BAUDELAIRE Y SU ÉPOCA:
Charles Baudelaire nació en París en 1821, en una familia acomodada. Tras la muerte de su padre, ocurrida en 1827, su madre volvió a casarse, con un estricto militar, con el que Baudelaire nunca tuvo buena relación, lo que ha servido a algunos biógrafos para explicar el difícil y atormentado carácter del autor. Fue expulsado del colegio y desechó la carrera diplomática para dedicarse a la literatura. Frecuentó grupos literarios y se movió por los bajos fondos, donde conoció a la mulata Jeanne Duval, con la que mantuvo una tormentosa relación durante toda su vida. Probablemente fue también entonces cuando contrajo sífilis, enfermedad cuyas secuelas acabarían causándole la muerte.Al cumplir 21 años recibió la herencia paterna, que casi agotó en gastos compulsivos: fiestas, ropas caras, antigüedades, regalos… Su padrastro intervino y le retuvo el resto de la herencia, dejándole una pequeña pensión. Baudelaire rechazaba radicalmente la vulgaridad, lo que le llevó a adoptar actitudes e indumentarias extravagantes: se consideraba un dandy, por completo alejado del materialismo burgués. Intentó ganarse la vida como crítico de arte en los famosos Salones parisinos, como traductor de Poe y como conferenciante, sin lograr nunca el éxito en ninguna de estas actividades.Consumidor de hachís, constantemente asediado por las deudas, con continuas crisis en su enfermedad y en su relación con Jeanne Duval, en 1856 publicó Las flores del mal, obra que fue inmediatamente atacada por atentar contra la moral pública: esto le ocasionó una multa y la prohibición de seis de sus poemas. Enfermo y endeudado, murió en París en 1867, tras sufrir en Bélgica una parálisis a consecuencia de la sífilis que padecía.El fracaso de los ideales románticos llevó a los escritores, especialmente los novelistas, de la segunda mitad del XIX a la observación realista de la realidad. Sin embargo, simultáneamente la poesía emprende otros caminos: la exploración de la propia interioridad y la búsqueda de la belleza a través de la palabra.
La nueva visión del hombre y el mundo, surgida tras la crisis del positivismo, no puede ser expresada ni por la poesía romántica -excesivamente sentimental y emotiva- ni por la literatura realista -demasiado atenta a la realidad y al servicio de una ideología, ya sea de signo burgués o socialista-. Es necesaria una nueva poesía no utilitaria, en la que la obra no se convierta en una confesión de sentimientos arrebatados ni en un espejo interesado de la realidad.
Las primeras manifestaciones de la nueva poesía son las obras de Edgar Allan Poe y de Charles Baudelaire, que tradujo al francés los textos de Poe. Para ambos la poesía, y el arte en general, tiene como objetivo la belleza absoluta. Pero esta belleza absoluta es un misterio, algo inalcanzable para el hombre. El artista se mueve siempre en los límites de un abismo: entre los divino y lo humano, entre lo visible y lo invisible, entre lo consciente y lo inconsciente. La naturaleza -la vida- se entiende como una visión, una correspondencia del cielo en la tierra. Y los poemas transmiten el significado mediante símbolos, que pueden adquirir más de un nivel de significación.Poe y Baudelaire son seguidos por diferentes tendencias poéticas, tanto en Europa como en América. En primer lugar, el Decadentismo, movimiento en el que suele incluirse a los propios Poe y Baudelaire. Los decadentistas rechazan la sociedad burguesa y adoptan una actitud de superioridad que les lleva a transgredir la moral y a complacerse en lo morboso. Se trata en realidad de una actitud estética, que acompañan con costumbres e indumentarias particulares -el dandismo-. En Francia surgen después dos movimientos poéticos de gran importancia: el Parnasianismo y el Simbolismo. El Parnasianismo, defiende una poesía no sentimental, donde se unan arte y ciencia para alcanzar la belleza. La poesía ha de ser muy elaborada, de gran perfección formal. Su representante principal es Leconte de Lisle. El Simbolismo concibe la poesía como la expresión de sugerencias sensoriales -forma, color, música, efectos visuales- mediante el uso de metáforas e imágenes… Los poetas se expresan por medio de símbolos, que no significan, sino que sugieren, porque lo sugerido se abre a múltiples significados.
