PANORAMA GENERAL La novela española de posguerra arranca con la pérdida de numerosas referencias literarias, motivada por diversas razones: la muerte de algunos escritores (Unamuno, Valle…) y el exilio de otros (Sender, Aub, Ayala…), la censura y la imposibilidad de importar textos de autores extranjeros simpatizantes de la República (el francés Malraux, los norteamericanos Dos Passos y Hemingway, el inglés Graham Greene…). Además, obras de décadas anteriores que introducían innovaciones narrativas, como las de Joyce, Faulkner o Proust, tardaron en convertirse nuevamente en lectura habitual.Después de la Guerra Civil, los narradores debieron crear una nueva tradición novelística que, en parte, retomó los modelos de la narrativa realistade autores como Galdós o Baroja. Se rompíó, así, la continuidad con la línea de Vanguardismo y experimentación iniciada en las décadas de preguerra.Desde el punto de vista del contenido, en la novela de posguerra aparecíó pronto la actitud de compromiso con la realidad y con los principios considerados válidos tanto para los vencedores de la Guerra Civil como para aquellos que plasmaban una actitud de protesta. En otros casos, las obras literarias no manifestaban un compromiso ideológico, pero las historias narradas estaban cargadas de un clima de opresión individual que solo puede explicarse por un contexto que no ofrecía salidas a la angustia de los personajes.La censura fue una circunstancia omnipresente en la inmediata posguerra y también en la década de los cincuenta, en la que se mantuvo una novela de contenido social y de crítica al régimen imperante.Hacia los años sesenta, el contenido dejó de ser fundamental y los autores empezaron a preocuparse más por la forma de narrar.
La innovación técnica, llevada a veces al extremo del experimentalismo, caracterizó la novela de esa década y de los inicios de los setenta.
Este cambio se correspondía con la nueva realidad que vivía la España de la época, de mayor apertura cultural y de acceso a las grandes aportaciones de la novela occidental del Siglo XX. Si a esto se añade el desencanto de muchos autores respecto del papel que podía desempeñar la novela en el panorama social, resulta comprensible el cambio de actitud.Las distintas orientaciones de la novela española desde la posguerra hasta la actualidad:
Se incorporan técnicas del objetivismo norteamericano y la orientación preponderante cincuenta es la de la novela de compromiso social. AÑOS 60
Las innovaciones narrativas del siglo xx y la influencia de la novela hispanoamericana se dejan notar en la novela experimental de los sesenta.
A esta tendencia se adscriben José M.a Guelbenzu, Félix de Azúa, Juan Cruz y Juan Eslava Galán.
Mención especial merece Juan Benet (1927-1993), quien, con una tarea en solitario, inició el camino de un tipo de novela basada en la elaboración del lenguaje y en la reflexión.
Entre sus obras destacan Volverás a Regíón (1968), Una medí~ tación (1970), Saúl ante Samuel (1980), El aire de un crimen (1980) y Herrttrnferosas lanzas (1983).
A partir de los años setenta, la novela española se caracteriza por la coexistencia de distintas tendencias y estilos anteriores.
rasgos comunes:I Renovado interés por la historia y la variedad estilística. Agotado ya el camino de la experimentación, los nuevos autores vuelven a contar historias y no desechan las aportaciones formales de las décadas anteriores.
NOVELA Históricainfluida por el nombre la rosa (1980), de Umberto Eco, una tendencia importante de las últimas décadas es la recreación de hechos históricos. En esta orientación pueden citarse Mansura (1984), de Félix de Azúa;
En busca del unicornio (1987), de Juan Eslava Galán;
Urraca (1991), de Lourdes Ortiz;
Los crónicas mestizas de José MaríaJavier Marías
La narrativa de Javier Marías se inició bajo la influencia de la cultura de masas, del cine y de la novela negra. En su primera obra, Los dominios del lobo (1971), se recrea la imagen de Norteamérica difundida por los medios de comunicación. A partir de su segunda novela, Travésía del horizonte (1972), aparece ya la impronta de la intriga que mueve los hilos de la historia, del misterio y de la aventura, imaginaria o vivida, unida a los viajes.Marías recurre habitualmente a un narrador protagonista que relata en primera persona, y a la mezcla de narración y reflexión, lo que le permite establecer un juego entre pasado, presente y futuro;
en estos tres momentos parecen repetirse las mismas situaciones con personajes semejantes.En Todas las almas (1989), los recuerdos de un profesor de sus años de estancia en OxfordCorazón tan blanco (1992) presenta los temas más carácterísticos del autor: el azar, como instrumento de un destino que juega con los individuos en un mundo marcado por la muerte, el amor, las amistades, las traiciones y las lealtades.
