LITERATURA Y PENSAMIENTO EN EL Siglo XVII
El ideal artístico renacentista, basado en la belleza va experimentando una transformación desde mediados del Siglo XVI, que se manifiesta en un progresivo alejamiento del citerior de imitación de los clásicos, para acentuar más el estilo personal del artista. Este cambio se refleja ya en el Manierismo, movimiento artístico que, al final del Renacimiento, tendía a la artificiosidad. Se ha considerado el Manierismo como precursor del Barroco, cuya estética de corte más intelectual que la renacentista. El Barroco se caracteriza por un mayor subjetivismo del artista en la interpretación del mundo, y por una actitud mas reflexiva, grave y pesimista ante los temas trascendentes del ser humano: la vida y la muerte, el destino, la libertad… Esta actitud tiene que ver con las profundas crisis espirituales, sociales y políticas por las que atraviesa Europa en el Siglo XVII.
Al optimismo e idealismo del Renacimiento sucede un profundo desencanto y una visión desengañada de la vida frente a los placeres del mundo y los logros del ser humano. La novedad que aporta el Barroco a estos temas es que ahora adquieren además un hondo dramatismo, pues todo se vive como una ‘imagen de la muerte’. La vida es solo una apariencia
CONCEPTISMO Y CULTERANISMO
El interés por llamar la atención sobre las formas lingüísticas y la ‘’manera de decir’’ se refleja en dos corrientes literarias carácterísticas del Barroco: el conceptismo y el culteranismo.
Ambas evidencian el deseo del escritor por sobresalir en habilidad y agudeza verbal y, sobre todo, por elevarse sobre las formas vulgares del habla cotidiana.
El conceptismo se apoya en el concepto, en la palabra de contenido abstracto o polisémico, cuyo referente es susceptible de asociarse con diversos significados. Basándose en la asociación de ideas, el escritor condensa en pocas palabras una doble lectura, sugerida por el contexto y las referencias culturales. Las alusiones y matices que se transmiten en el mensaje dan pie a recursos expresivos como la ironía, la paradoja, la doble intención o el juego de palabras.
El culteranismo centra su interés en el uso de un lenguaje deslumbrante y extraño, donde impónía mas como se dice, que lo que se dice. Interesa, sobre todo, asombrar con la palabra novedosa e inesperada. El lenguaje se llena de neologismos y cultismos, lo que enriquece considerablemente el léxico del castellano, y el discurso se construye sobre la acumulación de recursos formales. Todo ello al servicio de un lenguaje colorista y musical, destinado a excitar los sentidos.
Ambos estilos que no deben entenderse como contrapuestos, dificultan en gran manera la comprensión del mensaje y exigen, por lo tanto, un lector culto, al basar el placer estético en una abstracción intelectual. Se desarrolla en casi todos los escritores Barrocos
LA NOVELA CERVANTINA
Cervantes, heredero de La Celestina, del Lazarillo de Tormes y de la narrativa italiana del Renacimiento, renueva el arte de contar historias de su tiempo hasta el punto de crear lo que hoy se entiende por ‘’novela moderna’’, un tipo de novela que tiende su mirada critica sobre el complejo entramado de la realidad con el propósito de reflejarla y cambiarla. El idealismo y antirrealismo que caracterizan a libro de caballerías, a la novela sentimental y a la novela pastoril son relegados por Cervantes al pasado, en beneficio de un nuevo arte literario realista cuya meta es narrar el vivir contemporáneo.
Cervantes defiende la novela que se guía por una exigencia artística y moral y es, a la vez, ingeniosa, verosímil e imitativa de la vida. Si la literatura de Cervantes es realista es porque aspira a desvelar las claves de funcionamiento del mundo real.
LENGUAJE Y ESTILO
Cervantes realiza en sus obras un gran despliegue de voces y registros idiomáticos.
La polifonía de su lenguaje refleja las distintas actitudes de los personajes ante la vida. Si enfrenta voces y registros discordantes en los diálogos, se debe a la condición plural del hombre y al antagonismo de la sociedad. Para Cervantes, el buen estilo de la novela, debe ceñirse a una expresión natural, antirretórica, para que el lector obtenga de la lectura no solo provecho intelectual y moral, sino también placer. Los rasgos de sencillez y naturalidad los podemos encontrar en los narradores de sus novelas, así como en las páginas en que estos se aplican a la caracterización de los personajes o a la pintura sobria y precisa de los ambientes. El estilo que configura la expresión de los personas depende de su psicología, condición social y experiencia de vida. Cervantes hace un uso contenido de la retórica y se revela como un maestro de la ironía, el humor y la parodia.