Este texto pertenece al cuarto capítulo de Crónica de una muerte anunciada, novela corta publicada en 1981, una de las obras más conocidas y apreciadas de Gabriel García Márquez.
El marco histórico cultural en el que se desarrolla la novela se caracteriza por la situación política, social y cultural de los países de América Latina en el Siglo XX. Las circunstancias que comparten estos países explican muchos de los aspectos de su literatura. El atraso económico y las desigualdades sociales han sido fuente de continuas tensiones.El rasgo social y cultural más importante es el mestizaje, es decir, la convivencia de razas.
Gabriel García Márquez nacíó en Colombia en 1928. Estudió Derecho y Periodismo en la Universidad Nacional e inició sus primeras colaboraciones periodísticas en el diario El Espectador. Este escritor pertenece al grupo de narradores que impulsaron la narrativa hispanoamericana en los años sesenta y, sin duda, es la figura más representativa de lo que se ha venido a llamar “Realismo mágico”. Comprometido con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca la insurrección guerrillera cubana hasta su triunfo en 1959. Participó en la fundación de Prensa Latina agencia. García Márquez ha recibido numerosos premios por sus obras; el mayor de todos ellos, el Premio Nobel de Literatura en 1982.
«Crónica de una muerte anunciada» es la séptima novela de Gabriel García Márquez. Su éxito ha sido y sigue siendo muy notable. Es su obra más «realista» pues se basa en un hecho histórico ocurrido en su tierra natal (Colombia). Relata el asesinato de Santiago Nasar a manos de los gemelos Vicario. Abarca menos de veinticuatro horas, pero se remite a la infancia de sus protagonistas, y a su vejez. Es la culminación del período de renovación (alejamiento de la forma tradicional de narración, monólogo interior, saltos en el espacio y el tiempo, elementos irracionales y oníricos, procedentes del Surrealismo), Realismo mágico, experimentación de nuevas técnicas narrativas y la búsqueda de elementos extraordinarios en la realidad cotidiana. Desde el comienzo de la narración se anuncia que Santiago Nasar va a morir: quien parece ser el causante de la deshonra de Ángela, hermana de los gemelos, que ha contraído matrimonio el día anterior y ha sido rechazada por su marido. Predomina como tema de este texto la fuerza de la pasión amorosa que permite vencer el rencor y la soledad.
Ángela Vicario decidíó escribirle cartas a Bayardo San ROMán, pues tras ser una casada devuelta, crecíó su amor por Bayardo, al mismo tiempo que aumentaba el odio hacia su madre. Al décimo año, le escribíó una carta de pasión y siguió escribíéndole durante diecisiete años, hasta que un mediodía de Agosto, regresó su esposo, ya mayor, con el mismo atuendo con que lo había conocido. Llevaba una maleta de ropa para quedarse y otra con las casi dos mil cartas que le había escrito Ángela. En cuanto a su estructura, el texto se divide en tres partes. La primera parte abarca los dos primeros párrafos, en los que se demuestra la situación de Ángela durante todos esos años, de manera que el tiempo verbal predominante es el pretérito imperfecto de indicativo (mandaba, seguía…). La segunda parte constituye el nudo y ocupa los dos párrafos siguientes. Nos cuenta qué es lo que ha hecho Ángela para vencer su soledad. En este caso se usa el pretérito perfecto simple (fueron, derramó…). La tercera parte son los tres párrafos finales, que constituyen el desenlace. Las cartas, al final, han surtido efecto.La acción en la novela supuestamente transcurre en el pueblo natal del autor El fragmento se refiere a Ángela Vicario, por lo que el espacio se sitúa en la casa donde Ángela vivía con su madre, en un pueblo cercano al Caribe: “permanecía en el cuarto escribiendo cartas sin porvenir” “Un mediodía de Agosto […] sintió que alguien llegaba a su puerta”.
El tratamiento retrospectivo es un rasgo de la novela de los años sesenta y la técnica más novedosa de esta novela.La novela no avanza cronológicamente, sino que aparecen numerosas analepsis y prolepsis, elipsis, etc.. En el fragmento se observan referencias temporales:“media vida”, “una madrugada de vientos”, “por el año décimo”, “diecisiete años”.
