Mayores variaciones respecto al Modernismo contiene su siguiente libro de poemas, Campos de Castilla (1912), en el que inicia sus poemas reflexivos sobre la realidad histórica española y sobre su paisaje e incluye homenajes a amigos, poemas amorosos y poemas breves a modo de aforismos que continuaría en su tercer libro, Nuevas cancion.
También Juan Ramón Jiménez se inició como poeta con versos muy modernistas externamente hablando: el léxico escogido, la brillantez métrica y la musicalidad son rasgos esenciales de sus primeros libros: Arias tristes, Jardines lejanos o La soledad sonora. Hacia 1916, sin embargo, con su obra Diario de un poeta recién casado, Juan Ramón Jiménez iniciaría una poesía que busca la belleza y la perfección de la poesía pura y que incluye numerosas novedades (mezcla de prosa y verso, uso de collages, empleo de citas, el verso libre) decisivas en la formación de los poetas de la llamada Generación del 27. Esta segunda línea poética suya de carácter intelectual y metapoético es la que continuaría y profundizaría en abundantes libros posteriores, continuamente reelaborados, como Piedra y cielo,Eternidades, La estación total o el largo poema en prosa Espacio.
LA POESÍA DEL 27
El grupo poético del 27 está formado por una serie de autores (Salinas, Guillén, Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre, Gerardo Diego y Dámaso Alonso, entre otros) que desarrollaron en España la poesía vanguardista de los años 20 y modernizaron definitivamente en consecuencia la poesía española.
Las vanguardias o ismos son una serie de movimientos literarios y artísticos que aparecieron en las primeras décadas del siglo XX como consecuencia de los cambios radicales que está experimentando el mundo y que pretendían cambiar de manera absoluta el arte y la literatura anterior con propuestas antirrealistas y formalmente revolucionarias. Son movimientos que se suceden rápidamente unos a otros y los principales son: el Cubismo (la realidad debe ser vista desde varios puntos de vista simultáneos, lo que en literatura se traduce con el empleo de caligramas), el Futurismo (la literatura debe centrarse en el mundo moderno de la tecnología y propiciar una expresión directa que elimine los adjetivos y las trabas de la sintaxis y de la puntuación), el Dadaísmo (la poesía debe estar desligada de la expresión racional) y, sobre todo por lo que hace a la literatura, el Surrealismo, que uniendo los propuestas marxistas de liberación con los principios freudianos pretenden liberar al hombre de sus obsesiones centrándose en el mundo del subconsciente y a través de una escritura sin control de la lógica racional a la que llaman escritura automática.
Estos movimientos afectaron sobre todo a la poesía y en España se difundieron rápidamente a través de tertulias, de revistas culturales como la Revista de Occidente, de ensayos como La deshumanización del arte de Ortega o de la labor de escritores muy atentos a la evolución europea como Gómez de la Serna. Pronto aparecerían corrientes vanguardistas hispánicas como el Ultraísmo o el Creacionismo que se basan en los ismos europeos en la mayor parte de sus rasgos: mundo moderno, uso de caligramas, antirrealismo, autonomía del arte, etc.Pero serán ciertos poetas jóvenes de los años 20 los que consoliden y profundicen de manera original los presupuestos vanguardistas y a los que se les conoce, entre otras denominaciones, con el nombre de Generación o Grupo poético del 27. Son autores que escriben en las mismas revistas y que mantienen estrechas relaciones entre ellos, que tienen una formación intelectual semejante y que participan en eventos culturales como el homenaje a Góngora en 1927 en el Ateneo de Sevilla y que serán incluidos en
1. Hasta 1929 los poetas del 27 practican una poesía que asimila los procedimientos vanguardistas (como se ve en Presagios de Pedro Salinas o en algunos libros de Gerardo Diego) y que tiende a eliminar todo aquello que no sea esencialmente poético. Esta poesía pura está muy influida por la obra de Juan Ramón Jiménez y se puede encontrar en el Cántico de Jorgue Guillén o en los poemas iniciales de Dámaso Alonso o del Perfil del aire de Cernuda. Pero estos rasgos van unidos en algunos autores al empleo de formas populares (Marinero en tierra de Alberti o los libros primeros de Lorca hasta su famoso Romancero gitano) y la devoción que sienten por Góngora que les guía por el camino de la creación de un lenguaje poético propio y del culto a la metáfora.2. Desde 1929 y hasta la Guerra Civil algunos autores del 27 reciben la influencia del surrealismo francés, que les lleva, lo mismo que la situación política que vive el país, hacia una poesía comprometida. El surrealismo español, más controlado racionalmente que el europeo, se sirve también del mundo onírico e inconsciente, tiende a manifestar la rebeldía humana y crea un lenguaje peculiar como se ve en Sobre los ángeles de Alberti, en Poeta en Nueva York de Lorca, en Los placeres prohibidos de Cernuda o en la mayoría de los libros de Vicente Aleixandre, como en La destrucción o el amor. Casi todos los autores, en mayor o menor medida, llevarían a sus versos por esta época sus preocupaciones sociales y políticas.
3. Después de la Guerra Civil cada uno de estos poetas experimentó una evolución diferente como consecuencia del exilio o de la nueva situación española, salvo en el caso de Lorca cuya última poesía mucho más sencilla y tradicional, como se ve en sus conocidosSonetos, no pudo ser continuada al ser asesinado en la guerra. Salinas, que ya había abandonado el lenguaje vanguardista en sus poemas amorosos anteriores a la guerra (La voz a ti debida, por ejemplo), escribió en el exilio una serie de libros en los que profundiza en el sentido de la historia y de la poesía. Y Guillén continuó con una poesía intelectual aunque abierta a los problemas humanos y a la reflexión culturalista en libros como Clamor yHomenaje. Alberti, por su parte, alternó en su poesía de exilio, menos importante que su obra anterior quizás, la poesía cívica con la nostalgia por la patria perdida; y Aleixandre, sin eliminar nunca del todo su estética surrealista, se convertiría en un poeta de referencia en la posguerra española con libros como Historia del corazón. También sería importante en la poesía de los primeros años tras la guerra civil la poesía desgarrada y existencial del Dámaso Alonso de Hijos de la ira. Con todo, será probablemente la poesía de madurez de Cernuda en libros como Las nubes, Como quien espera el alba o Desolación de la quimera, la que se convierta en la obra más importante de estos poetas durante este periodo y su nuevo estilo marcado por la meditación, la objetividad en la expresión de los sentimientos, el rechazo del lenguaje elaborado, la intertextualidad o técnicas como el monólogo dramático o el desdoblamiento a través de un tú autorreflexivo influirá decisivamente en los poetas españoles a partir de los años 60.
La generación del 27, con todo, supone esencialmente en la poesía española del siglo XX la modernización definitiva de nuestra lírica y sus innovaciones en métrica, lenguaje y temas fueron decisivas en la evolución posterior de nuestra poesía.una antología poética, la de Gerardo Diego de 1932, que crearía la lista de sus miembros más distinguidos. Son poetas que reciben el magisterio de Juan Ramón Jiménez y de Gómez de la Serna y que aplican las novedades vanguardistas pero sin desdeñar la tradición literaria anterior, que se incorpora frecuentemente en sus obras. De ahí que tiendan a mantener un equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental, entre las exigencias estéticas y la autenticidad humana, o que utilicen la métrica tradicional al lado del verso libre.
Se pueden establecer tres etapas en la evolución de los poetas del 27: