El teatro español anterior a 1939 se divide en dos bloques: Un teatro comercial, que triunfa, continuador del drama decimonónico, en el que se observan tres tendencias de la comedia burguesa, el teatro en verso con rasgos ROMánticos y modernitas, y el teatro cómico de corte tradicional; y un teatro renovador con nuevas técnicas y temas, en oposición al teatro comercial, las primeras experiencias se corresponden a autores de la Generación del 98 (Valle-Inclán)
, añadir los autores de las vanguardias o la Generación del 27 (Lorca).
El máximo representante es Jacinto Benavente del teatro comercial de la alta comedia. Se trata de un teatro que refleja la forma de vida de la burguésía, con una crítica suave de sus costumbres. Las obras se sitúan en salones lujosos, incluyen algo de ironía y humor.
Jacinto Benavente destaca por el dominio de los recursos escénicos y el diálogo, que rompen con la grandilocuencia del drama decimonónico. Su trayectoria comienza con El nido ajeno, sobre la discriminación de la mujer en su época, por lo que se retiró de escena.
Tras este fracaso Benavente se acercó a posturas más comerciales, obras conocidas como “comedias de salón”. Su obra más famosa es Los intereses creados, en la que se enfrentan personajes de la commedia dell’arte italiana, que representan al materialismo y al idealismo social, de su argumento se deduce que la sociedad es un juego de intereses creados. También cuenta con un drama rural, La malquerida, que aborda el tema de un hombre casado con una viuda, que se enamora de su hijastra.
El teatro poético se trata de un teatro escrito en verso que mezcla el estilo modernista con temas históricos. Su ideología es tradicional y exalta los ideales antiguos. Entre sus autores destacan Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y los hermanos Manuel y Antonio Machado.
El teatro cómico representaba costumbres y tipos populares, que hacían las delicias del público. Entre sus autores destacan: los hermanos Álvarez Quintero, que ponen en escena una Andalucía tópica, con amores de personajes salerosos (El patio, Mavaloca); Carlos Arniches, cuya obra recoge sainetes ambientados en un Madrid pintoresco y chulapo, reproduciendo el lenguaje de las clases populares (El santo de la Isidra, Los milagros del jornal), junto con tragedias grotescas, que funden lo grotesco con lo conmovedor (La señorita de Trevélez); Pedro Muñoz Seca, es el creador del género “astracán”, caracterizado por situaciones y diálogos disparatados (La venganza de don Mendo).
Sobre el teatro renovador destacan Valle-Inclán y Federico García Lorca.
El teatro de Valle-Inclán supone una verdadera renovación de la escena, formal y temáticamente. Tras sus primeras obras, nos encontramos con las siguientes etapas: el Ciclo mítico con Las Comedias bárbaras constituyen un ciclo compuesto por tres obras, a medio camino entre la novela y el teatro, situadas en el ambiente rural gallego, con su miseria, bajas pasiones y violencia, entorno a don Juan de Montenegro. Y Divinas palabras gira en torno a un personaje deforme, un enano hidrocéfalo. Representan una Galicia rural sórdida y regida por la corrupción moral y social.; el Ciclo de la farsa:
Farsa infantil de la cabeza del dragón, La marquesa Rosalinda, Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina castiza. En estas obras se superan los límites del teatro infantil, los personajes se someten a una deformación casi esperpéntica, emplea elementos del teatro de marionetas, de la commedia dell’arte y del entremés; y el Ciclo esperpéntico: Está compuesto por Luces de bohemia, Los cuernos de don friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. En Luces de Bohemia, Valle-Inclán define el esperpento, se trata de someter la realidad a una estética deformadora para evidenciar la degradación social del país. La obra representa en quince escenas la última noche de la vida de Max Estrella, un poeta bohemio, pobre y ciego, refleja la incomprensión y degradación de una España absurda. Los personajes son caracterizados por sus actos, su forma de hablar y por las acotaciones del autor.
Su degradación se produce a fuerza de animalización o cosificación y aparece un humor agrio, que lleva más al llanto que a la risa.
El tema esencial del teatro de Lorca es el enfrentamiento entre la sociedad con su poder represivo y el deseo de libertad y realización individual. Lorca elige como protagonista a la mujer, víctima de la estricta moral de la época. Experimentó con distintos géneros, podemos dividir su teatro en el Teatro de títeres y primeras obras: Su primera obra fue la farsa simbolista El maleficio de la mariposa, que resultó un fracaso. A ella siguió Mariana Pineda, sobre la heroína granadina, teatro en verso, pero que se aparta del teatro modernista por el tema. Escribíó también teatro para títeres y otras farsas (La zapatera prodigiosa); el Teatro vanguardista: Lorca experimenta en dos obras, comedias imposibles, por su dificultad para ser representadas (El público y Así que pasen cinco años), la primera es una crítica al teatro convencional y a la sociedad que rechaza la homosexualidad. La segunda recoge algunos de los temas repetidos del autor: amor, frustración, muerte; y Las tragedias: Se trata de varias obras que tienen protagonista femenino, un ambiente rural y que obtuvieron gran éxito: Bodas de sangre, basada en un hecho real, la huida de una novia el día de su boda con su antiguo pretendiente; Yerma, sobre el tema de la mujer estéril; Doña Rosita la soltera, sobre la espera inútil del amor; La casa de Bernarda Alba, sobre la represión ejercida por Bernarda hacia sus hijas, que deben guardar un luto de ocho años, lo que les impide encontrar marido; a esta represión se opondrá Adela, que mantendrá relaciones con Pepe el Romano, novio de su hermana.