En Negra espalda del tiempo (1997), Javier Marías plantea cómo toda narración convierte un suceso en ficticio, pues ya no ofrece el hecho en sí, sino la visión del que narra. De esta manera, la literatura llega a ser más convincente que la realidad Antonio Muñoz Molina
En todas las novelas de Muñoz Molina, el interés por la historia narrada resulta primordial. En ellas es habitual el valor de la memoria como forma de recuperación de una vida que no ha de perderse y la presencia de una intriga que funciona como eje estructurador del relato.En su primera novela, Beatus
Ule(1986), Muñoz Molina desarrolla la reconstrucción de un tiempo relacionado con la Guerra Civil por parte de un estudiante que va al pueblo de su familia para investigar ese pasado.
El jinete polaco (1991) vuelve sobre ese mundo de la infancia y la adolescencia, con sus lugares, sus personajes y sus vivencias.En El invierno en Lisboa (1987) y Beltenebros (1989)La intriga de Plenilunio (1997) gira en torno al asesinato de una niñaaños cincuenta
La novela de los cincuenta continuó la tradición del Realismo de los cuarenta, y sus carácterísticas se mantienen hasta principios de la década de los sesenta.
Técnicamente, esta narrativa nacíó bajo la influencia de La colmena y de la lectura de autores norteamericanos y franceses.
En estos años de profundas transformaciones sociales, la literatura áéhm cumplir la función de informar al lector de aquello que no aparecía en les medios de comunicación y sensibilizarlo. Aunque la censura política, religiosa y sexual seguía vigente, los autores de los cincuenta se plantearon un compromiso ético ante la realidad;
por tanto, las novelas intentaron reflejar la situación que vivían los españoles de la época:La alienación de los trabajadores, cuyo tiempo de ocio, cuando existía.
§e reducía al mínimo.La frivolidad de las clases altas, carentes de conciencia social, que se ab> rrían y trataban de distraer el tiempo en fiestas y con relaciones pasajera?.. En esta novela no, interesaba el protagonista individual y sus problen»personales, sino que se tendíó al protagonismo colectivo.
Para centrar la historia, se redujo el argumento y se limitaron el tiempo y el espacio.
Tendencias narrativas de los cincuenta socialLos narradores sociales entendieron la literatura como una forma de concienciar al público y de influir en su postura ideológica.
Esta situación determinó que, en muchos casos, los relatos cayeran en el maniqueísmo: los obreros se presentaban como explotados, viviendo en condiciones infrahumanas y resignados a su suerte, pero, a pesar de ello, capaces de ser bondadosos; los burgueses, por el contrario, son seres egoístas y crueles, muchas veces ociosos, alienados en un mundo sin ilusiones y repleto de mezquindades.El tema de la emigración a la ciudad aparece en distintas obras desde diferentes perspectivas. En La piqueta, de Antonio Ferres, el relato se centra en la chabola, único bien de unos emigrantes andaluces, que va a ser demolida. El trabajo y las nuevas injusticias es el tema en otros relatos: los mineros de La mina, de López Salinas o los obreros de Central eléctrica, de López Pacheco. La zanja, de Alfonso Grosso,endencia neorrealista
Para los autores del neorrealismo, el compromiso ético significó una actitud personal.
Los escritores neorrealistas consideraban que la realidad implicaba también las vivencias personales del individuo, lo que les permitíó mostrar otro aspecto del mundo a través de temas como la soledad, la frustración o la decepción.
La narrativa de muchas de estas novelas se encaminó por las sendas del behaviorismo (o conductismo) norteamericano, con técnicas basadas en el diálogo y en el punto de vista de la cámara cinematográfica, que permite un mayor distanciamiento del narrador respecto de la historia narrada.
La innovación técnica, llevada a veces al extremo del experimentalismo, caracterizó la novela de esa década y de los inicios de los setenta.
