El Teatro Romántico
El teatro romántico rechaza la regla de las tres unidades, rompiendo la unidad de acción, tiempo y lugar. Mezcla lo trágico con lo cómico y la prosa con el verso para representar las múltiples posibilidades del género dramático. La escenografía intensifica el clima trágico o el ambiente de misterio de las obras teatrales. El final trágico representa el destino de quien no se ciñe a las reglas sociales y morales.
José Zorrilla
José Zorrilla fue uno de los autores dramáticos más famosos del Romanticismo. Su obra de teatro Don Juan Tenorio, inspirada en un personaje del Siglo de Oro, muestra temas como la libertad, el amor y la relación del ser humano con la muerte. En las obras de Zorrilla, la acción tiene más importancia que el análisis de los personajes y sus conflictos, y están escritas con un lenguaje sencillo.
Duque de Rivas
Ángel de Saavedra, duque de Rivas (1792-1865), escribe sus primeras obras con clara influencia neoclásica. Pero es su producción posterior la que lo convierte en uno de los escritores más representativos del teatro romántico español.
Obra: Don Álvaro o la fuerza del sino
Personajes: El Duque de Rivas, Doña Leonor, el Padre, Don Carlos, otro hermano de Leonor
El Realismo
En el Realismo, la nobleza y la alta burguesía controlan el poder político y económico, mientras que los campesinos y proletarios viven en la pobreza. El arte refleja esta realidad de forma exacta.
Características de la Literatura Realista
El arte como espejo y denuncia de la realidad
Los escritores del Realismo muestran la realidad tal cual es, para que el lector juzgue y actúe.
Observación y descripción objetiva de la realidad
La literatura, como el arte, intenta parecerse a las ciencias experimentales: observa y estudia las distintas clases sociales y a los sujetos individuales, con sus características personales, físicas y psicológicas. La novela se convierte en el género preferido.
Características de la Novela Realista
Los temas
Reflejan la sociedad contemporánea de los lectores de la época y sus ideas.
El narrador
Es omnisciente y sabe todo lo que piensan y hacen los personajes de su novela.
Los personajes
Son figuras representativas de los distintos grupos sociales. Burgueses, pueblo llano y las clases más desfavorecidas de la sociedad comparten protagonismo literario.
La acción
Empieza a mitad de la historia y avanza de manera lineal hasta el final de los acontecimientos.
El espacio
Se corresponde a lugares concretos y reconocibles.
El tiempo
Externo: contemporáneo a los lectores. Interno: suele avanzar de manera lineal, aunque a veces retrocede para mostrar sucesos del pasado que influyen en el presente de los personajes.
El lenguaje
Es sencillo y natural. Los diálogos reflejan el carácter y el nivel social de los personajes.
La Novela Realista
La novela se convierte en el reflejo de la sociedad como forma de entretenimiento de la burguesía, pero también con el propósito de concienciar a los lectores y denunciar las injusticias. En las novelas realistas abundan las descripciones de personajes y ambientes, que muestran cómo el nivel sociocultural y las condiciones de vida influyen en el comportamiento de los personajes.
Benito Pérez Galdós
El espíritu humanista impregna todos los textos de Galdós.
– Los Episodios nacionales
Son la historia novelada de los acontecimientos sucedidos desde la derrota de la flota española en Trafalgar (1873) hasta la restauración de la Monarquía en Cánovas (1912).
– Las novelas de tesis
En ellas, Galdós expone el conflicto de dos posturas irreconciliables a través de protagonistas planos. Interesa el enfrentamiento entre el bien y el mal.
– Las novelas realistas
Reflejan la complicada realidad social de su tiempo. Los personajes son complejos. La mejor novela de esta etapa es Fortunata y Jacinta (1887).
– Las novelas espiritualistas y simbólicas
En sus últimos años, Galdós se centra en los aspectos espirituales del ser humano y trata de encontrar el sentido de la vida. Pertenece a este grupo Misericordia (1897).
Misericordia
Cuenta la historia de Benina (Nina), una sirvienta ya anciana, y doña Francisca, su señora, una burguesa venida a menos. Nina se encarga de mantener a doña Francisca pidiendo limosna a escondidas. Nina y Almudena, un marroquí ciego que también pide en la iglesia, representan todo cuanto hay de generosidad y de bondad en el ser humano. Doña Francisca recibe una herencia, hecho imprescindible para el desarrollo final de la novela.