El texto objeto de comentario es un cuento del novelista mexicano Juan Rulfo que se encuentra inserto en el libro El llano en llamas, una recopilación de cuentos publicado en 1953. Además de «El llano en llamas», 1953, (al que pertenece el cuento » Es que somos muy pobres”), en 1955 apareció «Pedro Páramo”. Sus obras pertenecieron al movimiento literario denominado «realismo mágico», y en sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía, cuya acción se desarrolla en escenarios americanos, y sus personajes representan y reflejan el tipismo del lugar, con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo fantástico. Es que somos pobres es un relato en el que se plantea la desgracia que provoca en una familia la desaparición de su vaca
Serpentina en una inundación. El animal aparece personificado, lo cual le da bastante fuerza al relato. Tras la muerte de la tía Jacinta, cuando Tacha cumplía doce años, el río comenzó a crecer y se llevó la vaca que su padre le había regalado para que ella tuviera su dote, por lo que, ahora solo le espera ser una prostituta como sus hermanas mayores. El padre se siente mortificado por la
situación y esperan que el becerro esté vivo. Su madre siente que Dios los ha castigado. La joven llora al sentir su perdición. El narrador personaje es un pequeño niño cuyo nombre desconocemos. Nos presenta la dramática situación que se genera: su hermana Tacha, apenas de doce años, al haber perdido la vaca, que era su única dote, se verá abocada a la prostitución, a ser una piruja como sus hermanas; esto provoca hondo dolor a toda su familia. Aparece la idea de que no se puede detener el destino. Todos los personajes se enmarcan en un ambiente del México rural y pobre: el padre, un campesino conservador y de cortas miras; la madre, típica ama de casa sin pretensiones ni protagonismo alguno; la tía Jacinta, como mero soporte del comienzo de la historia con su fallecimiento (con lo cual se otorga un elevado valor simbólico a la muerte, elemento común a la narrativa del autor). La pérdida del tamarindo de Jacinta, el único que había en el pueblo, también refuerza el sentido agónico del relato.El marco temporal del relato es probablemente el de la primera mitad del S. XX. El cuento es lineal y comienza en un presente desde el que el narrador, con la técnica de la anticipación nos traslada a una época inmediatamente anterior (la semana pasada) y con un desarrollo lógico nos lleva a un presente en el que el narrador se encuentra junto a su hermana Tacha triste y sabedora de su desgracia.El espacio en el que se desarrolla la acción es el México rural. Las marcas espaciales están al servicio de la trama con valores evocadores añadidos. La minuciosa descripción del paisaje devastado alude directamente a la propia destrucción de los personajes, y todo ello con la elección de un léxico negativo y desagradable.
En el texto se observa el empleo de un habla popular, uso habitual de frases cortas con poca abundancia de subordinación, la repetición de palabras y construcciones y dialectalismos de la zona (americanismos y otros perdidos en el español general: nublazones, chapoleo, amontonadero, atarantada, nomás, apuración, retobadas, rezongonas, encueradas, tantito, palo de ocote…El estilo es sobrio, pero con elevado valor poético, con numerosos recursos expresivos. ”. Se observan símiles: “Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido de color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella”; “se olía, como se huele una quemazón”, de gran fuerza expresiva. Antítesis: “las bocas de muchos que se abren y se cierran” para destacar las palabras opuestas. Polisíndeton: “y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos”, que producen lentitud en la descripción. Personificaciones: “No acabo de saber por qué se le ocurriría a la Serpentina atravesar el río este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía a diario”, en la que se ha personificado a la vaca, elemento desencadenante del relato. Sinestesias: “El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha”, con connotaciones negativas.
