Estructura amor

Es un tratado sobre el amor (presentado en todas sus variantes posibles), el tiempo (destructor de vidas) y sobre la muerte.
Esta es muy significativa porque  el relato se abre con un suicidio de Jeremiah de Saint-Amour y se cierra, a 18 páginas del final, con el suicidio de América Vicuña, la última de las amantes de Florentino Ariza:  Desde el primer párrafo, asistimos a la presentación paralela  del amor y la muerte con la declaración del narrador: “Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. Además, también aparecen representados en la muerte del doctor Juvenal Urbino ya que con ella Florentino Ariza, sus estrategias y, por lo tanto, de algo que viene a ser el final de una prolongada espera: “Fermina, he esperado esta ocasión durante más de medio siglo para repetirle una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre” (página 79).

2. El amor. 2.1. Amor platónico

Se representa con la Idealización de la amada y baja autoestima del personaje despechado: “Sin embargo, lo que más lo impresiónó fue que ella y su marido formaban una pareja admirable, y ambos manejaban el mundo con tanta fluidez que parecían flotar por encima de los escollos de la realidad. Florentino Ariza no sintió celos ni rabia, sino un gran desprecio de sí mismo. Se sintió pobre, feo, inferior, y no sólo indigno de ella sino de cualquier otra mujer sobre la tierra” Florentino Ariza nunca deja de pensar en la amada. Su poder de convicción es tan grande, que sigue convencido de que la conseguirá. Tanto es así, que pide reformar su casa para cuando tenga que compartirla con ella.  Además, se caracteriza como el Quijote del amor debido a sus desvaríos de enajenaciones que exhibe a través de las cartas que manda a Fermina …cuando siguió recibiendo otras cartas con pormenores todavía más fantásticos, y escritos con tanta seriedad como sus promesas de amor, tuvo que confesarle a Hildebranda su temor de que el novio alucinado hubiera perdido el juicio” (141). Y como un Quijote desilusionado, se retira,una especie de Sierra Morena caribeña: “Lo único que le quedó de aquel descalabro a Florentino Ariza, fue el refugio de amor del faro” (página 141). `

El Florentino poeta también es músico. Y a través de la música, expresa su mensajes amorosos y confidenciales: “Se puso a la media noche su traje de domingo, y tocó a solas bajo el balcón de Fermina Daza el valse de amor que había compuesto para ella, que sólo ellos dos conocían, y que fue durante tres años el emblema de su complicidad contrariada” 2.2  El amor sin amor o amor de paso. Amor concupiscente.
Florentino Ariza llega a instruirse en el “amor sin amor” al llegar a la conclusión de que nada puede hacer contra la firme e inesperada decisión de Fermina (“No, por favor -le dijo-. Olvídelo”). Los remedios atenuantes del dolor causado por los desdenes de Fermina y, más aún, la boda de ésta con el doctor Juvenal Urbino, derivarán en una sucesión de aventuras secretas. La fórmula consistirá en suplantar el amor lírico por un amor de cama. Así entran en la vida del poeta unas mujeres a las que ama sin amor: Rosalba, Viuda de Nazaret , Ausencia Santander , una “pajarita desamparada cuyo nombre no conocíó y con la que apenas alcanzó a vivir media noche frenética…” , Leona Cassiani, “la mujer de su vida” , Sara Noriega, Olimpia Zuleta, Brígida Zuleta, Prudencia Pitre, Josefa, Ángeles Alfaro, Andrea Varón y  América Vicuña.

Por otra parte, el doctor Juvenal Urbino también llega a mantener relaciones fuera del matrimonio, concretamente con Bárbara Lynch, “una mulata alta, elegante, de huesos grandes, con la piel del mismo color y la misma naturaleza tierna de la melaza. Esta infidelidad dañó las relaciones de los esposos, que, a partir de entonces suscitó celos, sospechas, desconfianza y sentimiento de culpa. 

