Narrativa medieval
La narrativa didáctica s. XIV
Las obras más importantes del Siglo XIV, el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita y El conde Lucanor de
don Juan Manuel, revelan importantes cambios en la forma de transmisión de la
obra literaria. Es largo el proceso que va desde la transmisión oral (como canción o recitado por parte de un juglar) a la lectura individual y silenciosa, y en e] proceso estas obras suponen estadios claramente diferenciados de los anteriores. El Libro de Buen
Amor, obra sin equivalentes claros en las literaturas europeas, es formalmente heredero del Mester de Clerecía por el uso de la cuaderna vía, pero se aparta bastante de esta escuela en muchos aspectos. El conde Lucanor supone la aparición del cuento escrito en prosa en lengua castellana. Hasta ese momento existían traducciones de colecciones de cuentos, como el Calila e Dimna (1251), pero la creación literaria en prosa en esta lengua, y concreta~ mente la prosa de ficción, tenía escasos precedentes. Si el verso fue la forma idónea para la transmisión oral, la prosa apunta a la lectura individual, aunque durante siglos se lea en voz alta para entretenimiento de quienes no saben hacerla. Las obras de estos autores presentan importantes semejanzas, además de ser muy próximas en el tiempo. Comparten ambas la intención didáctica, tan habitual en la época, así como el ideal de ensel1ar deleitando o transmitir enseñanzas prácticas y morales mediante una amena narración que sirva como ejemplo de la idea abstracta que se quiere exponer. Ejemplo es el nombre que reciben en esta época los cuentos de intención didáctica como los que forman El conde Lucanor. También Juan Ruiz, arcipreste de Hita, los utiliza en su obra, aunque en ésta la variedad de materiales es mayor y la forma del didactismo más compleja. Otro rasgo novedoso de ambos autores es su propia presencia en la obra literaria. En el caso de Juan Ruiz, la obra toma directamente forma auto biográfica; en el caso de don Juan Manuel, el conde Lucanor plantea en primera persona sus problemas a su consejero y presenta evidentes semejanzas con el
autor de la obra. Además, éste aparece al final de cada cuento como responsable de su inclusión en el
libro.
Aunque de forma distinta, el yo de ambos autores irrumpe con fuerza en un panorama aún dominado por lo anónimo y lo colectivo. Las diferencias entre ambos autores son también claras. Mientras que Juan Ruiz es un clérigo, grupo social tradicionalmente vinculado a la cultura y su transmisión, don Juan Manuel es un noble, cuyas inquietudes culturales hablan de los cambios que s están produciendo en su clase durante la Baja Edad Media. El modelo literario que propone Juan Ruiz es, según se considere, el agotamiento de una fórmula, la del Mester de Clerecía, o un innovación respecto de ésta que no tendría continuidad. El modelo que representa El conde Lucanor, una colección d relatos con marco, tiene importantes correlatos europeos (El Decamerón de Boccaccio o Los Cuentos de Canterbury, de Geoffre Chaucer) y su fórmula de cuento tradicional elaborado artísticamente por un autor culto un largo futuro literario.
Don Juan Manuel
Nacíó en 1282 en Escalona, hijo menor del infante don Manuel: nieto por tanto de Fernando III y sobrino de Alfonso X el Sabio. Señor de inmensos dominios y gran prestigio y poder, actuó en primer plano en la turbulenta vida política de su tiempo, enfrentado en ocasiones a sus reyes. Hombre de sólida formación cultural, es autor de una amplia obra en castellano, cuya prosa con tribuyó a desarrollar. Se le considera el mejor prosista del Siglo XIV, y en este aspecto continúa la labor de su tío, Alfonso X, que convirtió el castellano en la lengua oficial de su reino e impulsó la redacción de importantes obras en prosa en esta lengua. Ello supone relegar a un segundo plano el latín, vehículo de la cultura clásica. Pero Don Juan Manuel, en cambio, es un noble que se dirige ante todo a su propia clase. Su actitud como autor revela también su conciencia de su papel como escritor, y se diferencia notablemente de la habitual hasta entonces. Don Juan Manuel no siente la necesidad de prestigiar sus escritos con citas de autores clásicos, y sí la de proteger la exacta transmisión de su obra, para lo cual deposita una; copia de ésta en el monasterio de los frailes predicadores que había fundado para los dominicos en Peñafiel. Don Juan Manuel estuvo estrechamente vinculado a la orden de los dominicos y tomó de sus colecciones de cuentos, reunidas para utilizar en la predicación religiosa, el argumento de muchos de sus ejemplos. Comparte con ellos la idea de que la estructura social tiene su origen en la voluntad divina y de que cada uno debe salvar el alma dentro de su propio estado o condición social, cumpliendo el papel asignado a ésta. Si se tiene en cuenta el origen social del autor y que en la época en que escribía se están produciendo importantes cambios sociales esto tiene una lectura política obvia. A su muerte, en 1348, don Juan Manuel será enterrado en el monasterio de Peñafiel, donde había depositado sus obras.
