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IntroducciónSentadas en Europa las bases de la ilustración, el pueblo europeo despierta aspiraciones liberales y revolucionarias. En Alemania nace un nuevo movimiento cultural, encarnado en este sentimiento liberal del siglo anterior pero huyendo de los racionalismos y exaltando la fuerza de los sentimientos y la libertad individual. A esto ha llamado la historia «Romanticismo», en donde los poetas contaban con sus pasiones como constantes vitales, como evidencias de que estamos vivos. Del primer Romanticismo alemán, toda Europa prendíó en la literatura apasionada de los liberales. No deja de ser una paradoja que los ROMánticos tan pronto fueran burgueses como ácratas, reaccionarios como revolucionarios. Inglaterra, Francia, Italia… Cada país forjó su propio Romanticismo. También, aunque más tarde, España. | El liberalismo pronto se identificó con Romanticismo | |
En España, habiendo llegado tardíamente la ilustración, también fue tardío el movimiento ROMántico. Tardío y breve, tuvo, sin embargo, en la poesía uno de sus puntos fuertes. El absolutismo de Fernando VII llevó al exilio a escritores como el Duque de Rivas, José de Espronceda y otros liberales. A su vuelta a España, con Isabel II, contagiados de la nueva corriente europea, traen a España el Romanticismo. Los mejores frutos, sin embargo, llegarán con una generación posterior, los posrománticos, entre los que se encuentran Rosalía de Castro y Gustavo Adolfo Bécquer. Los autores ROMánticos tuvieron varios frentes. Rebeldes y revulsivos, buscaron refugio en el pasado glorioso de España, el patriotismo, y las misteriosas ruinas medievales, númerosísimas en España. Por otro lado promovían una actitud crítica y liberal, incluso libertaria, en sus artículos o composiciones. El poeta extremeño José de Espronceda escribíó a personajes poco convencionales como verdugos o piratas. La libertad individual y los sentimientos más puros del ser humano son el motor de la lírica de Espronceda, Carolina Coronado o Juan Arolas. La melancolía, la protesta, el hastío y el amor son los estados más recurrentes de los poetas. Las carácterísticas del Romanticismo se resumen en: Ruptura con el NeoclasicismoFrente al academicismo y la busca del arte puro del siglo anterior, los ROMánticos apuestan por una escritura temperamental y sincera. Sin apenas retoques y revisiones, los poemas son espontáneos y llenos de versos incluso prosaicos.Subjetivismo y libertad individual y creadoraCrítico y revulsivo con lo que le rodea, el poeta exaltado se desmarca de su entorno e incluso su tiempo y crea un mundo de sentimientos perfectos; amor apasionado, búsqueda de la infinitud, ansia de felicidad…Evasión y compromisoJunto al compromiso inconformista del ROMántico convive un sentimiento paradójicamente contrario, el deseo de evasión. Las novelas históricas son las preferidas de la época (Víctor Hugo es un recurrente ejemplo) y las leyendas buscan el misterio y tenebrismo del pasado. Poesía ROMánticaLos ideales puramente políticos de los ROMánticos tuvieron dos vertientes opuestas. Mientras unos añoraban un pasado glorioso imperial, concebido como la patria perfecta, y cantaban a la patria o a Dios, otros apostaban por una actitud incluso anarquista. El Duque de Rivas o José Zorrillarepresentaban el Romanticismo tradicional y Espronceda el Romanticismo revolucionario. | ||
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El posromanticismoPronto el Romanticismo dejó de ser la tendencia oficial de la poesía española. El público burgués prefería el Realismo de las noveles de Galdós o Clarín. Así pues, poetas muy lejanos al Romanticismo como Campoamor son los elegidos por el público. El Romanticismo había muerto. Aparentemente. Sin embargo, otros poetas que no brillaron ante el gran público escribían poemas inmortales. Aún quedaba una última generación gloriosa para el Romanticismo español. Fueron los posrománticos Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Gustavo Adolfo Bécquer (1936-1870), posiblemente el mejor poeta español del Siglo XIX murió siendo un perfecto desconocido. El auge del Romanticismo duró poco y poetas como Ramón de Campoamor o Nuñez de Arce, al gusto de la España de la Restauración Monárquica, eran los líricos del momento, por lo que Bécquer pasó inadvertido. La gran obra poética del sevillano fueron sus Rimas. Otra gran poeta posromántica fue la gallega Rosalía de Castro (1837-1885), autora de A mi madre oEn las orillas del Sar. |