero también la atmósfera mágica y el aire mitad creado mitad percibido.
Más trascendencia tiene Hyperion; es un largo poema épico –incompleto– que narra la derrota de los titanes por los dioses, que instauran un nuevo orden, caracterizado por la belleza y la perfección. Nos presenta un conflicto de poderes, el paso del viejo al nuevo orden, con la caída y triunfo de los dioses.
Lo mejor de la obra de Keats son sus poemas breves. Sus sonetos son, probablemente, los más perfectos de la lengua inglesa. Además, es autor de cinco grandes odas: Oda a la indolencia, Oda a la melancolía, Oda a un ruiseñor, Oda a Psique, Oda a una urna griega, esta última sobre el poder inmortalizador de la belleza, con una imaginación y un lenguaje totalmente nuevos. El estilo es mucho más rico y concentrado que el de las leyendas. En Oda al Otoño, su poema más acabado, la noción de que la belleza perece lleva a una gozosa contemplación de la belleza misma.
6.2.2. Gran Bretaña
En Inglaterra el influjo francés nunca había sido tan fuerte como en otros países europeos, por lo que el clasicismo tuvo menos arraigo. A la tradición propia se unió la influencia del falso Ossian, al que se consideró un modelo nórdico que oponer a los grecolatinos y del visionario Blake. El Romanticismo inglés es, por lo general, más intimista que el del continente, y tiende a utilizar un lenguaje menos retórico y más conversacional. Se sucedieron dos generaciones de poetas: los laguistas, Wordsworth y Coleridge, vivieron en el Norte, en la región de los lagos. Cuando su postura derivó hacia el conservadurismo, aparece una nueva generación, los satánicos, que exaltan la pasión y la rebeldía, famosos por los escándalos que promovieron con su vida y sus ideas. A ellos pertenecen Byron y Shelley y, al menos cronológicamente, Keats.