El conde Lucanor
La obra más famosa de don Juan Manuel, escrita en 1335, es una obra de intención didáctica que consta de tres partes muy claras si atendemos a los materiales que la forman: 51 narraciones de intención didáctica o ejemplos, 180 aforismos o sentencias (proverbios) y un tratado sobre la salvación del alma. Hay una preocupación estrictamente terrenal, que afecta a la honra o consideración social, al estado o condición social y a la hacienda o bienes materiales, concibiendo estos tres elementos como interdependientes. La otra preocupación es de orden espiritual, pero tampoco está desligada de la anterior, en la medida en que el hombre debe conciliar ambos intereses, el material y 1 espiritual. Obviamente, conceptos como honra, estado y hacienda, en la Edad Media, tienen sentido sobre todo para su propia clase, pero la enseñanza es lo suficientemente general como para aprovechar también a otras personas. La primera parte es la que más se valora actualmente y la que estaba pensada para un público más amplio. El relato de intención didáctica tiene una larga tradición por las ventajas que ofrece. Por un lado, capta y mantiene la atención del público mediante la narración; por otro facilita la comprensión de la enseñanza que se quiere transmitir al funcionar la narración como ejemplo de ésta. La segunda parte elimina la materia narrativa y concentra la enseñanza en una sentencia o aforismo. Los temas tratados (honra, estado y hacienda) no varían sustancialmente respecto de la primera parte, pero la dificultad es mayor. La tercera parte se diferencia en la forma y en el contenido de las dos anteriores. Los ejemplos en la obra presentan la siguiente estructura: el conde plantea a Patronio un problema que tiene y le pide consejo; Patronio responde con un cuento; Patronio señala las semejanzas entre el relato y el problema del conde; se señala que don Juan Manuel consideró oportuno incluir la historia en su libro y agregar una moraleja en verso que condensara y universalizará la enseñanza. El diálogo entre el conde Lucanor y Patronio enmarca cada relato funcionando como elemento de cohesión entre todos ellos; además los analiza y comenta. La enseñanza se reitera en cada una las partes (diálogo, cuento, moraleja) bajo distinta forma. Los relatos que aparecen en esta parte de la obra proceden todos de fuentes conocidas. La comparación entre la fuente y el cuento revela la maestría del autor. Éste varía la construcción de sus historias, insiste en detalles que sirven a sus propósitos, gracias a la intriga, actualiza las historias y humaniza a los personajes, superando el esquematismo del ejemplo con formas de nacíón más complejas.
