CIEN AÑOS DE SOLEDAD:
Macondo es un pequeño pueblo recién fundado, en un “punto cero” de su historia, un lugar precario dominado por la naturaleza, una aldea de una economía agraria que se encuentra aislada de la civilización, donde el tiempo parece no transcurrir y que está en una suerte de estado “pureza”, de “virginidad” que poco a poco irá siendo corrompido, contaminado por los elementos que llegan desde el exterior.
Esta imagen inicial de Macondo como un lugar armónico donde el hombre está en equilibrio con su entorno y no ha sido quebrado ese “pacto original” con la naturaleza es una imagen mítica que vincula al pueblo con una suerte de paraíso terrenal.
Macondo es una metáfora del espacio americano en tanto lugar dominado por la naturaleza, incontaminado por la civilización, donde el progreso no arraiga y donde el tiempo de la historia parece no transcurrir. Esta imagen de América como lugar suspendido e indeterminado tiene su recorrido a lo largo de la historia.
Las primeras versiones discursivas sobre el paisaje americano fueron producidas por el ojo del conquistador europeo: diarios de navegación, cartas de relación, informes, etc.; este conjunto de textos fue dando forma a un paisaje sobredeterminado por la estructura ideológica de los adelantados. Así, América era un espacio sin historia, despojado de sus atributos culturales, asimilado a paisajes del viejo continente y poblado de personajes imaginarios y reales de la imaginería medieval. Cuando Colon viaja a América elabora la figura mítica del “buen salvaje” y atribuye al sujeto americano ciertos rasgos como la “bondad”, la “ingenuidad”, la “pureza” como parte de una estrategia simbólica que permitirá el despliegue de todas las operaciones de conquista, el ojo imperial produce un vaciamiento sobre los lugares y sus habitantes para moldear los sentidos habilitantes del proceso imperial.
El paisaje americano como paisaje alternativo al europeo, como lugar mítico fuera del tiempo de la historia y en el que los “males de la civilización” no llegan, es una imagen que perdura a lo largo del tiempo y que actualiza su significado. Sobre finales del Siglo XVIII y durante la primera mitad del Siglo XIX es la estética del Romanticismo la que sostiene esta figura. El Romanticismo fue una estética que surge como reacción al proceso de modernización en Europa y busca en la naturaleza el elemento trascendente y poderoso que esta más allá de los procesos de la civilización. Para los ROMánticos, la naturaleza americana es un material incontaminado por el progreso y que funciona como alternativa a los conflictos sociales y económicos producidos por el desarrollo capitalista. En ese imaginario, en esas formas perdura la idea de una América exuberante y paradisíaca.
Realismo Mágico:
Es el género que inaugura la novela de García Márquez. Dos términos contradictorios lo componen: lo real y lo mágico. La novela propone un universo en el que el mundo de los vivos y de los muertos conviven sin conflicto; el campo de la muerte forma parte de la naturaleza del campo de la vida; los significados y la estética que la cultura da habitualmente a la muerte en este relato aparecen corridos de lugar.
Tradicionalmente en la novela europea la emergencia de un mundo sobrenatural tenía que ver con la aparición de la tensión del relato, de la agudización de un conflicto, la presencia de algo angustiante, etc.; en cien años de soledad, en cambio, hay una relación equilibrada y que forma parte de un orden cotidiano entre lo real y lo mágico.
Además este texto formo parte de algo que se conocíó como el “boom de la literatura latinoamericana” que fue un fenómeno estético, de renovación de aspectos formales del genero novela y además un fenómeno comercial, un fenómeno editorial. Algunos de los escritores participantes de este fenómeno fueron: Augusto Roa Bastos (Paraguay), Julio Cortazar (Argentina), Gabriel García Márquez (Colombia), Juan Rulfo (México), Mario Vargas Llosa (Perú), Juan Carlos Annelt (Uruguay).
La novela latinoamericana de la década del 60’ renueva el género porque propone una ruptura de su forma tradicional: renueva la representación lineal del tiempo, sus formas realistas, propone espacios ficcionales, etc. En realidad esta experimentación con las formas tradicionales ya se había relacionado con escritores como James Joyce (Irlanda).
Vamos a puntualizar un tercer momento histórico para poner en relación con la manera en que la novela representa el espacio; es decir: esta idea de un Macondo en tanto espacio “superador” del espacio europeo en el que las relaciones sociales están determinadas por el capitalismo encuentra una referencia en la revolución cubana de 1959. Este hecho significó en el imaginario de las sociedades latinoamericanas del 60’ la cristalización de la idea de que una revolución armada podía transformar la sociedad. El espacio latinoamericano entonces se ofrece como espacio alternativo pero en clave política.
PERSONAJES:
En la novela los personajes expresan distintos significados. Úrsula Iguaran y JAB, esa pareja de primos y esposos, encarnan fuerzas contrapuestas:
Úrsula es un personaje que tiende a organizar la vida familiar, a sostener los vínculos que estructuran a la familia, ordena, limpia y amplia la casa y adopta a los niños para su cuidado; Urusla funciona como una fuerza que concentra y sostiene un sentido domestico de las relaciones.
JAB dirige sus energías en sentido opuesto, piensa individualmente, se fascina con las novedades que llegan del exterior, su mente se afiebra con las posibilidades de un contexto interno. Tiende a la desestructura y funciona como una fuerza que se expande.
Pietro es el extranjero, aquel que encarna sentidos culturales de una sociabilidad urbana, con modales sofisticados y propios de un ámbito socialmente complejo, abierto a las influencias externas. Es un personaje antagónico respecto a las formas de Macondo.
Fernanda del Carpió es un personaje que encarna valores y sentidos propios de la cultura colonial; ligada con lo fúnebre, lo mortuorio, las conductas familiares son rígidas, conservadoras y expresan los valores de carencia.
Remedios encarna significados que tienen que ver con un sentido de lo americano: una belleza en estado puro, bruto, salvaje, primitiva, que no necesita nada para sostenerse y que provoca en los hombres la muerte. Esta belleza natural expresa un sentido de lo autentico. Remedios es la encarnación de una idea de pureza.
Petra Cotes es un personaje que funciona por oposición a los sentidos que encarna Fernanda del Carpió. Es desestructurada, vital, espontanea y participa de esa celebración de la sexualidad y de los cuerpos que muchos personajes de Macondo encarnan como valor. Petra da a Aureliano aquel sentido de vitalidad que su propia esposa no puede darle.
Aureliano ll también es expresión de lo americano: el exceso. Vive de fiesta, comiendo y bebiendo desaforadamente, expresando su cuerpo deformado por el exceso.
Dimensión Política:
plantea la confrontación entre liberales y conservadores. El antagonismo entre esos partidos va poco a poco entrando en la indiferencia y los argumentos ideológicos de uno y otro van perdiendo su sentido; los conservadores, partidarios de la rigidez de las jerarquías y de la noción de un poder político emanado de la divinidad; los liberales, partidarios del ideario burgués que promueve la laicicidad y una noción de poder político que emana del pueblo; ambos sistemas se vuelven indiferentes. El fin de la guerra como expresión radical de la confrontación política y la aparición del juego parlamentario, los pactos y negociaciones colaboran con esa debilitación de las posiciones ideológicas. En ese instante surge la idea de que la única política valida es la que surge de las necesidades naturales de la comunidad; mas allá de la letra de la ley, de los dictados institucionales, surge la idea de una política espontanea, autentica, natural, encarnada en el comienzo del texto por JAB.