La época de juventud
Lorca empezó a escribir poesía muy joven. Sus primeros escritos: Impresiones y paisajes (en prosa, muestra sin embargo, sus procedimientos característicos del lenguaje poético) y Libro de Poemas (escrito bajo el influjo de Rubén Darío, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez); son poemarios de un Romanticismo tardío, con influencias del Modernismo de Darío y el intimismo de Machado en el que encontramos a un Lorca con el corazón “roído de culebras” que intenta volver a la alegría de la infancia.
La época de plenitud
Entre 1921-24 Federico compone dos libros: Canciones (1927) y Poema del cante hondo (1931); el primero es un libro muy heterogéneo, reflejo de la búsqueda de nuevos rumbos para su poesía: hay poesía pura, de vanguardia, pero persisten los poemas en los que se evoca la niñez; los temas del tiempo y la muerte se enmarcan en el alba, la noche, la ciudad andaluza y los paisajes lunares.; Poema del cante hondo es el reflejo de la “Andalucía del llanto”, un poemario de tono dolorido, trágico, sombrío, donde a cada paso aflora la imagen de la muerte y cuya poética es reflejo de la capacidad de Lorca para elevar a categoría culta la estética popular. Mediante la unidad temática, formal, conceptual y la expresión de los sentimientos, debida en parte a su inspiración folclórica, representa la lírica neopopularista de la Generación del 27.
En 1928, aunque escrito entre 1924 y 1927, aparece el Romancero gitano, poemario que alcanza un notable éxito. De este libro dijo Lorca que “su gitanismo era un tema literario y un libro. Nada más”; sin embargo el Romancero Gitano es algo más; parece como si el granadino intentara proyectar sobre esta raza marginada sus propias obsesiones, su visión trágica de la vida, sus obsesiones irreprimibles; para ello eleva Federico a la categoría de mito moderno el mundo de los gitanos; Antoñito el Camborio, Soledad Montoya…, seres al margen de cualquier de cualquier convención social, marcados por la frustración, perseguidos por la muerte, son reflejo de las los miedos que persiguen a nuestro poeta, símbolos del destino, del dolor, del amor desenfrenado, de la vida, de la pasión…;
En estos momentos, el lenguaje lorquiano alcanza sus cotas más elevadas en un nuevo intento de fusionar lo culto y lo popular, con una imaginería cada vez más propia y sugerente en la que destaca la presencia de símbolos como la luna, el caballo, los metales, el verde, el negro…
La muerte y la incompatibilidad moral del mundo gitano con la sociedad burguesa son los dos grandes temas del Romancero gitano. Destacan los procedimientos habituales de poesía de origen popular, y la influencia del compositor Manuel de Falla. En el Romancero gitano emplea el romance, en sus variantes de novelesco, lírico y dramático; su lenguaje es una fusión de lo popular y lo culto. Lorca eleva en esta obra al gitano al rango de mito literario, como después hará con el negro y el judío en Poeta en Nueva York.
De la estancia de Lorca en EE.UU. (1929-30), precisamente en el momento en que se está produciendo el crack de la bolsa neoyorquina, nace otro gran poemario: Poeta en Nueva York. Su contacto con la ciudad de los rascacielos marcó hondamente el espíritu del granadino; un mundo deshumanizado, una civilización que deshumaniza al hombre hace revelarse al poeta: el poder del dinero, la esclavitud del hombre por la máquina, la injusticia social… ahogan y enervan a Lorca. no podemos hablar de escritura automática; el sentido general no se pierde nunca, la composición de los poemas está regida por un armazón lógico sustentado en la estructura narrativa de muchos de los poemas, en el desarrollo de una misma imagen, o en la repetición de símbolos que son, en Poeta en Nueva York más importantes, si cabe, que en otras obras de Lorca; da la sensación como si el surrealismo lorquiano, en su ensoñación e irrealidad fuera el mejor intento del poeta para reflejar el malestar existencial y social que le persigue. Treinta y cinco poemas integran Poeta en Nueva York. El poema que más claro simboliza toda su visión de la ciudad de los rascacielos quizás sea “la aurora”; junto con este poema, podemos también destacar “Grito hacia Roma”, “Oda a Whitmam”…
Durante los años treinta, aunque la actividad de Lorca se centró preferentemente en el teatro, siguió escribiendo poemas que, si bien perduran en los temas centrales de sus anteriores composiciones, experimenta conformas nuevas; así, en El Diván del Tamarit,, donde, siguiendo los moldes de la poesía arábigo-andaluza da cauce a un lirismo intimista y atormentado; Seis poemas gallegos, que ,escritos en gallego, buscan la inspiración en esta vieja tradición lírica; Sonetos del amor oscuro, donde muestra una experiencia amorosa que se debate entre el gozo y el dolor; EL Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, elegía en que se combina la tradición popular y culta para plasmar la desolación del poeta por su amigo, el torero muerto.
El Diván de Tamarit (1940) es un libro de poemas de atmósfera o sabor oriental, inspirado en las colecciones de la antigua poesía arábigo-andaluza. El tema central es el de el amor sujeto a experiencias frustrantes y amargas; su lenguaje está muy próximo al de Poeta en Nueva York.
Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1935) es una elegía de incontenible dolor y emoción que actúa de homenaje al torero sevillano que tanto apoyó a los poetas de la Generación del 27.
La obra poética de Lorca se cierra con Seis poemas gallegos y la serie de once poemas amorosos titulada Sonetos del amor oscuro.
Lorca, al margen de su condición de “mártir” de la Guerra Civil, siempre ha contado con el respeto y admiración incondicional de los poetas de generaciones posteriores por su indudable calidad literaria. Considerado como un poeta maldito, su influencia se ha dejado sentir entre los poetas españoles del malditismo moderno