Juan Ruiz, Arcipestre de Hita y el Libro de Buen Amor
Los datos que se conocen sobre el autor del Libro de Buen Amor proceden de la obra, son escasos y algunos pueden interpretarse de forma contradictoria. Es sabido que se llamaba Juan Ruiz y era Arcipreste de Hita y que nacíó en Alcalá aunque había muchos pueblos con este nombre. No debe identificarse al autor con el protagonista del libro, pues se trata de una falsa autobiografía. Se sabe que es falsa porque muchos de los episodios proceden de fuentes conocidas, y porque la autobiografía real es posterior como género. La obra de Juan Ruiz muestra gran familiaridad con las otras culturas que convivían en la Penísula: cita frases en árabe vulgar y conoce las costumbres de judíos. La obra pertenece a la primera mitad del Siglo XIV. La primera edición conocida data de 1330 y la segunda, más amplia, 1343. Más que para la lectura privada la obra parece pensada para el recitado público de fragmentos. –
Libro de Buen Amor
: Fuentes y género
Las peculiaridades del libro han dificultado su estudio y comprensión. La estructura de la obra ha suscitado diferentes explicaciones. En opinión de algunos, Juan Ruiz se había inspirado en un género oriental, donde narrador y protagonista se funden, identificándose a veces con el autor, y donde se insertan debates, proverbios, fábulas y otros materiales. Para otros críticos el libro se relaciona con ciertas obras medievales. –
Libro de Buen Amor
: Intención de la obra y tema
La intención declarada de la obra es didáctica, aunque su significado pueda resultar ambiguo para el lector actual. El autor es perfectamente consciente de este rasgo de su obra, y advierte de él desde el principio, comparándola con un instrumento music que sonará según la habilidad del intérprete. El tema de la misma es el
buen amor, expresión que en la Edad Media, y en la tradición cortés, se opónía a loco amor. Esta oposición podía equivaler tanto a la antítesis ‘amor a Dios / amor humano’ como ‘amor honesto / amor deshonesto’. Por tanto, la ambigüedad afecta a la propia enunciación del tema de la obra. –
Libro de Buen Amor: estructura y contenidos
La obra tiene la forma de una autobiografía amorosa que además de cohesionar la diversidad de materiales presenta una supuesta experiencia de la cual los receptores pueden sacar provecho. Hay un proceso de aprendizaje que parte de la ignorancia absoluta de las formas de seducción, ejemplificada mediante tres fracasos iniciales. Un episodio alegórico -la disputa con don Amor- vehicula algunos consejos fundamentales: ante todo hay que escoger a la mujer adecuada; se advierte contra la pereza, la ausencia, y se recomienda ser generoso; finalmente, es clave disponer de una buena medianera. Como aplicación práctica de estos consejos se narra la historia de doña Endrina y don Melón, en la cual la dama es seducida. Aunque este episodio se narra en primera persona, el protagonista recibe otro nombre y parece otro personaje. Además de la ambigüedad que esto supone, el episodio puede leerse como una defensa del uso de medianeras o como una advertencia a las mujeres contra éstas, y ambas lecturas son complementarias. A continuación el protagonista va a la sierra. Sus aventuras parodian el género de la pastorela, que caracterizaba a la pastora de forma idealizante. Las serranas del arcipreste son auténticas contrafiguras de dichas pastoras por su fealdad y brutalidad. Los episodios son ejemplos de loco amor en su acepción más negativa; en algún caso las serranas llegan a imponer sus deseos sexuales al protagonista. Funcionan como ejemplos negativos (no es la mujer adecuada) y son otra forma de fracaso. Después de estos claros ejemplos de loco amor, aparecen unas cantigas a la Virgen, ejemplo de buen amor. Se narra a continuación un segundo episodio alegórico, la Batalla de don Carnal y doña Cuaresma, que simboliza la lucha entre el desenfreno y la austeridad y parodia otro género medieval: la épica. Este episodio satiriza al clero, que celebra alborozado el regreso triunfal de don Amor y don Carnal pasada la cuaresma. Esta sátira prepara al receptor para el episodio siguiente. La medianera, Trotaconventos, le propone al protagonista cortejar a una monja, doña Garoza. Hay un largo debate entre la medianera y la religiosa sobre la conveniencia de esta relación, donde utiliza fábulas para ejemplificar las razones de cada una. Aunque la monja finalmente acepta la relaciól1, ‘ésta resulta ser honesta, frustrando las expectativas creadas en el lector por la sátira previa. No dura mucho al protagonista este buen amor, pues doña Garoza fallece. Después de un frustrado intento de seducir a una mora de tajante honestidad, pierde también a Trotaconventos, a la que dedica un planto. Aunque no puede ser más que paródico teniendo en cuenta a quién va dedicado, el horror a la muerte y el apego a la vida que reflejan parecen verdaderos. Desaparecida la medianera, no hay más episodios amorosos. Cierran el libro más aclaraciones sobre el sentido de la obra y nuevas cantigas a la Virgen.