REALISMO Y NATURALISMO
Se han distinguido dos tendencias que, aunque poseen un mismo origen y comparten una misma intención, se separan en algunos aspectos. Estas dos tendencias son el Realismo y el Naturalismo. Desde el punto de vista literario, se ha usado el término de realismo como un concepto que puede ser aplicado a obras anteriores al s. XIX, si por realismo entendemos el «dar una importancia a la realidad objetiva». Es evidente que obras como el Poema de Mío Cid, el Lazarillo de Tormes o El Quijote, pueden ser consideradas «realistas», ya que en ellas prima el reflejo de una realidad objetiva concreta, aunque puedan servirse de argumentos de ficción. En ellas, pues, se identifica realismo con verosimilitud. Según este punto de vista, el realismo sería una técnica literari que se opondría al idealismo o a lo maravilloso. Pero el realismo, en la historia literaria, no sólo es una técnica, sino que también es un movimiento literario que llena toda la segunda mitad del s. XIX y que tuvo su origen en Francia con tres novelistas como Stendhal, Flaubert o Balzac. Un movimiento que, pretende poner los pies en la realidad objetiva, como fruto de una nueva sociedad (la burguesa), de una nueva filosofía (el positivismo) y de la preeminencia de lo científico (Revolución Industrial). A la segunda tendencia artística de la segunda mitad del siglo se le ha llamado Naturalismo. Desde el punto de vista literario, el naturalismo es un concepto estético que hace de las producciones de la Naturaleza su único objeto de representación. Sin embargo, en literatura, es costumbre entender el término como una representación extremada, desagradable incluso, de la realidad. Se denomina Naturalismo a un período concreto de la historia literaria (el último tercio del s. XIX, aproximadamente) que se basa en la exageración de los procedimientos del Realismo y en su dependencia del positivismo y del cientifismo que comienza a difundirse por Europa a partir de 1850. Los naturalistas querrán aplicar a la literatura (a la novela, sobre todo) los nuevos métodos científicos (análisis empírico) de la Biología, la Física, la Medicina, etc…
2. Ciencia y filosofía en la segunda mitad del s. XIX
El nacimiento del nuevo movimiento literario no se produce por generación espontánea, sino que se explica por las peculiaridades de la vida en la segunda mitad del siglo. Vamos a repasar ahora algunos de los fenómenos que explican el nacimiento del nuevo movimiento y cómo se relacionan con la creación literaria.
2.1. LA NUEVA FILOSOFÍA
La base teórica del nuevo movimiento literario va a ser una escuela filosófica llamada Positivismo, inaugurada por el francés Augusto Comte y que llega a su momento de máximo esplendor con la publicación del Curso de filosofía positiva en la década de los 50. El Positivismo reduce el objetivo del conocimiento humano a los llamados «hechos positivos”. Comte, afirmaba que la razón humana «tenía que prescindir de preocupaciones teólogicas y metafísicas» para reducirse al estudio de las ciencias positivas (Matemáticas, Física, Biología, Química, etc…). La teoría positivista pretendió, establecer períodos en la vida del hombre. Con esta intención, Comte formuló su teoría de los «estados». Teológico, Metafísico, Positivo y la Mente humana. La teoría positiva tuvo una gran importancia en los literatos de la época. Sus tesis fundamentales contribuyeron al nacimiento de una novela fundamentalmente agnóstica, preocupada fundamentalmente por la realidad externa y por las cuestiones sociales.
2.2. EL CIENTIFISMO
Como consecuencia de la filosofía positiva, y apoyándose en los «sorprendentes» avances científicos, toda la segunda mitad del siglo va a estar dominada por la exaltación de la ciencia, que se va a convertir en un verdadero «dios», lo mismo que había sucedido con la razón en el s. XVIII o con el sentimiento en el Romanticismo. El hombre de la época va a confiar en los poderes casi ilimitados de la ciencia como respuesta a los grandes interrogantes de la vida. Todo debe apoyarse en datos demostrables, como exige el hombre del «estado positivo»; y esto es perfectamente aplicable a las obras literarias. En las novelas, el cientifismo puede demostrarse, simplemente, con la alusión al nacimiento de dos géneros novelísticos nuevos: la novela policíaca y el relato de anticipación.
