T7. La Novela Española de Posguerra (1939-1975): Tendencias, Autores y Obras Principales
Los Años 40 y 50: La Posguerra y el Exilio
Las décadas de 1940 y 1950 en España estuvieron marcadas por la posguerra, una época de dificultades económicas y culturales tras la Guerra Civil. El régimen franquista, aliado de Estados Unidos en la Guerra Fría, impuso una severa censura y muchos intelectuales se vieron obligados a exiliarse. A pesar de este panorama desértico, se produjo una progresiva apertura que permitió la expresión, aunque limitada, de sucesivas generaciones de autores.
La narrativa en el exilio se caracterizó por la nostalgia de la patria perdida y el dolor por la guerra. Destacan autores como Max Aub con su serie «Campos», Francisco Ayala con «Los usurpadores» y Ramón J. Sender con «Réquiem por un campesino español».
La Novela Española Bajo la Sombra del Franquismo
En España, la literatura estuvo bajo la constante vigilancia de la censura. El miedo y la autocensura dificultaron el desarrollo normal de la narrativa, dominada por autores de ideología tradicional. En este contexto, la publicación de «Nada» de Carmen Laforet fue un acontecimiento significativo.
En los años 40 surgieron tres autores fundamentales del siglo XX:
- Camilo José Cela: Conocido por su estilo inconfundible, su amplia cultura y una visión pesimista existencialista. Su obra maestra, «La familia de Pascual Duarte», retrata la violencia y deshumanización de la sociedad rural. Otras obras destacadas son «La colmena», «San Camilo, 1936» y «Mazurca para dos muertos».
- Gonzalo Torrente Ballester: Proveniente de las filas de la Falange, su primera novela, «Javier Mariño», aborda el género bélico. Su trilogía «Los gozos y las sombras» lo encumbra como uno de los grandes narradores españoles.
- Miguel Delibes: Sus personajes universales y su defensa de la naturaleza lo convierten en una figura clave de la novela de la segunda mitad del siglo XX. Destacan sus novelas realistas de ambiente rural como «El camino», «Las ratas» y «Los santos inocentes».
La Generación del 50 y el Realismo Social
A partir de los años 50 surge una nueva ola de narradores, conocida como la «Generación del 50», que se siente más libre para criticar la realidad social. Influenciados por la «nouveau roman» francesa y el conductismo norteamericano, crean el «realismo social».
Dentro del realismo social se distinguen dos corrientes:
- El objetivismo: Representado por obras como «El Jarama» de Rafael Sánchez Ferlosio, «Tormenta de verano» de Juan García Hortelano y «Entre visillos» de Carmen Martín Gaite.
- El realismo crítico: Ofrece una visión más dura de los conflictos sociales, con protagonistas como campesinos («Dos días de septiembre» de Caballero Bonald) u obreros («Central eléctrica» de Jesús López Pacheco).
La Renovación de la Novela Española
A principios de los años 60, la novela social domina el panorama narrativo español, con autores como Caballero Bonald, Juan Goytisolo e Ignacio Aldecoa.
En 1962, la publicación de «Tiempo de silencio» de Luis Martín-Santos marca un punto de inflexión. Sin renunciar al realismo crítico, incorpora técnicas contemporáneas como el narrador en segunda persona.
En 1966 aparece «Señas de identidad» de Juan Goytisolo, iniciando una reflexión sobre España que se extiende a autores como Juan Benet («Volverás a Región»), Caballero Bonald («Ágata ojo de gato») y Juan Marsé («Últimas tardes con Teresa»).
El Experimentalismo de los Años 70
La primera mitad de los años 70 se caracteriza por el experimentalismo. Los autores abandonan el tema de España y se centran en el lenguaje, buscando la destrucción de la novela tradicional. Ejemplos de esta tendencia son «Reivindicación del conde don Julián» de Juan Goytisolo, «Si te dicen que caí» de Marsé y «La saga/fuga de J.B.» de Torrente Ballester.
El Retorno a la Normalidad y la Consolidación de Nuevos Autores
El furor experimental da paso a una vuelta a la normalidad en 1975 con la aparición de Eduardo Mendoza y su novela «La verdad sobre el caso Savolta». Mendoza, junto a otros autores como Javier Marías («Mañana en la batalla piensa en mí») y Antonio Muñoz Molina («Plenilunio»), consolida una nueva generación de narradores que combina la experimentación con elementos tradicionales.