En el nivel morfosintáctico, se observan adjetivos especificativos: “gran ruidazal”, “oreja blanca, otra colorada y muy bonitos ojos”, “agua negra y dura”, que seleccionan y restringen el significado del sustantivo al que acompañan. Abundan los sustantivos concretos: “tía”,
“cebada”, “río”, “vaca”, “agua”, “tamarindo”… ya que se trata de presentar la realidad en la que suceden los hechos. Existen formas verbales en pretérito perfecto simple: “se murió”, “pudimos hacer”, “fue”, que indican acción terminada, así como el pluscuamperfecto “habíamos enterrado”, acción terminada antes de otra pasada, y aparecen al principio del cuento, en esa analepsis narrativa o flash back que utiliza el autor para relatarnos lo que ha ocurrido una semana anterior. También se usa el presente actual “va”, “entra”, “llora”, “abrazo”. Se utiliza la tercera persona “Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá”, “Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio” y en primera persona: “Yo la abrazo tratando de consolarla, ella no entiende” ya que la acción es narrada por un personaje.La modalidad oracional utilizada es la enunciativa. Se pueden señalar diversos tipos de oraciones; simples: “Aquí todo va de mal en peor”, “La Serpentina nunca fue tan atarantada” y compuestas: “A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada esta asoleándose en el solar” (subordinada adverbial de causa); “Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar”.( La primera proposición es subordinada adverbial de tiempo; la segunda es la principal; la tercera, coordinada copulativa de la principal, esta se completa con una subordinada sustantiva de atributo) la variedad de oraciones aportan la coherencia y la cohesión textual, y también los marcadores textuales: “Y apenas ayer”, “Y por otro lado”, “Pero”…
Serpentina en una inundación. El animal aparece personificado, lo cual le da bastante fuerza al relato. Tras la muerte de la tía Jacinta, cuando Tacha cumplía doce años, el río comenzó a crecer y se llevó la vaca que su padre le había regalado para que ella tuviera su dote, por lo que, ahora solo le espera ser una prostituta como sus hermanas mayores. El padre se siente mortificado por la
situación y esperan que el becerro esté vivo. Su madre siente que Dios los ha castigado. La joven llora al sentir su perdición. El narrador personaje es un pequeño niño cuyo nombre desconocemos. Nos presenta la dramática situación que se genera: su hermana Tacha, apenas de doce años, al haber perdido la vaca, que era su única dote, se verá abocada a la prostitución, a ser una piruja como sus hermanas; esto provoca hondo dolor a toda su familia. Aparece la idea de que no se puede detener el destino. Todos los personajes se enmarcan en un ambiente del México rural y pobre: el padre, un campesino conservador y de cortas miras; la madre, típica ama de casa sin pretensiones ni protagonismo alguno; la tía Jacinta, como mero soporte del comienzo de la historia con su fallecimiento (con lo cual se otorga un elevado valor simbólico a la muerte, elemento común a la narrativa del autor). La pérdida del tamarindo de Jacinta, el único que había en el pueblo, también refuerza el sentido agónico del relato.El marco temporal del relato es probablemente el de la primera mitad del S. XX. El cuento es lineal y comienza en un presente desde el que el narrador, con la técnica de la anticipación nos traslada a una época inmediatamente anterior (la semana pasada) y con un desarrollo lógico nos lleva a un presente en el que el narrador se encuentra junto a su hermana Tacha triste y sabedora de su desgracia.El espacio en el que se desarrolla la acción es el México rural. Las marcas espaciales están al servicio de la trama con valores evocadores añadidos. La minuciosa descripción del paisaje devastado alude directamente a la propia destrucción de los personajes, y todo ello con la elección de un léxico negativo y desagradable.
En el texto se observa el empleo de un habla popular, uso habitual de frases cortas con poca abundancia de subordinación, la repetición de palabras y construcciones y dialectalismos de la zona (americanismos y otros perdidos en el español general: nublazones, chapoleo, amontonadero, atarantada, nomás, apuración, retobadas, rezongonas, encueradas, tantito, palo de ocote…El estilo es sobrio, pero con elevado valor poético, con numerosos recursos expresivos. ”. Se observan símiles: “Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido de color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella”; “se olía, como se huele una quemazón”, de gran fuerza expresiva. Antítesis: “las bocas de muchos que se abren y se cierran” para destacar las palabras opuestas. Polisíndeton: “y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos”, que producen lentitud en la descripción. Personificaciones: “No acabo de saber por qué se le ocurriría a la Serpentina atravesar el río este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía a diario”, en la que se ha personificado a la vaca, elemento desencadenante del relato. Sinestesias: “El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha”, con connotaciones negativas.
En el nivel morfosintáctico, se observan adjetivos especificativos: “gran ruidazal”, “oreja blanca, otra colorada y muy bonitos ojos”, “agua negra y dura”, que seleccionan y restringen el significado del sustantivo al que acompañan. Abundan los sustantivos concretos: “tía”,
“cebada”, “río”, “vaca”, “agua”, “tamarindo”… ya que se trata de presentar la realidad en la que suceden los hechos. Existen formas verbales en pretérito perfecto simple: “se murió”, “pudimos hacer”, “fue”, que indican acción terminada, así como el pluscuamperfecto “habíamos enterrado”, acción terminada antes de otra pasada, y aparecen al principio del cuento, en esa analepsis narrativa o flash back que utiliza el autor para relatarnos lo que ha ocurrido una semana anterior. También se usa el presente actual “va”, “entra”, “llora”, “abrazo”. Se utiliza la tercera persona “Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá”, “Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio” y en primera persona: “Yo la abrazo tratando de consolarla, ella no entiende” ya que la acción es narrada por un personaje.La modalidad oracional utilizada es la enunciativa. Se pueden señalar diversos tipos de oraciones; simples: “Aquí todo va de mal en peor”, “La Serpentina nunca fue tan atarantada” y compuestas: “A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada esta asoleándose en el solar” (subordinada adverbial de causa); “Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar”.( La primera proposición es subordinada adverbial de tiempo; la segunda es la principal; la tercera, coordinada copulativa de la principal, esta se completa con una subordinada sustantiva de atributo) la variedad de oraciones aportan la coherencia y la cohesión textual, y también los marcadores textuales: “Y apenas ayer”, “Y por otro lado”, “Pero”…