La poesía
modernista recibe las siguientes influencias: Parnasianismo y Simbolismo francés
y Romanticismo español. El Modernismo hispánico es, en buena medida, una
síntesis del Parnasianismo y del Simbolismo. De los parnasianos se toma la
afición al detalle, el anhelo de perfección moral, los temas exóticos y
mitológicos, los valores sensoriales. Y de los simbolistas, el arte de sugerir
y la búsqueda de efectos rítmicos dentro de una variada musicalidad. De Bécquer
arranca una veta intimista y sentimental que reconocerán los poetas modernistas
desde Rubén Darío a Juan Ramón Jiménez, pasando por Machado.La temática
modernista apunta en dos direcciones: la exterioridad sensible y la intimidad
del poeta. Desde estas dos direcciones se explican las características del
Modernismo: desazón romántica, escapismo, cosmopolitismo, amor y erotismo,
temas americanos, lo hispánico. En conclusión, la temática modernista revela,
por una parte, un anhelo de armonía frente a un mundo que se siente inarmónico:
un ansia de plenitud y perfección, dificultada por íntimas angustias; y, por
otra parte, una búsqueda de raíces.Estas mismas ansias de armonía, de
perfección, de belleza son también las raíces de su estética. Decía Juan Ramón
Jiménez que el Modernismo “era el encuentro de nuevo con la belleza, sepultada
durante el S. XIX por un tono general de poesía burguesa”. Su estética se
caracteriza por el gusto por la belleza, la búsqueda de valores sensoriales y
un prodigioso manejo del idioma.Los modernistas saben servirse de todos
aquellos recursos estilísticos que se caractericen por su valor ornamental y
por su poder sugeridor: recursos fónicos (musicalidad, aliteración), léxico
enriquecido con cultismos, términos exóticos, adjetivación ornamental,
sinestesias, riqueza de imágenes (“nada más triste que un titán que llora”),
utilización de elementos plásticos (colores, etc.)El ansia de armonía y de
musicalidad conduce a un inmenso enriquecimiento de ritmos, se resucitan versos
y estrofas antiguos (dodecasílabo y alejandrino) y se añaden hallazgos
personalísimos. El verso preferido es el alejandrino. A la influencia francesa
se debe el abundante cultivo del dodecasílabo y de eneasílabos, aunque también
los versos más consagrados (octosílabo y endecasílabo) siguieron siendo
abundantemente usados. Son muy importantes las innovaciones en cuanto a las
estrofas; el soneto ofrece nuevas modalidades (sonetos en alejandrinos). Lo
esencial es no limitarse a las estrofas consagradas. En fin, la métrica se
enriquece con múltiples artificios complementarios: uso especial de rimas
agudas o esdrújulas, rimas internas, paralelismos que refuerzan el ritmo…RUBÉN
DARÍO fue un poeta excelentemente dotado, tanto para la poesía colorista y
deslumbrante, como para la expresión lírica de la sensibilidad y la melancolía.
Sus versos infunden un nuevo impulso a la poesía en castellano por la
renovación del léxico poético, por las brillantes imágenes, por su variada
métrica… Destacan sus obras Azul, Prosas Profanas (1896) y Cantos de vida y
esperanza (1905).MANUEL MACHADO admiraba a Rubén Darío y lo siguió en sus
innovaciones métricas, pero le faltaron el ímpetu rítmico y los preciosismos
léxicos del nicaragüense. La poesía de Manuel Machado está llena de aliento
modernista e inspiración andaluza; destaca su gran plasticidad y su tono alegre
y delicado. Renunció en sus versos a lo decorativo y suntuoso, en busca de una
poesía interior. Las obras características son: Caprichos, Alma (1902) y Cante
hondo (1912).ANTONIO MACHADO. Su poesía
sintetiza el clasicismo de las formas, el simbolismo del mundo sensorial
y la indagación en sus galerías interiores. Varias obsesiones se repiten en su
obra:
El paso del tiempo y la nostalgia por la niñez, la falta de amor, la correspondencia emocional entre los elementos del paisaje y su estado de ánimo.Su obra comprende tres etapas. La primera, representada por Soledades, galerías y otros poemas representa un Modernismo intimista y simbolista. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ tiene en su trayectoria poética una profunda evolución. Sus comienzos están influidos por las tendencias de la literatura de fin de siglo (esteticismo, decadentismo, simbolismo y modernismo)
, mientras que la segunda etapa está marcada por el vitalismo. Obras poéticas modernistas son Arias tristes, Elejías, La soledad sonora que culmina con el libro de prosa poética Platero y yo. La renovación estética del Modernismo, del lenguaje poético, se extiende a la prosa y la novela. Sus temas y actitudes coinciden con los de la poesía. La sensualidad, la idealización y estilización de la realidad son la base de las Sonatas de Valle- Inclán, en las que se recrean las andanzas donjuanescas, refinadas y perversas del Marqués de Bradomín. A este género también pertenece Platero y yo de Juan Ramón, ya citado. En España autores como Salvador Rueda –con su sensibilidad por lo colorista y lo musical (En tropel), Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas, La leona de Castilla) y Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol, Las hijas del Cidl) se suelen inscribir dentro de la nómina de autores del Modernismo español.
El paso del tiempo y la nostalgia por la niñez, la falta de amor, la correspondencia emocional entre los elementos del paisaje y su estado de ánimo.Su obra comprende tres etapas. La primera, representada por Soledades, galerías y otros poemas representa un Modernismo intimista y simbolista. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ tiene en su trayectoria poética una profunda evolución. Sus comienzos están influidos por las tendencias de la literatura de fin de siglo (esteticismo, decadentismo, simbolismo y modernismo)
, mientras que la segunda etapa está marcada por el vitalismo. Obras poéticas modernistas son Arias tristes, Elejías, La soledad sonora que culmina con el libro de prosa poética Platero y yo. La renovación estética del Modernismo, del lenguaje poético, se extiende a la prosa y la novela. Sus temas y actitudes coinciden con los de la poesía. La sensualidad, la idealización y estilización de la realidad son la base de las Sonatas de Valle- Inclán, en las que se recrean las andanzas donjuanescas, refinadas y perversas del Marqués de Bradomín. A este género también pertenece Platero y yo de Juan Ramón, ya citado. En España autores como Salvador Rueda –con su sensibilidad por lo colorista y lo musical (En tropel), Francisco Villaespesa (El alcázar de las perlas, La leona de Castilla) y Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol, Las hijas del Cidl) se suelen inscribir dentro de la nómina de autores del Modernismo español.