El narrador de este fragmento es un narrador omnisciente que conoce todo acerca de los personajes (“Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubríó entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas”). Conocemos lo que ocurre en esta novela no solo a través de lo que dice el narrador; sino también gracias a lo que cuentan otros personajes. En este fragmento, alterna la primera persona (“
En prueba de mi amor te envío mis lágrimas”) y la tercera persona (“se le derramó el tintero sobre la carta terminada”). Se sirve tanto del estilo directo («A veces no se me ocurría qué decir…”) como del indirecto (“Se asustó, porque sabía que él la estaba viendo tan disminuida como ella lo estaba viendo a él”) para ahondar más en los personajes y ofrecernos una visión más completa de la realidad.
Sin embargo, los hechos a lo largo de la obra se reconstruyen desde varias perspectivas (el personaje secundario amigo de Santiago Nasar, el propio pueblo que relata sucesos al juez y al narrador o el narrador omnisciente que escribe para hacer una crónica con la información recabada ). La primera persona se usa en estilo directo: “En prueba de mi amor te envío mis lágrimas” de Ángela Vicario o la que pronuncia Bayardo San ROMán: “Bueno -dijo-, aquí estoy“. Estamos ante una novela que a pesar de su brevedad sobresale por su elevado número de personajes. En el fragmento aparece una mención lejana, casual, a las amigas de Ángela Vicario y a su madre. Los personajes principales del texto son: Ángela Vicario, protagonista de la novela, obligada a casarse porque había sido educada para ello y desencadenante de la tragedia al acusar a Santiago Nasar de la pérdida de su virginidad, por lo que es devuelta a su familia por su marido, al descubrir que no era virgen. A partir de ahí, sufre una gran transformación y es dueña de su destino. Bayardo San ROMán es un ingeniero de trenes, bien vestido, muy atractivo. Tenía dinero, orgullo y consideraba que sus deseos siempre se cumplirían, tanto para conseguir la boda con Ángela como la casa del viudo Xius. Es el hombre seguro y dominante
La prosa de García Márquez es sencilla, directa, aunque cargada de simbolismo. Mezcla el estilo periodístico y real con el estilo mítico heredado del Realismo mágico. Se observa el uso de un registro coloquial: “muerta de risa”, “escribiendo sin cuartel”, que contrasta con el nivel literario de otras expresiones:“Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubríó entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas”, antítesis con la que se destacan los sustantivos “odio y amor”. Se observa detallismo en las descripciones: “Llevaba la maleta de la ropa para quedarse, y en otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por sus fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores y todas sin abrir”. Además de la antítesis ya citada, se pueden señalar otros recursos literarios: metáforas:“más encendía las brasas de su fiebre”; “En prueba de mi amor te envío mis lágrimas”, de gran fuerza expresiva. Enumeraciones: “Se volvíó lúcida, imperiosa, maestra de su albedrío”… “Al principio fueron esquelas de compromiso, después fueron papelitos de amante furtiva, billetes perfumados de novia fugaz, memoriales de negocios, documentos de amor, y por último fueron cartas indignas de una esposa abandonada que se inventaba enfermedades crueles para obligarlo a volver”, recurso propio de la descripción. También se puede señalar polisíndeton: “y volvíó a ser virgen solo para él, y no reconocíó otra autoridad que la suya”, que produce lentitud; hipérbole que se produce al convertirse Ángela en escritora fiel durante diecisiete años: “una carta semanal durante media vida” o su consecuente “locura” entre risas y lágrimas y, finalmente, se observa una personificación: “carta febril”.
Para concluir, podríamos decir que hasta la noche de su boda, Ángela Vicario no parece tomar las riendas de su propia vida y a partir de esa noche es la arrebatadora pasión por su marido lo que le va a dar sentido. Pero en esa pasión ella juega, con gozo, desprendimiento y exageración, el papel tradicional de la mujer. Luego, desde el exilio le escribe cartas, circunspectas y educadas al principio, pero cada vez más apasionadas. En esa pasión sublima los valores tradicionales y machistas que, paradójicamente, van a suponer su liberación.