Este cambio se correspondía con la nueva realidad que vivía la España de la época, de mayor apertura cultural y de acceso a las grandes aportaciones de la novela occidental del Siglo XX. Si a esto se añade el desencanto de muchos autores respecto del papel que podía desempeñar la novela en el panorama social, resulta comprensible el cambio de actitud.Las distintas orientaciones de la novela española desde la posguerra hasta la actualidad:
AÑOS 40
Son años de ruptura de la continuidad con el pasado reciente en los que coexisten varias tendencias: la novela nacionalista, el Realismo tradicional y el tremendismo, unido, en ocasiones,a una visión existencialista, sin olvidar una tendencia humorística o fantástica. AÑOS 50Se incorporan técnicas del objetivismo norteamericano y la orientación preponderante cincuenta es la de la novela de compromiso social. AÑOS 60
Las innovaciones narrativas del siglo xx y la influencia de la novela hispanoamericana se dejan notar en la novela experimental de los sesenta.
Años 70
La novela de esta época deja ya de responder a rasgos comunes y se caracteriza por la variedad en adelante de modelos y la multiplicidad de temas.AÑOS 70
Desde finales de los años sesenta se produjo una corriente conocida como experimentalismo, cultivada por una nueva generación de escritores que manifestaban un rechazo total por la anécdota.A esta tendencia se adscriben José M.a Guelbenzu, Félix de Azúa, Juan Cruz y Juan Eslava Galán.
Mención especial merece Juan Benet (1927-1993), quien, con una tarea en solitario, inició el camino de un tipo de novela basada en la elaboración del lenguaje y en la reflexión.
Entre sus obras destacan Volverás a Regíón (1968), Una medí~ tación (1970), Saúl ante Samuel (1980), El aire de un crimen (1980) y Herrttrnferosas lanzas (1983).
A partir de los años setenta, la novela española se caracteriza por la coexistencia de distintas tendencias y estilos anteriores.
rasgos comunes:I Renovado interés por la historia y la variedad estilística. Agotado ya el camino de la experimentación, los nuevos autores vuelven a contar historias y no desechan las aportaciones formales de las décadas anteriores.
Variedad de temas
Los temas abarcan un espectro que va desde el realismo al compromiso ético, la reconstrucción histórica o la pura fantasía. Atienden tanto a las circunstancias sociales y los acontecimientos históricos o políticos como a la vida cotidiana y los conflictos individuales. La presencia del pueblo como referente afectivo y social, a veces idílico, está presente, por ejemplo, en la narrativa de Julio Llamazares (La lluvia amarilla, 1988). En las novelas de Luis Mateo Diez (Las estaciones provinciales, 1982; La fuente de la edad, 1986; Camino de perdición, 1995) aparece un mundo provinciano que condiciona a los personajes. La Guerra Civil y la posguerra siguen actuando como trasfondo aun para las generaciones que no la vivieron. Esta época sirve de marco para Luna de lobos (1985), de Julio Llamazares; El pianista (1985), de Manuel Vázquez Montalbán, y El lápiz del carpintero (1998), de Manuel Rivas.Literatura dentro de la literatura
La creación literaria se convierte en tema con un personaje escritor que muestra o habla de su novela. El texto se transforma, así, en metanovela. Algunos ejemplos son Novela de Andrés Choz (1976), de José María Merino; Eí hijo adoptivo (1984), de Álvaro Pombo, o Beatus Ule (1986), de Antonio Muñoz Molina.Novela policíaca
La novela policíaca combina la tendencia a narrar una historia que resulte interesante y atraiga al lector con aspectos sociales y de denuncia. Reconstruye, en ocasiones, momentos históricos en los cuales se han producido serios conflictos y narra los hechos siguiendo el hilo de una intriga.En España, este modelo nacíó con La verdad sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza, que recrea la Barcelona de principios de siglo y los conflictos obreros de la Semana Trágica.Mendoza ha continuado este camino en El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982) y La aventura del tocador de señoras (2001), en las que un enfermo mental investiga casos policiales.NOVELA Históricainfluida por el nombre la rosa (1980), de Umberto Eco, una tendencia importante de las últimas décadas es la recreación de hechos históricos. En esta orientación pueden citarse Mansura (1984), de Félix de Azúa;
En busca del unicornio (1987), de Juan Eslava Galán;
Urraca (1991), de Lourdes Ortiz;
Los crónicas mestizas de José MaríaJavier Marías
La narrativa de Javier Marías se inició bajo la influencia de la cultura de masas, del cine y de la novela negra. En su primera obra, Los dominios del lobo (1971), se recrea la imagen de Norteamérica difundida por los medios de comunicación. A partir de su segunda novela, Travésía del horizonte (1972), aparece ya la impronta de la intriga que mueve los hilos de la historia, del misterio y de la aventura, imaginaria o vivida, unida a los viajes.Marías recurre habitualmente a un narrador protagonista que relata en primera persona, y a la mezcla de narración y reflexión, lo que le permite establecer un juego entre pasado, presente y futuro;
en estos tres momentos parecen repetirse las mismas situaciones con personajes semejantes.En Todas las almas (1989), los recuerdos de un profesor de sus años de estancia en OxfordCorazón tan blanco (1992) presenta los temas más carácterísticos del autor: el azar, como instrumento de un destino que juega con los individuos en un mundo marcado por la muerte, el amor, las amistades, las traiciones y las lealtades.