2.3. Amor convencional de marido y mujer

Juvenal Urbino, más que enamorado de ella, queda deslumbrado por los encantos de Fermina Daza y, tras una relación en la que emergían frecuentes sombras de duda, la pide en matrimonio. Ambos esposos viven un amor domesticado, rutinario, salpicado de crisis, pero, en cierto modo, aderezado con conjeturas de felicidad resignada y cómoda. Por otra parte, el doctor Juvenal Urbino le declara a su mujer, segundos antes de su muerte: “Sólo Dios sabe cuánto te quise”. `

En realidad, Fermina elige a Juvenal como esposo porque con esa elección opta por la seguridad, el equilibrio, el sosiego. Y cuando decide casarse, cierra todas las puertas a todo lo que no sea el precepto tradicional del “hasta que la muerte nos separe”. A Juvenal le atrajo la altivez, la seriedad y la fuerza de Fermina.

Pero Fermina en su fuero interno, con el paso del tiempo, fue perdiendo la ilusión por el amor de Juvenal. Y viceversa pasó lo mismo, sólo basta recordar el episodio con Bárbara Lynch, donde éste sí estaba lleno de pasión. Para el matrimonio Urbino-Daza su vida en común era además de una rutina, era una cuestión social. Y una vez muerto el doctor y tras la declaración de Florentino Ariza, a Fermina no le costó mucho volver a pensar en Florentino Ariza que se presenta ante su amada  el día del entierro de su marido: Sólo entonces se dio cuenta de que había dormido mucho sin morir, sollozando en el sueño, y que mientras dormía sollozando pensaba más en Florentino Ariza que en el esposo muerto” 3. La muerte.
amor y muerte, es decir, amor y cólera van de la mano en algunas partes narrativas de la obra: por ejemplo, el doctor Juvenal Urbino y Fermina Daza se enamoran en una exploración de este sobre ella creyendo que tenía cólera. Y también la enfermedad es fundamental en el desarrollo final del texto, ya que se utiliza el distintivo marítimo del cólera (la bandera amarilla y negra) para que el buque “Nueva fidelidad” no toque tierra y los protagonistas puedan desarrollar su amor y darse el uno al otro.  La muerte se manifiesta también de otras maneras con la degollación de Olimpia Zuleta y con el suicido de América Vicuña por ser abandonada por Florentino Ariza y por no soportar los rigores de la edad.  La muerte adquiere una importancia capital porque supone el acontecimiento narrativo que modifica el rumbo de los hechos. Muere Juvenal Urbino, e inmediatamente Florentino Ariza comienza a poner en práctica sus estrategias de acercamiento a la viuda. Así, pues, la novela puede dividirse, desde el punto de vista de su desarrollo argumental, en dos partes perfectamente delimitadas por la frontera de la viudedad de Fermina Daza.  Las dos muertes más contundentes de la novela suceden de forma muy distinta: la de Jeremiah de Saint-Amour (ya lo dijimos) es una muerte planificada desde que el misterioso fotógrafo planta cara al paso del tiempo y decide no sucumbir a los efectos de la vejez. La del doctor Urbino, por otra parte, tiene mucho de grotesca y poco épica. Contrasta el sentimiento dramático que la muerte inspira en el médico, frente a la forma de morir del mismo. Es curioso, pero, en ocasiones, la grandeza de unos pensamientos de unas convicciones quedan desautorizadas por el azaroso capricho de una realidad miserable y burlesca:  

a) “No era el miedo de la muerte. No: el miedo estaba dentro de él desde hacía muchos años, convivía con él, era otra sombra sobre su sombra, desde una noche en que despertó turbado por un mal sueño y tomó conciencia de que la muerte no era sólo una probabilidad permanente, como lo había sentido siempre, sino una realidad inmediata. b) “El doctor Urbino agarró el loro por el cuello con un suspiro de triunfo: ça y est. Pero lo soltó de inmediato, porque la escalera resbaló bajo sus pies y él se quedó un instante suspendido en el aire, y entonces alcanzó a darse cuenta de que se había muerto sin comunión, sin tiempo para arrepentirse de nada ni despedirse de nadie, a las cuatro y siete minutos de la tarde del domingo de Pentecostés”


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