Los principales poetas simbolistas son los llamados “poetas malditos”: Verlaine, Rimbaud y Mallarmé. La influencia del Simbolismo en la literatura y el arte posteriores es de enorme importancia. Además de en Francia, la nueva poesía se extiende por otros países, tanto en Europa como en América. En Inglaterra se impone el Prerrafaelismo, iniciado por John Ruskin. En Portugal surge la “Generación de Coimbra”, encabezada por Antero de Quental. En Hispanoamérica nace el Modernismo, iniciado por José Martí y Rubén Darío, que tendría enorme influencia en la literatura española. Y en Estados Unidos aparece la figura fundamental de Walt Whitman, autor del poemario Hojas de hierba.
LAS FLORES DEL MAL Y LA OBRA DE BAUDELAIRE:
La obra de Baudelaire es breve y escasa, salvo los numerosos escritos de crítica de arte. Su primera obra es una novela corta, La Fanfarlo, un autorretrato como dandy. El mismo sentido autobiográfico tiene su breve texto Mi corazón al desnudo. En Los paraísos artificiales analiza los efectos del alcohol y el opio, sobre los que mantiene una posición ambivalente de rechazo y entusiasmo. Su obra se completa con dos poemarios fundamentales: Las flores del mal y los Pequeños poemas en prosa, también conocidos como Spleen de París.Las flores del mal recoge los poemas que Baudelaire escribió entre 1840 y 1866. Ya en 1841 Baudelaire había anunciado la publicación de un libro titulado Las lesbianas, que nunca llegó a ser publicado. Luego lo anunció como Los limbos, en 1850 y 1851, sin que tampoco tuviese lugar su publicación. Finalmente, en junio de 1857 se publica su libro con el título de Las flores del mal. El libro constaba de un prólogo –“Al lector” y cien poemas agrupados en cinco secciones: “Spleen e ideal”, “El vino”, “Flores del mal”, “Rebelión” y “La muerte”. Seis de los poemas fueron eliminados por la censura por atentar contra la moral pública y religiosa. La siguiente edición es de 1861: contiene 35 nuevos poemas y añade otra sección: “Cuadros parisinos”.
La edición póstuma de 1868 no añade nuevos poemas, sólo algunos reescritos
Las flores del mal sorprendió a sus contemporáneos por su originalidad. El realismo de sus imágenes, el feísmo incluso, la violencia, junto al clasicismo de la forma eran absolutamente novedosos. Baudelaire exalta el dandismo y el malditismo como rechazo de la moral burguesa y defiende el simbolismo como modo de interpretación de la realidad. Su idea central es mostrar la maldad de los hombres, al mismo tiempo que encuentra en la bajada a los infiernos de esa maldad una respuesta al “spleen”, al hastío vital. Otros han visto en el libro una especie de moral inversa: mostrar el vicio y el horror para evitarlos.
En cualquier caso, Las flores del mal es el punto de partida de la poesía moderna y Baudelaire probablemente el más importante poeta del siglo XIX. Su valor es múltiple: lleva hasta las últimas consecuencias la concepción visionaria de la poesía –herencia romántica-: el poeta es aquel que ve más allá y es capaz de expresar la verdad profunda de las cosas. Supera el prosaísmo realista y la grandilocuencia romántica. Es precursor de las tendencias poéticas posteriores: simbolismo, decadentismo, malditismo… Y, sobre todo, anticipa el nihilismo de la literatura contemporánea frente a un mundo desencantado, mecanizado y vulgar