1940: la literatura como símbolo de la existencia
La censura dejaba fuera cualquier obra que pudiera considerarse crítica con la situación del país. La solución fue mostrar la realidad de forma indirecta a través de los problemas existenciales. Los protagonistas de las obras están abocados a la destrucción como resultado del ambiente sórdido, miserable y violento en el que se desarrolla su vida. Cela en La familia de Pascual Duarte, Vallejo en su obra de teatro Historia de una escalera y el poeta Dámaso Alonso en su libro Hijos de la ira.
1950: la literatura como denuncia
Surge un movimiento literario denominado realismo social. La literatura debe llegar a todo tipo de lectores; por este motivo, el lenguaje literario es más sencillo, pues anteponen el ideal de cambio social a la belleza literaria. Los protagonistas pasan de ser seres individuales a seres colectivos y representativos de las distintas clases sociales. Es lo que sucede con La colmena de Cela, o en El camino de Delibes.
1960: la literatura como experimentación
El fin de la censura permite la entrada de la nueva novela europea y norteamericana. Esto, unido al cansancio del realismo social, propicia experimentos como el desorden cronológico o el monólogo interior. La novela que marca el cambio es Tiempo de silencio de Luis Martín.
La novela del exilio
Los novelistas que tuvieron que exiliarse continúan escribiendo novelas que la censura impide publicar en España. Algunos de ellos son: – Ramón J. Sender con Réquiem por un campesino español narra los años de la Guerra Civil. – Rosa Chacel con En Memorias de Leticia Valle cuenta en primera persona la vida de una muchacha joven. – Max Aub agrupa en Laberinto mágico seis novelas que narran desde el inicio de la Guerra Civil hasta que finaliza.
La generación del 36
Pertenecen a esta generación escritores con obras muy marcadas por la guerra, las persecuciones del régimen, los encarcelamientos, el exilio. Miguel Hernández es el precursor de esta generación de poetas. Dámaso Alonso clasificó a los poetas de la generación del 36 en dos grupos: los arraigados (ideas cercanas al régimen franquista) y los desarraigados (ideas alejadas de él). Miguel Hernández (1910-1942) Su poesía une a los autores del 27 con la poesía social y existencial de las décadas de 40 y 50.
La novela durante el franquismo
Tres etapas: novela existencial, social y búsqueda de nuevas formas. Dos grupos de escritores: los novelistas cercanos al régimen franquista y los novelistas que no compartían esos ideales estuvieron silenciados por la censura. La novela existencial de la década de 1940 convierte los problemas sociales en problemas existenciales e individuales. El realismo social de la década de 1950 muestra la realidad social de España y busca cambiar el mundo. La experimentación de la década de 1960 busca nuevas técnicas narrativas y formas de narrar más novedosas.