El teatro español anterior a 1939 se divide en dos bloques: Un teatro comercial, que triunfa, continuador del drama decimonónico, en el que se observan tres tendencias de la comedia burguesa, el teatro en verso con rasgos ROMánticos y modernitas, y el teatro cómico de corte tradicional; y un teatro renovador con nuevas técnicas y temas, en oposición al teatro comercial, las primeras experiencias se corresponden a autores de la Generación del 98 (Valle-Inclán), añadir los autores de las vanguardias o la Generación del 27 (Lorca).
El máximo representante es Jacinto Benavente del teatro comercial de la alta comedia. Se trata de un teatro que refleja la forma de vida de la burguésía, con una crítica suave de sus costumbres. Las obras se sitúan en salones lujosos, incluyen algo de ironía y humor.
Jacinto Benavente destaca por el dominio de los recursos escénicos y el diálogo, que rompen con la grandilocuencia del drama decimonónico. Su trayectoria comienza con El nido ajeno, sobre la discriminación de la mujer en su época, por lo que se retiró de escena. Tras este fracaso Benavente se acercó a posturas más comerciales, obras conocidas como “comedias de salón”. Su obra más famosa es Los intereses creados, en la que se enfrentan personajes de la commedia dell’arte italiana, que representan al materialismo y al idealismo social, de su argumento se deduce que la sociedad es un juego de intereses creados. También cuenta con un drama rural, La malquerida, que aborda el tema de un hombre casado con una viuda, que se enamora de su hijastra.
El teatro poético se trata de un teatro escrito en verso que mezcla el estilo modernista con temas históricos. Su ideología es tradicional y exalta los ideales antiguos. Entre sus autores destacan Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y los hermanos Manuel y Antonio Machado.
El teatro cómico representaba costumbres y tipos populares, que hacían las delicias del público. Entre sus autores destacan: los hermanos Álvarez Quintero, que ponen en escena una Andalucía tópica, con amores de personajes salerosos (El patio, Mavaloca); Carlos Arniches, cuya obra recoge sainetes ambientados en un Madrid pintoresco y chulapo, reproduciendo el lenguaje de las clases populares (El santo de la Isidra, Los milagros del jornal), junto con tragedias grotescas, que funden lo grotesco con lo conmovedor (La señorita de Trevélez); Pedro Muñoz Seca, es el creador del género “astracán”, caracterizado por situaciones y diálogos disparatados (La venganza de don Mendo).
Sobre el teatro renovador destacan Valle-Inclán y Federico García Lorca.
El teatro de Valle-Inclán supone una verdadera renovación de la escena, formal y temáticamente. Tras sus primeras obras, nos encontramos con las siguientes etapas: el Ciclo mítico con Las Comedias bárbaras constituyen un ciclo compuesto por tres obras, a medio camino entre la novela y el teatro, situadas en el ambiente rural gallego, con su miseria, bajas pasiones y violencia, entorno a don Juan de Montenegro. Y Divinas palabras gira en torno a un personaje deforme, un enano hidrocéfalo. Representan una Galicia rural sórdida y regida por la corrupción moral y social.; el Ciclo de la farsa: Farsa infantil de la cabeza del dragón, La marquesa Rosalinda, Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina castiza. En estas obras se superan los límites del teatro infantil, los personajes se someten a una deformación casi esperpéntica, emplea elementos del teatro de marionetas, de la commedia dell’arte y del entremés; y el Ciclo esperpéntico: Está compuesto por Luces de bohemia, Los cuernos de don friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. En Luces de Bohemia, Valle-Inclán define el esperpento, se trata de someter la realidad a una estética deformadora para evidenciar la degradación social del país. La obra representa en quince escenas la última noche de la vida de Max Estrella, un poeta bohemio, pobre y ciego, refleja la incomprensión y degradación de una España absurda. Los personajes son caracterizados por sus actos, su forma de hablar y por las acotaciones del autor. Su degradación se produce a fuerza de animalización o cosificación y aparece un humor agrio, que lleva más al llanto que a la risa.
El tema esencial del teatro de Lorca es el enfrentamiento entre la sociedad con su poder represivo y el deseo de libertad y realización individual. Lorca elige como protagonista a la mujer, víctima de la estricta moral de la época. Experimentó con distintos géneros, podemos dividir su teatro en el Teatro de títeres y primeras obras: Su primera obra fue la farsa simbolista El maleficio de la mariposa, que resultó un fracaso. A ella siguió Mariana Pineda, sobre la heroína granadina, teatro en verso, pero que se aparta del teatro modernista por el tema. Escribíó también teatro para títeres y otras farsas (La zapatera prodigiosa); el Teatro vanguardista: Lorca experimenta en dos obras, comedias imposibles, por su dificultad para ser representadas (El público y Así que pasen cinco años), la primera es una crítica al teatro convencional y a la sociedad que rechaza la homosexualidad. La segunda recoge algunos de los temas repetidos del autor: amor, frustración, muerte; y Las tragedias: Se trata de varias obras que tienen protagonista femenino, un ambiente rural y que obtuvieron gran éxito: Bodas de sangre, basada en un hecho real, la huida de una novia el día de su boda con su antiguo pretendiente; Yerma, sobre el tema de la mujer estéril; Doña Rosita la soltera, sobre la espera inútil del amor; La casa de Bernarda Alba, sobre la represión ejercida por Bernarda hacia sus hijas, que deben guardar un luto de ocho años, lo que les impide encontrar marido; a esta represión se opondrá Adela, que mantendrá relaciones con Pepe el Romano, novio de su hermana.