Crónica de una Muerte Anunciada: El Destino Inevitable de Santiago Nasar
Introducción
El fragmento pertenece al último capítulo de la novela Crónica de una Muerte Anunciada (1981) de Gabriel García Márquez, un autor colombiano que impulsó el boom de la narrativa hispanoamericana. Esta obra, enmarcada en el realismo mágico, fusiona elementos sobrenaturales y cotidianos, enriqueciéndose con técnicas como el monólogo interior y la multiplicidad de planos.
El Fragmento
El fragmento narra la actuación de Santiago Nasar tras ser apuñalado por los hermanos Vicario. Plácida Linero, su madre, descubre que su hijo no ha entrado en casa y lo encuentra ensangrentado frente a la puerta. Santiago se levanta, rodea la casa sujetando sus tripas y se desploma en la cocina.
Temas Principales
relacionado con la inocencia de
Santiago y el sacrificio bárbaro del asesinado, que son propios de la tragedia griega.
Además, encontramos el honor que es el gran tema de la obra y está relacionado con la
muerte de Santiago Nasar a causa de la deshonra de Ángela. El deshonor es el
desencadenante de la acción de la novela y el autor muestra, mediante la ironía y la
exageración, la intención de condenar y ridiculizar el código de honor de la época.
El fragmento se estructura en cuatro partes: en la primera parte, que se corresponde con el
primer párrafo, el narrador realiza una introducción para presentar al protagonista, Santiago
Nasar, a su madre, Plácida Linero, a sus asesinos, los gemelos Vicario, y el ambiente que
había en el pueblo el día del crimen; la segunda parte, que abarca hasta la mitad de la
tercera línea del segundo párrafo describe lo que hizo Santiago Nasar hasta entrar en la
casa para morir. A continuación, se desarrolla la tercera parte, en la que el protagonista
entra en la casa, habla con la niña Wene y se desploma en el suelo de la cocina.
Son muchos los personajes que aparecen en la obra representando a todas las clases
sociales del pueblo. Los aludidos en el texto son los siguientes:
Santiago Nasar es el protagonista, es soñador, alegre y pacífico, aunque en este fragmento
se muestra como un moribundo despojado de su dignidad y de su condición humana:
“llevando en las manos el racimo de sus entrañas” con un “terrible olor a mierda”.
Plácida Linero es la madre de Santiago Nasar. En este fragmento, ve a su hijo tratando de
levantarse de su propia sangre y se da cuenta de que ha muerto porque ella cerró la puerta
de su casa creyendo protegerlo. Es, de este modo, otra víctima del destino.
Pablo y Pedro Vicario son los hermanos gemelos de Ángela Vicario, actúan como una
unidad y se convierten en los antagonistas de la historia. En este fragmento han atacado a
Santiago Nasar y corren, siendo perseguidos por los árabes.
La familia Lanao y Wenefrida Márquez son otros personajes que aparecen en este
fragmento, como el resto de los habitantes del pueblo.
El narrador reconstruye los hechos desde varias perspectivas: las declaraciones realizadas
ante el juez, los recuerdos del propio narrador y las entrevistas realizadas por este a los
testigos y protagonistas del suceso. Por tanto es un narrador múltiple: es narrador testigo
porque estuvo presentó en los hechos(“Mi tía Wenefrida Márquez estaba desescamando un
sábalo”), es un narrador cronista que escribe lo ocurrido («Oímos la gritería −me dijo la
esposa”) y además funciona prácticamente como un narrador omnisciente (“Plácida Linero
se asomó a la ventana de la plaza y vio a los gemelos Vicario que corrían”).
La acción de la novela transcurre en Arataca, el espacio donde se desarrolla este fragmento
se sitúa precisamente entre la plaza del pueblo y la puerta de la casa de Santiago Nasar. El
hecho de que los hermanos Vicario le ataquen precisamente cuando está a punto de
alcanzar la seguridad de su casa está cargado de simbolismo: es imposible escapar del
destino.
El tratamiento retrospectivo del tiempo es un rasgo de la novela de los años 60 y de esta.
Todo ocurre en una hora, pero la novela no avanza cronológicamente, sino que aparecen
numerosos saltos al pasado y al futuro, ya que las entrevistas con los protagonistas y
testigos suceden 20 años después y cuando escribe la crónica es 27 años después. El
tiempo es circular, como la estructura de la novela porque comienza en el desenlace y se
reconstruye la historia hasta volver al final.
El realismo mágico se caracteriza por insertar lo extraordinario dentro de la normalidad de lo
cotidiano, lo muestra Santiago al responder a Wenefrida con las palabras: “Que me
mataron, niña Wene”. Además, por el predomino de la desmesura, que se ve tras haber
sido apuñalado el protagonista: “Santiago Nasar empapado de sangre, llevando en las
manos el racimo de sus entrañas”. También se aprecia en la ilogicidad en uno de los actos
más inauditos en medio de la macabra escena: “Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la
mano la tierra que le quedó en las tripas”.
García Márquez se decide por un estilo sencillo y directo, propio de la crónica periodística.
Utiliza el registro coloquial cuando hablan los personajes del pueblo: “Lo que nunca pude
olvidar fue el terrible olor a mierda”. Sin embargo, en las intervenciones del narrador
omnisciente recurre a un registro formal: “Santiago Nasar caminaba con la prestancia de
siempre, midiendo bien los pasos, y que su rostro de sarraceno con los rizos alborotados
estaba más bello que nunca”.
Las modalidades discursivas que predominan son el diálogo ( “−¡Santiago, hijo −le gritó−,
qué te pasa! (…) −Que me mataron, niña Wene –dijo”) y la descripción (“Estaba más bello
que nunca”) debido a que se trata de una crónica realista.
En lo que respecta a las figuras literarias, la novela tiende a un rico empleo de recursos a
pesar de la sencillez y el estilo periodístico que utiliza García Márquez. Sin embargo, en
este fragmento, apenas encontramos ejemplos, a excepción de alguna metáfora, como “el
racimo de sus entrañas” o “su rostro de sarraceno”.