La novela social tiene como objetivo dar testimonio d los problemas de España y contribuir mediante la denuncia de la injusticia a la transformación social. Los rasgos más carácterísticos son los enfoques realistas y las innovaciones técnicas.
En cuanto a técnicas narrativas, la novela de los años 50 se caracteriza sobre todo por la objetividad total en la narración del relato.En cuanto a la forma, es importante la influencia de la novela norteamericana, especialmente la de la llamada “lost generation”.En cambio, otra tendencia busca un Realismo crítico, que parte de una concepción marxista de la literatura, y cuyos protagonistas son obreros, campesinos y habitantes de barrios marginales.Los autores de esta época tenían unas carácterísticas en común: los temas se centran en la sociedad española contemporánea contemplada desde la vida rural, la vida en la ciudad, las relaciones de trabajo y la juventud burguesa despreocupada ; estos autores prefieren el personaje colectivo aunque también hay protagonización individual.Respecto a las técnicas, estos autores instauran un paradigma de novela de reducidas dimensiones, dividida en largos capítulos generalmente no titulados y estos capítulos divididos en numerosos y breves fragmentos. El espacio y el tiempo tienden a ser reducidos, pueden limitarse a unas cuantas horas y desarrollarse en un único marco.En la novela social, el contenido tiene prioridad y a él se subordinan las técnicas elegidas.Las técnicas derivadas del objetivismo provocan un registro de lo externo. La mirada del novelista se asemeja al de una cámara cinematográfica: el narrador consigna los acontecimientos sin entrar en valoraciones. El dialogo ocupa un lugar preeminente y el lenguaje adopta un estilo directo, recogen el habla de los personajes. En muchos casos, esta voluntad de sencillez supondrá un empobrecimiento.Además, aparecen ensayos que tienen valor de manifiesto.Dentro de este Realismo se distinguen varios enfoques entre los que predominan el objetivismo y el Realismo crítico.Las obras más representativas de esta época son La Colmena de Cela y El Jarama de Sánchez Ferlosio.La Colmena ofrece una despiadada visión de la sociedad madrileña de posguerra; posee una estructura original, basada en el cruce de las historias que se tejen en torno a más de 200 personajes que frecuentan un café madrileño. En la novela hay una intención crítica que denuncia la opresión ejercida por los poderosos sobre los más débiles. Cesa presentó en 1946 una primera visión corta de la obra a la censura, que la rechazo por considerarla inmoral.En La Colmena no hay un protagonista individual: lo que le interesa al autor es la presentación fragmentaria de diferentes vidas para dar así un mosaico de la realidad. Así, La Colmena es una novela abierta, sin un argumento a concreto y, por tanto, sin un planteamiento y un desenlace que la delimiten. El narrador de la novela es omnisciente y a menudo incorpora su propia percepción sobre los personajes (desprecio, ternura, etc.)El Jarama obtiene un Premio Nadal en 1955. Esta obra es la mejor plasmación de la técnica objetivista de esta década: el narrador se limita a registrar los hechos como si se trata de una cámara cinematográfica, sin valorarlos ni comentarlos en ningún momento. La obra narra la excursión de unos jóvenes al rio Jarama a través de las conversaciones que mantienen dos grupos de personas: los jóvenes excursionistas, que proceden de un barrio obrero de Madrid, y los adultos que se reúnen en un merendero próximo al rio. Se desarrolla a lo largo de 16 horas en la orilla del rio. Los diálogos reflejan con absoluta fidelidad el habla propia de Madrid y de la clase social a la que pertenecen.La trivialidad de estos diálogos y lo insustancial y los hechos narrados hacen aflorar ante el lector la falta de sueños, de aspiraciones y de ilusión de ambas generaciones.
