Análisis de la obra ‘Crónica de una muerte anunciada’ de Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez y el Boom Latinoamericano

Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Pertenece al grupo de narradores que impulsaron la narrativa hispanoamericana en los años 60. Compaginó su actividad periodística con la escritura de cuentos y novelas cortas; entre estas últimas encontramos La hojarasca, Relato de un náufrago, El coronel no tiene quien le escriba o La mala hora. Todas ellas anticipan el rico universo mítico-literario de su novela cumbre, Cien años de soledad, publicada en 1967. Continuó con la publicación de obras geniales como El otoño del patriarca y El amor en los tiempos del cólera. También Crónica de una muerte anunciada, publicada en 1981, pertenece a este grupo. Un año más tarde, el autor fue galardonado con el premio Nobel de Literatura. En 1999 le fue diagnosticado un cáncer linfático y esto le llevó a empezar a escribir sus memorias: Vivir para contarla e Historia de mis putas tristes.

El Boom Latinoamericano

El Boom latinoamericano hace referencia a la literatura hispanoamericana publicada a partir del tercer cuarto del siglo XX que dio difusión en Europa a autores del sur del continente americano. García Márquez es uno de los representantes de esta corriente. Las novelas del Boom se distinguen por tener una serie de innovaciones técnicas en la narrativa latinoamericana, desarrollando el Realismo Mágico e introduciendo técnicas vanguardistas de narración. Así nacía una literatura más vibrante e imaginativa.

Realismo Mágico

Gabriel García Márquez pertenece al Realismo Mágico, un movimiento caracterizado por la combinación de elementos fantásticos y fabulosos con el mundo real, que el autor desarrolla en escenarios americanos, reflejando, mediante sus personajes, el tipismo del lugar con sus grandes problemáticas socioculturales entretejidas con el mundo fantástico; así se crea un equilibrio entre una atmósfera mágica y la cotidianeidad, quebrantando las fronteras entre lo real y lo irreal y ubicando cada uno de estos en el lugar del otro. Este movimiento plantea como un suceso común, tanto para el lector como para los personajes de la obra, las escenas y hechos fabulosos y, a su vez, brinda el carácter fantástico e irreal a los actos de la vida común. Es precisamente esta parte ilógica del Realismo Mágico el eje central del movimiento literario.

Análisis de ‘Crónica de una muerte anunciada’

“Crónica de una muerte anunciada”, que pertenece al género narrativo y que recordemos había sido publicada en 1981, es una de las obras geniales del autor, Gabriel García Márquez. En concreto, nos centramos en el fragmento en el que Bayardo San Román, marido de Ángela Vicario, se presenta en su casa mientras ella bordaba a máquina con sus amigas.

Título y Temas

El título, “Crónica de una muerte anunciada”, refleja que el eje conductor de la obra es la muerte, aunque en el fragmento no se manifieste. Se refiere al hecho de que la muerte de Santiago Nasar fue muy anunciada, conocida por todos desde horas antes de que fuera consumado el crimen que causó la muerte. También a lo largo de la obra es muy importante el sueño, pues es el medio de expresar el subconsciente. Ángela Vicario nos habla de uno que ella tiene. La ruptura de la linealidad temporal, que determina la estructura de este fragmento, es un elemento muy significativo. Asistimos a constantes saltos hacia atrás y a la evocación anticipada de hechos futuros, aunque esto último no se aprecia en el fragmento.

El tema principal de la obra es la venganza. Respecto a ella, el autor se manifiesta en contra alegando la relación de esta con problemas mayores. Ligados a la venganza, emergen otros temas como la educación, la honra o la fatalidad. El tema del fragmento, situado en el último cuarto de la obra, es el perdón de Bayardo San Román a Ángela Vicario tras 17 años en los que ella le escribe y se enamora cada vez más de él.

Personajes

Aparecen a lo largo de la obra numerosos personajes; los más importantes son:

  • Santiago Nasar: el protagonista de la novela. Tras la muerte de sus padres se vio obligado a abandonar los estudios y hacerse cargo de la hacienda familiar. Con 21 años, este personaje es un hombre adinerado y formal, alegre, pacífico, y de corazón fácil. Es un personaje plano, no presenta ningún conflicto psicológico y no evoluciona a lo largo de la novela.
  • Ángela Vicario: hija menor de una familia de recursos escasos, había sido educada para casarse; aprendió a bordar, coser a máquina, tejer, lavar y planchar, y cuidar de los enfermos. Pronto Bayardo se fijó en ella y la quiso tomar por esposa. El matrimonio no llegó a consumarse, porque Bayardo descubrió en la noche de bodas que no era virgen. Después de ser rechazada, sus hermanos quisieron recuperar su honor matando a Santiago, el supuesto amante.
  • Bayardo San Román: era un hombre culto e inteligente, de unos treinta años. Tenía una gran fortuna y era honrado, amable y encantador, a la vez que orgulloso.
  • Pedro y Pablo Vicario: son hermanos gemelos, de veinticuatro años. Pablo, fue más imaginativo y resuelto hasta la adolescencia. Pedro Vicario era más sentimental y autoritario. Este último fue el que tomó la decisión de matar a Santiago Nasar al principio, pero después de haber sido desarmados por el alcalde, fue Pablo quien asumió el mando. Son obstinados y un poco agresivos, aunque tienen las ideas claras.

