. La Poesía es una aspiración ideal del poeta (“Yo sé un himno gigante y extraño”).
. La Poesía aporta claridad al misterio del hombre y de la vida (“que anuncia en la
noche del alma una aurora”).
. Los poemas que el poeta crea son aproximaciones, intentos, indicios de la Poesía
(“y estas páginas son de ese himno/ cadencias que el aire dilata en las sombras”). Así
presenta sus composiciones Bécquer, y sus amigos, por eso mismo, colocan al frente
del poemario esta rima.
. El poeta es el ser que tiene el don de conocer la Poesía (“Yo sé un himno…”). Su
trabajo consiste en expresar por escrito ese conocimiento (“Yo quisiera escribirle”):
en eso consiste el poema, en un atisbo de la gran Poesía.
. El lenguaje de la Poesía y el del hombre no coinciden. El poeta ha de forzar el
lenguaje humano, que es su herramienta de trabajo, para acercarlo al de la Poesía (2ª
estrofa)
. De su inspiración (conocimiento de la Poesía, el “himno”) al poema escrito
(“cadencias”), hay un abismo. Este es un tema que Bécquer trató en otras ocasiones
(Introducción sinfónica y Cartas literarias a una mujer – especialmente la segunda
y la tercera).
. El lenguaje poético ideal no está construido por palabras, sino que es un código total
(“suspiros y risas, colores y notas”). Es a la vez sonido y color, música y pintura. Es el
idioma del arte.
Respecto al tema del amor:
. El lenguaje del amor es el único eficaz para arrancarle a la Poesía sus recónditos
mensajes (“y apenas, ¡oh hermosa!, / si, teniendo en mis manos las tuyas, / pudiera, al
oído, cantártelo a solas”).
En este sentido, al ars poética se torna en ars amatoria. De aquel “himno” que el
poeta conoce, sólo es posible encontrar susurros, “cadencias” que llegan a ser poema
cantándolas a solas a la persona querida. El lenguaje de la Poesía no es otro que el del
sentimiento, el de la pasión. No es nueva esta concepción de la poesía en relación con la
experiencia afectiva (ver la rima IV y la XXI).
3. Sobre la organización del tema (estructura interna)
En la primera estrofa, el poeta nos habla de que conoce la Poesía (“himno”), y da
cuenta de lo que ha logrado al perseguirla (“estas páginas son de ese himno/ cadencias”).
Además nos da su definición de Poesía: el instrumento que puede aportar claridad en el
misterio del hombre (“que anuncia en la noche del alma una aurora”).
Juan Antonio del Barrio
Esta estrofa consta de dos oraciones compuestas; cada una de ellas con un verbo principal
(en presente de Indicativo: “sé” – verso 1- y “son” – verso 3-) del que dependen sendas
proposiciones subordinadas adjetivas, cuyo núcleo también está en presente de indicativo
(“anuncia” – verso 2- y “dilata” – verso 4-). Estos verbos y esta organización del contenido
indican que se trata de una estrofa definidora, objetivadora, tanto de la Poesía, como de la
obra del poeta respecto a aquella.
En la segunda estrofa, sin embargo, se hace explícito el ansia del poeta por alcanzar a
escribir ese “himno”, “domando” las palabras del lenguaje humano. Para poder hacerlo,
necesitaría una lengua total: “suspiros y risas, colores y notas”. Los dos verbos principales de
la estrofa están conjugados en pretérito imperfecto de subjuntivo, porque expresan deseo
(“quisiera” – verso 5- y “fuesen” – verso 7-). En esta estrofa, el poeta analiza el instrumento o
material con el que cuenta para escribir, y expresa la inefabilidad de la Poesía.
En la tercera estrofa, el poeta expresa la imposibilidad de usar el lenguaje de los
hombres para escribir la Poesía (“himno”); la conjunción “pero” del verso 9, le aporta a esta
estrofa un mayor sentido de lucha estéril, y también los verbos en presente de indicativo (del
verso 9). En el verso 10 comienza una pista de solución para este combate contra lo inefable:
el (“apenas”) nos introduce a la persona amada en el poema (que irrumpe en segunda persona
del singular; hasta ahora se había utilizado la tercera), junto a un apóstrofe (“¡oh hermosa!”),
seguido de una proposición adverbial condicional, que propone que aquel “himno gigante y
extraño” del primer verso sea susurrado “a solas”, acariciando las manos de la amada. El
imposible lenguaje de la Poesía se puede hacer realidad mediante el lenguaje del sentimiento,
que no es grandilocuente (“al oído”), ni lejano (“gigante y extraño”), sino íntimo (“a solas”) y
poblado de sensaciones humanas (“suspiros y risas, colores y notas”). Es interesante
constatar que el subjuntivo (“pudiera”) dominado por la conjunción condicional (“si”) nos
sitúa ante una pista, ante un indicio del camino a seguir por el artista; no ante una certeza.
El tema está estructurado en forma de definición-deseo-lucha/desencanto e incipiente
pista de solución. Al mismo tiempo hay una gradación descendente, ya que al comienzo, la
Poesía es un “himno”, y a su término, la Poesía seguramente sólo sea asequible mediante el
susurro del lenguaje amoroso (“al oído”). El poema comienza racional, objetivamente, para
terminar sentimental, subjetivamente. Con sólo esta distribución del mensaje poético, el lector
puede percibir la concepción becqueriana de la poesía.
