GENERACIÓN DEL 27
En la década de los años veinte, surge un grupo de poetas que, partiendo de la concepción del arte puro que habían instaurado los autores novecentistas e incorporando el lenguaje rupturista de las vanguardias, supieron combinar los elementos más novedosos con la tradición.
El nombre «generación del 27», acuñado por Dámaso Alonso, se debe al Ateneo de Sevilla en 1927 para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora.
La vida del grupo como tal se desarrolla entre 1920 y 1936 presentando rasgos comunes como las fechas de nacimiento cercanas, un mismo talante liberal y progresista y semejantes inquietudes intelectuales. Les uníó el compañerismo y la amistad, algunos de ellos, vivieron algunos años en la Residencia de Estudiantes.
Asimismo, sus afinidades estéticas son evidentes: a su conciencia de modernidad hay que añadir el respeto por la tradición, tanto por la tradición cercana, como por la tradición lejana
Pueden señalarse tres ETAPAS en la evolución del grupo:
La primera (1919-1929)
es una época en la que están presentes los tonos becquerianos y la huella de Góngora, aunque pronto se dejan influir por las vanguardias, sobre todo por el ultraísmo y el creacionismo, el arte deshumanizado y la poesía pura juanrramoniana.
De 1929 a 1939 hay una clara conciencia de cambio: frente al arte deshumanizado se propone la rehumanización; frente a la poesía pura, la poesía impura; frente a la evolución, el compromiso. En estos cambios jugó un papel decisivo el Surrealismo.
Por último, tras la guerra civil, el grupo acaba por desintegrarse: Lorca ha muerto asesinado, la mayoría de los autores parten al exilio y en España solo permanecen Gerardo Diego, Aleixandre y Dámaso Alonso.
Dentro de la trayectoria poética de Pedro Salinas, se señalán tres etapas que coinciden a grandes rasgos con la evolución del propio grupo del 27. En la primera, se aprecia la influencia de Juan Ramón (Presagios) y las vanguardias (Seguro azar), aunque sus mejores obras son La voz a ti debida y Razón de amor, por las que es conocido como «el gran poeta del amor». Tras la guerra, su poesía se tiñe de dolor, a través de temas como la muerte, la guerra, el exilio (El contemplado).
Jorge Guillén es considerado el poeta más puro e intelectual, el más fiel a la poesía pura de Juan Ramón. Recogíó toda su producción poética bajo el título general de Aire nuestro, dividido en cinco libros, entre los que destaca Cántico, donde muestra de forma desbordante la alegría del hecho de estar vivo.
La obra de Gerardo Diego, de difícil clasificación por su eclecticismo, se divide en dos etapas: la poesía de corte vanguardista caracterizada por el verso libre (Manual de espumas) y la poesía tradicional, con el empleo de formas clásicas como el soneto o el romance (Versos humanos).
La visión del mundo y el quehacer poético de Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura (1977), se apoya en tres pilares: el amor, la naturaleza y la muerte. A una primera etapa pertenecen Espadas como labios y Sombra
del paraíso. En su segunda etapa trata del ser humano y el transcurrir de la existencia (Historia del corazón) y, en una tercera, utiliza la poesía como meditación sobre su trayectoria vital (Poemas de la consumación).
Dámaso Alonso descubre a los jóvenes autores la obra de Góngora y muestra la influencia de Juan Ramón y A.Machado (Poemillas de la ciudad). Pero su obra más importante es Hijos de la ira (1944), conocida como «poesía desarraigada» que constituye un grito de dolor contra la situación del hombre y del mundo.
Rafael Alberti inicia su andadura poética inspirado en la lírica de cancionero, como en Marinero en tierra, en la que recupera formas métricas populares con sonetos donde expresa una profunda nostalgia por su Cádiz natal.
Luis Cernuda marcado por su carácter retraído y su homosexualidad. Reuníó toda su obra bajo el título La realidad y el deseo cuyo tema es el doloroso conflicto entre la realidad (con los límites impuestos por el mundo que le rodea) y su deseo o anhelo por su realización personal.
Federico García Lorca supo unir a su predisposición natural para la creación poética un riguroso trabajo en busca de la perfección, fusionando lo popular y lo culto. En su Libro de Poemas destacamos la lírica popular y tradicional. Y en Canciones destacamos la poesía pura y el Surrealismo. Romancero gitanoPoeta en Nueva York,
Miguel Hernández, a quien Dámaso Alonso denominó el «genial epígono», destacamos su obra el rayo que no cesa de temática amorosa
La generación del 27 supone la culminación de la Edad de Plata