Espacio y Tiempo

La novela está ambientada en la Aracataca de la segunda mitad del siglo XX, pueblo natal del autor que desemboca en el mar Caribe. En diversas ocasiones hace referencia a municipios, como Manaure o Riohacha, en los que sabemos que hay un puerto, una plaza y algunas casas. Este último cuarto se desarrolla en un pueblo vecino al que se traslada Ángela Vicario al querer huir de la situación.

Cuando la obra empieza el protagonista ya ha muerto; sin embargo, acaba en el momento en el que este muere. El tiempo, por tanto, es cíclico y se atomiza, se descompone en momentos. Pero no solo se retrocede en el tiempo para contar lo sucedido veintitrés años antes, sino que además se narra el futuro de los personajes supervivientes. A pesar de ello, la novela ni siquiera tiene la duración de un día. El fragmento corresponde al momento 17 años después de la muerte de Santiago Nasar en el que Bayardo San Román, después de perdonar a Ángela Vicario, aparece para quedarse.

Justificación del Carácter Literario

En esta obra se mezcla con realismo el estilo narrativo con pinceladas de redacción periodística (crónica) y novela policiaca. Abundan también las descripciones impresionistas y los diálogos, en muchos casos en estilo directo.

Además encontramos:

  • Narrador omnisciente: que conoce todo acerca de los personajes; alterna la 1ª y la 3ª persona y se sirve del estilo directo para ahondar más en la mente de los personajes: “Se me revolvían las tripas de solo verla – me dijo -, pero no podía verla sin acordarme de él. “ A veces no se me ocurría qué decir-me dijo muerta de risa-, pero me bastaba con saber que él las estaba recibiendo”.
  • Registro coloquial: (“muerta de risa”; “escribiendo sin cuartel”) que contrasta con la elevada retórica de ciertos fragmentos (“ Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas” Cuantas más cartas mandaba, más encendía las brasas de su fiebre, pero más calentaba también el rencor feliz que sentía contra su madre”.)
  • Detallismo en las descripciones: (“llevaba la maleta de la ropa para quedarse, otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por sus fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores, y todas sin abrir.”)
  • Figuras literarias:
    • Antítesis: “el odio y el amor son pasiones recíprocas”, “el rencor feliz” y “cansada de llorar, se burlaba de su propia locura”.
    • Metáfora: “cuántas más cartas mandaba, más encendía las brasas de su fiebre”.
    • Símil: “su vida de casada devuelta seguía siendo tan simple como la de soltera”, “era como escribirle a nadie”.
    • Enumeración: “al principio fueron esquelas de compromiso, después fueron papelitos de amante furtiva, billetes perfumados de novia fugaz, memoriales de negocios, documentos de amor, y por último fueron las cartas indignas de una esposa abandonada”.
    • Paralelismo: “se volvió lúcida, imperiosa, maestra de su albedrío”. “Seis veces cambiaron la empleada del correo, y seis veces consiguió su complicidad”.
    • Hipérbole: ” se me revolvían las tripas…. él.
    • Personificaciones: ”cartas febriles”, “noches de buen humor”.
    • Asíndeton: “lúcida, imperiosa, maestra de su albedrío”.
    • Sinestesia: “más calentaba también el rencor”.
  • Lenguaje: El autor utiliza un lenguaje cuidado y en muchas ocasiones culto; sin embargo, también encontramos diversos vulgarismos. Esta utilización del lenguaje deriva de la existencia de varias personas –con distintos niveles educativos- que actúan, según el momento, como narradores de la historia. A lo largo de la obra –así como del fragmento- García Márquez nos muestra los diálogos de los personajes y la descripción de estos últimos. Para ello utiliza oraciones concisas, limpias y claras. Además sabe aunar el estilo periodístico y el mítico heredado del Realismo Mágico. Resultado de ello los hechos se tratan con cierta ironía.
  • Campos semánticos:
    • Sentimiento: ”odio”, “amor”, “rencor”.
    • Escritura: Papelitos, billetes, documentos, cartas.
    • Vestimenta: camisa, correa, alforja, maleta, ropa.
    • Cronología: “una noche de buen humor”, “una madrugada de vientos”,”los viernes en la tarde”, un mediodía de agosto.
  • Sustantivos: concretos (tripas, amigas, máquina, lágrimas, cuerpo) y abstractos (destino, odio, amor, rencor, servidumbre).
  • Adjetivos: especificativos (“amante furtiva”, “carta semanal”, “rencor feliz”, “casad devuelta”).
  • Tiempos verbales: Predominio de pretérito perfecto simple (“fueron, “habló”) y pretérito imperfecto (“Estaba, empezaba a caer, necesitaba, tenía ”, “llevaba”).
  • Oraciones: simples y compuestas, aportando variedad y cohesión al texto.
  • Modalidad oracional: enunciativa y exclamativa (“¡Pero era él, carajo, era él!”).

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