En la década de los 60 hay un cansancio del Realismo dominante en la novela española. Se tienen más en cuenta aportaciones de los grandes novelistas extranjeros y de la nueva novela hispanoamericana. Las carácterísticas de la novela experimental son: la alternancia de las voces de los personajes y el narrador, el uso de la segunda persona narrativa, el estilo indirecto libre, el monólogo interior, la destrucción de la línea temporal (flashbacks, anticipaciones). También pierde importancia el dialogo a favor del estilo indirecto libre y el monologo interior. En la estructura interna se emplea el contrapinto (conbinacion de diversas historias) y el planteamiento estructural abierto (sin desenlace). Respecto a los temas se trata la infancia, la adolecencia, la guerra, el paso del tiempo, la reconstrucción de la propia memoria y los problemas sociales en menor medida pero se da cabida en la novela a lo onírico, lo irracional, a la ironía y al humor. Luis Martín Santos nacíó en Marruecos y estudió medicina especializándose en psiquiatría. Murió con 39 años. En 1962, surge una de sus obras más importantes, Tiempo de silencio que presenta nuevas formas narrativas y describe con detalle los grupos sociales del Madrid de la época. Este autor busca una nueva forma de narración que introdujera el comentario crítico y mostrara los problemas ocultos, lo que él denominó “Realismo dialéctico”, cuyo objetivo era poner a la vista los problemas ocultos y las contradicciones profundas, iluminando la realidad por medio del arte.Tiempo de Silencio marcó la ruptura con el Realismo y con la novela social. Sus innovaciones formales se reflejan en la riqueza de técnicas narrativas y de registros lingüísticos. El protagonista de esta obra es Pedro, un medico que vive en Madrid y se dedica a la investigación del cáncer. Pedro es detenido a causa de un aborto clandestino en el que se ha visto involucrado. Y aunque finalmente se descubre su inocencia, pierde su trabajo y decide abandonar la ciudad. La obra va desvelando, a través de la ironía y el distanciamiento, las miserias de todos los círculos sociales en los que se desenvuelve el protagonista (intelectuales, la clase alta, marginados…) La novela supone una autentica renovación del genero. El autor emplea técnicas como el monologo interior y experimenta con el lenguaje alternando estilos que contrastan con el tema o el ambiente.
Miguel Delibes escribíó más de medio centenar de obras. En la década de los años cuarenta con la novela realista existencial, Miguel Delibes se da a conocer en 1947 cuando gana el premio Nadal con La sombra del ciprés es alargada. Esta narración está impregnada de la obsesión por la muerte y la infelicidad.
En la década de los cincuenta, cuando predomina la llamada novela social, los autores llevan a cabo una dura crítica de la injusticia y de la desigualdad de clases. Los protagonistas son individuos representativos de la sociedad: obreros, campesinos… El tema principal es la propia sociedad española, caracterizada por la soledad individual y colectiva. En esta época Delibes escribe el libro que le lanzó a la fama, El camino (1950): un relato escrito tan a ras de tierra que el campo lo contaba un muchacho listo que no entendía las dificultades para “quemar tranquilamente un gato con una lupa sin que se conmovieran los cimientos sociales del pueblo”. Con esta novela inauguró un acercamiento a la vida rural, tema clave en toda su producción. Después escribe Mi idolatrado hijo Sisí (1953), Diario de un cazador (1955) y La hoja roja (1959), obras en las que critica el comportamiento de los círculos burgueses y en las que queda reflejada la sociedad del momento. Otra obra dentro de la novela social es Las ratas (1962). En esta obra combina el Realismo crudo y el tono poético. Se trata de un documento social de injusticia y denuncia: la situación geográfica del campo castellano y las penalidades que padecen sus gentes. En la obra aparecen el hombre y el entorno enfrentados en desigual trance: la frustración del hombre por la falta de horizonte social.En los años sesenta, aunque persisten la crítica social y la preocupación por el ser humano, los novelistas se centran más en el lenguaje que en la realidad. Prevalece la experimentación de