2.2.1. La novela policíaca
A mediados del siglo cuando comenzarán a divulgarse en Francia los relatos del americano Edgar Allan Poe (1809-1849) que traerán como consecuencia el que muchos autores comiencen a escribir relatos en los que se presenta una acción criminal llena de misterio. Es a partir de 1870 cuando se van a multiplicar los relatos policiacos, dentro de los que destaca la obra de Arthur Conan Doyle (1859-1930), que se asegurará su éxito editorial con el detective Sherlock Holmes, gran defensor del método deductivo. La novela policíaca servirá para que el autor presente una realidad desagradable, descarnada, de acuerdo con los principios del Naturalismo literario.
2.2.2. La novela de anticipación
El verdadero creador del género es el francés Julio Verne (1828-1905) que, desde 1863, comienza a publicar una larga colleción de novelas en las que hace girar el argumento en torno a un descubrimiento posible (el submarino, la nave espacial, los rápidos viajes, etc…), dada la situación de la ciencia en la época.
2.2.3. Cientifismo y Naturalismo
El novelista francés Emile Zola, padre del movimiento naturalista, rompe en el último tercio del s. XIX con las limitaciones de la moral y de la estética, dando entrada en sus novelas a lo feo, lo inmoral y lo repugnante. En último lugar, Zola va a dar entrada en sus novelas, como personajes trágicos, a figuras extraídas de las capas más bajas de la sociedad que, hasta entonces, habían estado marginadas o utilizadas en fórmulas subliterarias (con excepciones ya conocidas, como la picaresca española). En la concepción naturalista de Zola, el novelista debe comportarse como si fuera un médico, y aplicar el método experimental de Claude Bertrand como si los personajes de sus novelas fuesen sus pacientes, de manera que el resultado, el desenlace de la novela y de los personajes, debe ser el resultado de la observación del comportamiento de los mismos y de la experimentación con las causas que provocan sus diferentes actuaciones, ya que, según la teoría determinista, el hombre no puede actuar en libertad, sino que sus actos dependerán de las condiciones sociales que le rodean.
3. Los condicionamientos sociales
La Revolución Industrial y el Capitalismo va a transformar totalmente la sociedad occidental, eliminándose la importancia de la aristocracia heredada y encumbrándose en la cima de la pirámide social la «aristocracia del dinero». En la base de la pirámide surgirá una nueva clase, el proletariado industrial, sometido a las necesidades de producción, desprotegido ante el poder de la burguesía y que vive en una situación próxima a la miseria. Buena parte de la literatura realista y, sobre todo, naturalista va a intentar reflejar esta situación de desequilibrio social, presentando los aspectos más negativos de la sociedad industrial.
5. Los temas en la novela realista y naturalista
El amor y sus problemas (diferencia de edad – La Regenta ; disparidades sociales – Tormento; confrontación ideológica – Doña Perfecta ; abismo psicológico y vital – Fortunata y Jacinta) , matrimonio y adulterio (desenlace fatal de la situación adúltera es el más frecuente – La Regenta ; el protagonista literario de estos hechos es siempre la mujer ) y dualismo religioso e ideológico.
4.1. EL NUEVO MOVIMIENTO EN EUROPA
El movimiento realista surge en Francia con la aparición del novelista Stendhal, que escribió sus novelas basándose en el análisis psicológico de los personajes y en la práctica de la observación. Según Stendhal, la novela debe ser «como un espejo colocado a lo largo del camino». Stendhal es un novelista que todavía está a caballo entre Romanticismo y Realismo: muchos de sus personajes y ambientes son románticos, pero su técnica es ya puramente realista: la descripción fiel de la realidad circundante. los verdaderos iniciadores del género fueron los novelistas Balzac y Flaubert. En el último tercio del s. XIX, otro francés, Emile Zola (1840-1902), da un paso adelante en la evolución del movimiento realista, incluyendo la novela europea en lo que se habría de llamar Naturalismo. Zola se preocupará de establecer claramente las bases teóricas sobre las que apoyará su creación literaria mediante la publicación de un gran número de artículos y ensayos.