En Negra espalda del tiempo (1997), Javier Marías plantea cómo toda narración convierte un suceso en ficticio, pues ya no ofrece el hecho en sí, sino la visión del que narra. De esta manera, la literatura llega a ser más convincente que la realidad Antonio Muñoz Molina
En todas las novelas de Muñoz Molina, el interés por la historia narrada resulta primordial. En ellas es habitual el valor de la memoria como forma de recuperación de una vida que no ha de perderse y la presencia de una intriga que funciona como eje estructurador del relato.En su primera novela, Beatus
Ule(1986), Muñoz Molina desarrolla la reconstrucción de un tiempo relacionado con la Guerra Civil por parte de un estudiante que va al pueblo de su familia para investigar ese pasado.
El jinete polaco (1991) vuelve sobre ese mundo de la infancia y la adolescencia, con sus lugares, sus personajes y sus vivencias.En El invierno en Lisboa (1987) y Beltenebros (1989)La intriga de Plenilunio (1997) gira en torno al asesinato de una niñaaños cincuenta
La novela de los cincuenta continuó la tradición del Realismo de los cuarenta, y sus carácterísticas se mantienen hasta principios de la década de los sesenta.
Técnicamente, esta narrativa nacíó bajo la influencia de La colmena y de la lectura de autores norteamericanos y franceses.
En estos años de profundas transformaciones sociales, la literatura áéhm cumplir la función de informar al lector de aquello que no aparecía en les medios de comunicación y sensibilizarlo. Aunque la censura política, religiosa y sexual seguía vigente, los autores de los cincuenta se plantearon un compromiso ético ante la realidad;
por tanto, las novelas intentaron reflejar la situación que vivían los españoles de la época:La alienación de los trabajadores, cuyo tiempo de ocio, cuando existía.
§e reducía al mínimo.La frivolidad de las clases altas, carentes de conciencia social, que se ab> rrían y trataban de distraer el tiempo en fiestas y con relaciones pasajera?.. En esta novela no, interesaba el protagonista individual y sus problen»personales, sino que se tendíó al protagonismo colectivo.
Para centrar la historia, se redujo el argumento y se limitaron el tiempo y el espacio.
Tendencias narrativas de los cincuenta socialLos narradores sociales entendieron la literatura como una forma de concienciar al público y de influir en su postura ideológica.
Esta situación determinó que, en muchos casos, los relatos cayeran en el maniqueísmo: los obreros se presentaban como explotados, viviendo en condiciones infrahumanas y resignados a su suerte, pero, a pesar de ello, capaces de ser bondadosos; los burgueses, por el contrario, son seres egoístas y crueles, muchas veces ociosos, alienados en un mundo sin ilusiones y repleto de mezquindades.El tema de la emigración a la ciudad aparece en distintas obras desde diferentes perspectivas. En La piqueta, de Antonio Ferres, el relato se centra en la chabola, único bien de unos emigrantes andaluces, que va a ser demolida. El trabajo y las nuevas injusticias es el tema en otros relatos: los mineros de La mina, de López Salinas o los obreros de Central eléctrica, de López Pacheco. La zanja, de Alfonso Grosso,endencia neorrealista
Para los autores del neorrealismo, el compromiso ético significó una actitud personal.
Los escritores neorrealistas consideraban que la realidad implicaba también las vivencias personales del individuo, lo que les permitíó mostrar otro aspecto del mundo a través de temas como la soledad, la frustración o la decepción.
La narrativa de muchas de estas novelas se encaminó por las sendas del behaviorismo (o conductismo) norteamericano, con técnicas basadas en el diálogo y en el punto de vista de la cámara cinematográfica, que permite un mayor distanciamiento del narrador respecto de la historia narrada.