nuevas técnicas narrativas: el argumento pierde importancia, aparece la técnica del contrapunto y del monólogo interior, el lenguaje es más Barroco, aparecen nuevas formas de puntuación y tipografía, el personaje siempre está en conflicto consigo mismo en la búsqueda de su identidad o con el medio social que trata de destruirlo.Los dos títulos de Delibes que más se acercan a esta tendencia son Cinco horas con Mario (1966). Ese tenso soliloquio de una mujer tradicional y conservadora ante el cadáver de su marido el que irá retratando el envilecimiento de la dignidad desde el triunfo franquista. También Parábola de un náufrago (1969) relato simbólico y alucinante. Pero Delibes abandonó pronto la experimentación lingüística y retornó al intimismo y Realismo minucioso de sus obras anteriores.El príncipe destronado (1974) y Y Las guerras de los antepasados (1975) son grandes representaciones cuyo tema dominante es la violencia que rodea al protagonista sin lograr hacer mella en su elemental y singular bondad. La narrativa a partir de 1975 (muerte de Franco) vuelve a la concepción clásica del relato, recuperando el interés por el argumento, el personaje individual y un lenguaje sencillo y natural. Miguel Delibes publica varias novelas. En El disputado voto del señor Cayo (1978) como en Los Santos Inocentes (1981) reivindica los valores del mundo rural. Esta joya de novela modernista, discurso roto, personaje averiado, tragedia lírica con drama humano que el autor dejó interrumpida en 1963 porque entonces sería impublicable. La acabó en 1981. Cabe destacar la representación de Delibes en la película la voz de Paco Rabal haciendo de Azarías. Otras obras de los últimos años son: Carta de amor de un sexagenario voluptuoso (1983), exploración de la soledad y el sentimiento amoroso de un anciano; Mujer de rojo sobre fondo gris (1991), dedicada a su mujer. El hereje (1998) su última obra, de carácter histórico y en ella expone el conflicto religioso católico-protestante en el Valladolid y norte de España del Siglo XVI.
La cosmovisión de Delibes parte del pensamiento cristiano y es de carácter existencialista: el ser humano es el principio y el fin de la novela de Delibes. Esta visión prevalece sobre las corrientes estéticas y modas literarias imperantes en cada momento, con algunas excepciones como Parábola de náufrago (que puede clasificarse como novela experimental). En general, a Delibes no le interesa la novela abstracta, sino que su interés pasa por lo concreto y lo cotidiano, y por el ser humano como individuo y como ser social enmarcado en un determinado paisaje. De ahí su interés por los pequeños pueblos castellanos y su vida cotidiana. La vida en el campo es dura, y busca a menudo la pura supervivencia, pero no es mucho más dura que el progreso, que implica la destrucción de las relaciones de los seres humanos entre sí y con la naturaleza. En este sentido, se ha apuntado cierto pesimismo en sus obras.
Delibes pretende criticar la realidad que le rodea. Esta crítica se proyecta en tres aspectos, la crítica social, la ecológica y, de manera menos explícita, la política. La crítica social y ecológica se proyecta especialmente en tres novelas, Las ratas (donde Delibes denuncia la miseria del campo español, pero reivindicando al mismo tiempo el saber vivir de acuerdo a la naturaleza), El disputado voto del señor Cayo (donde se acentúa la grandeza del protagonista, que parece ser naturaleza) y Los santos inocentes (en la que la crítica social queda en un segundo plano; denuncia la situación de una familia que, como la tierra que cultivan, es propiedad de otra familia de terratenientes).
La crítica política aparece en Parábola de un náufrago, un alegato contra los regíMenes dictatoriales que anulan la voluntad del ser humano. Al utilizar la parábola como cauce de expresión de esa crítica política, esta se queda en algo abstracto e intelectual. En Cinco horas con Mario, la crítica política se refleja en el carácter inconformista y contestatario de Mario, cuyos inconvenientes le recrimina la esposa, que encarna el pensamiento tradicional. También se han visto críticas veladas al régimen franquista en la relación que tienen los personajes del hermano mayor y del padre en El príncipe destronado.