. La Poesía aporta claridad al misterio del hombre y de la vida (“que anuncia en la
noche del alma una aurora”).
. Los poemas que el poeta crea son aproximaciones, intentos, indicios de la Poesía
(“y estas páginas son de ese himno/ cadencias que el aire dilata en las sombras”). Así
presenta sus composiciones Bécquer, y sus amigos, por eso mismo, colocan al frente
del poemario esta rima.
. El poeta es el ser que tiene el don de conocer la Poesía (“Yo sé un himno…”). Su
trabajo consiste en expresar por escrito ese conocimiento (“Yo quisiera escribirle”):
en eso consiste el poema, en un atisbo de la gran Poesía.
. El lenguaje de la Poesía y el del hombre no coinciden. El poeta ha de forzar el
lenguaje humano, que es su herramienta de trabajo, para acercarlo al de la Poesía (2ª
estrofa)
. De su inspiración (conocimiento de la Poesía, el “himno”) al poema escrito
(“cadencias”), hay un abismo. Este es un tema que Bécquer trató en otras ocasiones
(Introducción sinfónica y Cartas literarias a una mujer – especialmente la segunda
y la tercera).
. El lenguaje poético ideal no está construido por palabras, sino que es un código total
(“suspiros y risas, colores y notas”). Es a la vez sonido y color, música y pintura. Es el
idioma del arte.
Respecto al tema del amor:
. El lenguaje del amor es el único eficaz para arrancarle a la Poesía sus recónditos
mensajes (“y apenas, ¡oh hermosa!, / si, teniendo en mis manos las tuyas, / pudiera, al
oído, cantártelo a solas”).
En este sentido, al ars poética se torna en ars amatoria. De aquel “himno” que el
poeta conoce, sólo es posible encontrar susurros, “cadencias” que llegan a ser poema
cantándolas a solas a la persona querida. El lenguaje de la Poesía no es otro que el del
sentimiento, el de la pasión. No es nueva esta concepción de la poesía en relación con la
experiencia afectiva (ver la rima IV y la XXI).
3. Sobre la organización del tema (estructura interna)
En la primera estrofa, el poeta nos habla de que conoce la Poesía (“himno”), y da
cuenta de lo que ha logrado al perseguirla (“estas páginas son de ese himno/ cadencias”).
Además nos da su definición de Poesía: el instrumento que puede aportar claridad en el
misterio del hombre (“que anuncia en la noche del alma una aurora”).
Juan Antonio del Barrio
Esta estrofa consta de dos oraciones compuestas; cada una de ellas con un verbo principal
(en presente de Indicativo: “sé” – verso 1- y “son” – verso 3-) del que dependen sendas
proposiciones subordinadas adjetivas, cuyo núcleo también está en presente de indicativo
(“anuncia” – verso 2- y “dilata” – verso 4-). Estos verbos y esta organización del contenido
indican que se trata de una estrofa definidora, objetivadora, tanto de la Poesía, como de la
obra del poeta respecto a aquella.
En la segunda estrofa, sin embargo, se hace explícito el ansia del poeta por alcanzar a
escribir ese “himno”, “domando” las palabras del lenguaje humano. Para poder hacerlo,
necesitaría una lengua total: “suspiros y risas, colores y notas”. Los dos verbos principales de
la estrofa están conjugados en pretérito imperfecto de subjuntivo, porque expresan deseo
(“quisiera” – verso 5- y “fuesen” – verso 7-). En esta estrofa, el poeta analiza el instrumento o
material con el que cuenta para escribir, y expresa la inefabilidad de la Poesía.
En la tercera estrofa, el poeta expresa la imposibilidad de usar el lenguaje de los
hombres para escribir la Poesía (“himno”); la conjunción “pero” del verso 9, le aporta a esta
estrofa un mayor sentido de lucha estéril, y también los verbos en presente de indicativo (del
verso 9). En el verso 10 comienza una pista de solución para este combate contra lo inefable:
el (“apenas”) nos introduce a la persona amada en el poema (que irrumpe en segunda persona
del singular; hasta ahora se había utilizado la tercera), junto a un apóstrofe (“¡oh hermosa!”),
seguido de una proposición adverbial condicional, que propone que aquel “himno gigante y
extraño” del primer verso sea susurrado “a solas”, acariciando las manos de la amada. El
imposible lenguaje de la Poesía se puede hacer realidad mediante el lenguaje del sentimiento,
que no es grandilocuente (“al oído”), ni lejano (“gigante y extraño”), sino íntimo (“a solas”) y
poblado de sensaciones humanas (“suspiros y risas, colores y notas”). Es interesante
constatar que el subjuntivo (“pudiera”) dominado por la conjunción condicional (“si”) nos
sitúa ante una pista, ante un indicio del camino a seguir por el artista; no ante una certeza.
El tema está estructurado en forma de definición-deseo-lucha/desencanto e incipiente
pista de solución. Al mismo tiempo hay una gradación descendente, ya que al comienzo, la
Poesía es un “himno”, y a su término, la Poesía seguramente sólo sea asequible mediante el
susurro del lenguaje amoroso (“al oído”). El poema comienza racional, objetivamente, para
terminar sentimental, subjetivamente. Con sólo esta distribución del mensaje poético, el lector
puede percibir la concepción becqueriana de la poesía.