Roman es el tío de la protagonista, que vive en la buhardilla de la casa. Un psicópata que domina el espacio de la casa con su encanto, aunque acabará reducido a un ridículo pelele. Su carácter es extravagante, arrogante, manipulador y sádico: atrae a las personas, pero también las engaña. Roman traiciona a su hermano acosando a Gloria. Es un artista que antes de la guerra había conseguido prestigio como violinista, pero ahora se dedica al contrabando. Ena y Gloria acaban con su poder y su seducción. El mordisco en la oreja del perro es su último acto de animalidad. Su suicidio es una especie de justicia poética por el sadismo con el que ha maltratado a sus familiares. Muere suicidándose con una hoja de afeitar, ya que su vida carece de sentido.
Angustias: La tía de Andrea, con una personalidad muy estricta. Es, además, una persona creyente pero infeliz y trata de controlar en todo momento a la protagonista desde la envidia. Esto último hace que choquen los dos personajes. Tras desaparecer varios días de la casa, la familia descubre que se ha hecho monja en un convento.
Andrea se muestra como una observadora de lo que sucede a su alrededor. Posee una sensibilidad extrema e ingenuidad, impresionable e inestable. Describe sus sensaciones con una intensa carga poética. Andrea no da muchos datos de su pasado: es huérfana y viene de un pueblo donde ha estado bajo la tutela de su prima Isabel. Ha cursado el Bachillerato en un colegio de monjas, y en palabras de Angustias, la familia de su padre «ha sido rara». La protagonista es una chica rara, infrecuente, hermética. Apenas tenemos datos sobre su aspecto físico. No se identifica con el resto de las chicas de la obra al no importarle su apariencia o sus modales. Tras liberarse de Angustias, intenta abrirse al mundo de la Universidad, de los amigos y vive sus primeros fracasos amorosos, primero con Gerardo, por quien siente un asco repentino, y luego con Pons, pues Andrea es rechazada de ese mundo burgués y falsamente bohemio. En ocasiones se sugiere una posible atracción lésbica hacia su amiga Ena.
La prosa en Nada tiene un estilo sobrio y sencillo. No obstante, la sencillez esconde un estilo cuidado en el que predominan las imágenes. Por ello, es impresionista, intenta reflejar un fragmento de vida estancada, sin aire, con suciedad, un gusto amargo, una rara luz. La narradora cuenta sus sensaciones, sus impresiones, y el lector, como hace ante un cuadro impresionista, recompone con su mirada las pinceladas que están en el cuadro.
A su vez, el estilo también es expresionista por la deformación a la que somete la descripción de los ambientes, que llega a la caricatura, o por la animalización y cosificación a la que somete a los personajes. Esta estética de lo oscuro y extraño le permite a la autora construir una atmósfera asfixiante. Además, en la imaginación de Andrea aparecen numerosas brujas, murciélagos, las manos esqueléticas, los gritos, la locura y la muerte. De hecho, el título de la novela puede ser una referencia a la desolación y la nada que deja tras de sí la guerra, la «Nada».
La prosa es sencilla, pero a la vez impregnada de lirismo y de figuras retóricas como las comparaciones (como, como sí…), («los dolores que pululaban vivos como gusanos», «aquellas noches que corrían como un río negro»), las sinestesias («húmedas melancolías»), personificaciones («el escalofrío de los nervios»), las elipsis del verbo («silencio absoluto. En la calle, de cuando en cuando, los pasos del vigilante…), las metáforas continuas a lo largo de la obra (imagen de la raya para expresar lo que se tuerce)… También podemos citar los símbolos, por ejemplo, la necesidad que tiene Andrea de ducharse continuamente, con el valor purificador que tiene este acto, frente a la miseria moral que la rodea. El agua aleja la culpa, la lluvia es purificadora y regenera la amistad de Andrea y Ena tras la irrupción de la primera en la buhardilla de Román. Andrea busca un refugio en la ducha fresca, como al principio de la novela, tras descubrir el cadáver de Román. En otros pasajes, predomina la naturalidad en el estilo y el tono coloquial, sobre todo los pasajes de conversación con Gloria
Los personajes femeninos son de vital importancia en la obra. En la casa donde vive la protagonista, destacan Angustias, Gloria, la abuelita y la criada. Podemos identificar sus conductas con las de las protagonistas del folletín (Gloria) o la novela realista del siglo XIX (Angustias). Angustias representa el principal obstáculo en la búsqueda de libertad de Andrea, la moral represiva y la disciplina, la falsa moralidad y religiosidad. Andrea, en cambio, pretende vivir por sí misma, en busca de su libertad, sin depender de un hombre, y además sin interés en enamorarse.