Delibes critica otros aspectos en diferentes novelas: el trato injusto y la marginación que sufren quienes tienen alguna minusvalía física especial, el egoísmo de unos aldeanos, fruto de su incultura, más que de su maldad o la educación. En otras novelas, la carga crítica es más difícil de explicitar o tiene un carácter menos relevante que otros aspectos.
En Delibes, el espacio rural (el campo) no se corresponde exactamente con el concepto de “naturaleza”, y mucho menos, con la idea de locus amoenus, ya que el mundo rural que se nos presenta es duro, difícil, nada idílico. El campo es el fruto de la interacción entre el hombre y el paisaje. El propio Delibes afirmó que hay una serie de elementos imprescindibles en la construcción de un relato: “un hombre, un paisaje y una pasión”. En su faceta de naturalista, el autor mostró interés en la naturaleza por sí misma, pero como novelista, le interesa más ese espacio humanizado que es el campo, en el que las condiciones que impone la naturaleza (con sus sequías, heladas, pedrisco…) son sufridas por el hombre con resignación.
Frente a lo que ocurre en el campo, en el espacio urbano que representa la ciudad, las leyes del mundo natural no sirven. El ser humano abraza un nuevo estilo de vida marcado por el “progreso”. El triunfo de una sociedad mecanizada conduce a la alienación del ser humano y a la destrucción de la libertad individual.
Pero esta sociedad atrae al aldeano, que abandona su medio rural para acudir al falso reclamo de la ciudad. Este tipo de progreso, al que se opone Delibes, se relaciona con la naturaleza solo para explotarla irracionalmente y destruirla, y poco a poco va colándose también en el mundo rural. Algunos críticos han querido ver un tópico literario, el de “menosprecio de corte y alabanza de aldea (“beatus ille”). Uno y otro se basan en la idea de que el ser humano solo puede ser feliz huyendo de las intrigas y el materialismo propio de la “corte” (la ciudad), mientras que en la aldea es donde el ser humano conoce su interioridad.
La evolución estilística de Delibes parece seguir una dirección: la progresiva cesión, del autor a sus personajes, del uso de la palabra. El escritor hará que los personajes encuentren su propia voz, lo cual provocará que se pase de un lenguaje literario estilizado a una adecuación exacta entre registro y personaje en sus últimas novelas. Esta tendencia se desarrollará progresivamente a lo largo de la obra de Delibes.
En Aún es de día, el lenguaje sigue siendo literario, pero empieza a dar cabida a personajes que se expresan de acuerdo a la clase marginal a la que pertenecen.
En El camino, se comienza a incorporar un léxico rural que llegará a su mejor expresión en Las ratas, y que ya no abandonará en ninguna de sus novelas “rurales”. Cinco horas con Mario supone, en cambio, el triunfo definitivo del lenguaje coloquial, popular, pero ya sin marca rural.
La reivindicación del habla rural es pareja a la reivindicación del campo. Delibes constata que la cultura rural y la sabiduría popular están en proceso de extinción. Por otra parte, el lenguaje coloquial se identifica con el habla urbana. Este tipo de habla, y con diferentes registros, podemos encontrarlo en novelas como Cinco horas con Mario o en el habla vulgar de algunos personajes en El príncipe destronado. También los diarios son un brillante ejercicio de registro coloquial escrito, no oral.
También en la técnica narrativa se aprecia una evolución paralela a la del lenguaje. Aunque Delibes casi siempre escribe en el marco de una narrativa realista, ésta fue evolucionando desde un Realismo naturalista hacia un lenguaje más depurado, en el que se suprimen las descripciones consideradas superfluas. Delibes evolucionada de una técnica basada en la descripción a otra basada en la expresión. Así, son los personajes los que se expresan, y Delibes utiliza su habla para caracterizarlos.