La Guerra Civil y la ruptura literaria
La Guerra Civil española (1936-1939) marcó un punto de inflexión en la literatura española, interrumpiendo la brillante «Edad de Plata» que había visto florecer a autores de la Generación del 98, las Vanguardias y la Generación del 27. La guerra no solo dejó al país en ruinas, sino que también dispersó a sus grandes poetas: Unamuno, Lorca y Machado murieron; Juan Ramón Jiménez, Alberti y León Felipe se exiliaron; Miguel Hernández fue encarcelado. Pocos permanecieron, pero su presencia fue crucial para mantener viva la llama de la literatura en tiempos de silencio.
Miguel Hernández: Entre la Generación del 27 y la del 36
Miguel Hernández, figura puente entre la Generación del 27 y la del 36, fue un pastor en su infancia y un soldado republicano durante la guerra, lo que lo llevó a la cárcel, donde murió poco después. Su poesía, marcada por «tres heridas» (la vida, la muerte y el amor), explora el sentimiento trágico de la vida, el amor y el compromiso social y político, utilizando símbolos como elementos de la naturaleza, armas, puños, el toro y la oscuridad.
Su obra se divide en cuatro etapas:
- Barroquismo inicial: Perito en lunas (1934)
- Poesía amorosa y existencial: El rayo que no cesa, con la célebre «Elegía a Ramón Sijé».
- Poesía bélica: Viento del pueblo, con poemas que alientan a los soldados, lloran la muerte de Lorca y cantan al pueblo.
- Poesía desnuda y profunda: Cancionero y Romancero de ausencias (1938-1941), escrita en la cárcel, donde expresa el dolor de la ausencia y la esperanza a pesar de la destrucción de la guerra. Destaca «Nanas a la cebolla», dedicado a su hijo.
La posguerra: Poesía arraigada y desarraigada
Los años cuarenta, bajo una férrea censura, vieron surgir dos corrientes poéticas:
- Poesía arraigada: De corte clasicista, apoyaba el régimen franquista.
- Poesía desarraigada: Reclamaba una poesía más humana y existencial, reflejando la angustia histórica y existencial de la época. Destacan Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso y Sombra del Paraíso (1944) de Vicente Aleixandre, junto a autores como Gabriel Celaya, Blas de Otero, Carlos Bousoño y José Hierro.
Poesía social de los años cincuenta
En los años cincuenta, la poesía se convirtió en un instrumento de cambio social, dando testimonio de las injusticias. Gabriel Celaya proclamó: «la poesía es un arma cargada de futuro». Esta poesía de urgencia, con un lenguaje sencillo, tuvo como principales exponentes a José Hierro, Gabriel Celaya, Blas de Otero y Ángela Figuera.