El arbol de la vida unamuno

TEMA 5. LA NOVELA ESPAÑOLA ANTERIOR A 1939. PÍO BAROJA Y UNAMUNO.

1. EL EXISTENCIALISMO LITERARIO Ya en el siglo XX, la literatura «existencial» se anticipa a la filosofía de Heidegger,.  Pero es Franz Kafka quien nos dejó la más asombrosa e inquietante plasmación de las angustias del hombre contemporáneo. El sentimiento de hallarse perdido en un mundo sin explicación es el centro de su obra, La metamorfosis (1913), novela cuyo protagonista despierta convertido en un enorme escarabajo. algunos escritores ven la dignidad humana en la acción o el sacrificio . Otros, , contemplan escépticos el mundo.

2.  EL TEMA RELIGIOSO EN LA LITERATURA EUROPEA.- La crisis de la razón dio paso al irracionalismo, fue causa de un resurgir del sentimiento religioso. a la corriente de cristianismo trágico (que algunos consideran un existencialismo cristiano que ofrece una visión de un «hombre desgarrado», cuya alma es «un campo de batalla donde luchan Dios y Satán».

3.  LA LITERATURA ESPAÑOLA DE PRINCIPIOS DE SIGLO España no estuvo al margen de la crisis de fin de siglo: vimos en el Modernismo un malestar vital, una desazón «romántica» y una angustia en Rubén o en Antonio Machado, cuya poesía de Soledades gira en torno al sentido de la vida, al tiempo, a la muerte, y expresa la angustia de quien camina, «siempre buscando a Dios entre la niebla». Pero, a la vez que en Machado, es en los noventayochistas en quienes alcanzan un intenso desarrollo los problemas existenciales, hasta el punto que se les consideró como precursores del existencialismo europeo. Como primeras manifestaciones de tales inquietudes, son significativas tres novelas de 1902: Camino de perfección de Baroja, La voluntad de Azorín y Amor y pedagogía de Unamuno.
Rasgo común a las tres es «una introspección angustiada». Común a los tres autores es la «angustia vital» o «angustia metafísica». Estrechamente ligadas a este talante se hallan las actitudes ante lo religioso. Los noventayochistas habían caído de jóvenes en un total agnosticismo y en una abierta oposición al catolicismo tradicional y a la alianza del clero español con los sectores más conservadores. Con el tiempo, algunos modificarán más o menos sus actitudes. Azorín derivó primero hacia un sereno escepticismo, luego, a un vago deísmo. Las dudas y la incertidumbre sobre el sentido de la vida están presentes en su época central. Pero la angustia dejará paso a una suave melancolía con la que contempla fluir el tiempo e intenta apresarlo literariamente en el paisaje, en los viejos pueblos… En su vejez, en fin, proclamó «un catolicismo firme, limpio, tranquilo». Baroja, en cambio, seguiría manteniendo toda su vida un radical escepticismo. Y en Unamuno, los conflictos religiosos y existenciales alcanzan la máxima agudeza y dramatismo.

4. LA NOVELA ANTERIOR A 1939. PERVIVENCIA DEL REALISMO Y DEL NATURALISMO La estética realista —con sus toques naturalistas— penetra en los primeros años del siglo XX:

. Vicente Blasco Ibáñez,aunque ha sido vinculado a la generación del 98, por su edad y su inconformismo ideológico, sigue siendo nuestro novelista más cercano a la ortodoxia naturalista; se le llamó «el Zola español». Comparte con el novelista francés un afán revolucionario, la predilección por la pintura de los ambientes sórdidos, la crudeza de los temas y cierta preocupación por las taras hereditarias. Destaca en la pintura del ambiente rural de sus tierras valencianas:  La barraca,  Cañas y barro…

5. UNA NUEVA NARRATIVA: el modernismo pretende alejarse del arte realista. El mismo Rubén Darío había dado ejemplo de renovación de la prosa en los Cuentos que escribió desde sus comienzos. Su influjo llega entretejido con el de ciertos escritores extranjeros, como  el decadentista italiano Gabriele D’Annunzio o el gran novelista portugués José María Ega de Queiroz. A todos ellos les animaban análogos propósitos de construir una prosa de arte. Ese mismo propósito se apreciará, por ejemplo, en los relatos iniciales de Valle-Inclán, e incluso en algunos de los cuentos del primer libro de Baroja (Vidas sombrías, 1900). Pero en 1902 se publican cuatro novelas renovadoras: La voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno y Camino de perfección de Baroja, Sonata de otoño de Valle-Inclán. Las cuatro novelas representan una ruptura con la narrativa realista, lo cual se manifiesta sobre todo en dos aspectos: a) Irrupción del subjetivismo: ya no satisface la reproducción pura de la realidad, sino su reflejo en el individuo y los procesos que desencadena en la conciencia. Dicho de otro modo, la realidad quedará fuertemente teñida por la sensibilidad personal. Y ello mediante un empleo especial del lenguaje. b) Una clara preocupación artística. Los autores afrontan el relato como arte, con el propósito de renovar no sólo el estilo sino también las estructuras narrativas, las técnicas de la novela.

6.  AZORÍN Y LA NOVELA.- Su novedad consiste en que en sus obras se difumina la frontera entre novela y ensayo, por un acercamiento de la primera hacia el segundo. Aunque unos quince libros suyos llevan el subtítulo de «novela», apenas se distinguen a veces de sus ensayos. Pierde importancia lo que tradicionalmente había sido el eje de la novela: el argumento. La trama argumental es tan tenue que más parece un pretexto para hilvanar pinturas de ambientes, o para sustentar una galería de personajes sensibles, dolientes, extraños o fracasados. Y en todo ello aflora su peculiar visión de la vida, esa típica desazón existencial (su «dolorido sentir»), o su no menos característica visión de España. Títulos: La voluntad y Doña Inés. Un estilo lento, melancólico, con un lirismo contenido. En sus descripciones se observa una técnica miniaturista, por la atención al detalle. Le caracteriza una inmensa riqueza de vocabulario, como producto de aquella búsqueda de palabras olvidadas tan propia de los noventayochistas.

BAROJA (San Sebastián 1872- Madrid 1956)

Estudia Medicina y se doctora en Madrid con una tesis sobre el dolor. Ejerce de médico rural en Cestona (Guipúzcoa), poco más de un año, un trabajo intenso e ingrato. Insatisfecho de esta ocupación y ambiente, Baroja vuelve a Madrid a regentar la panadería de una tía suya, pero el negocio no marcha bien, la tahona cierra, y entonces Baroja se inicia en el periodismo, colaborando en El País y El Globo. Incansable viajero, incluidas sus estancias en París, cada descripción novelesca de Baroja supone un conocimiento previo del lugar por el escritor, que no se aventura a narrar por referencias.

Ideología de Baroja.- Su actitud frente a la España tradicional es crítica y negativa; es rebelde e iconoclasta, pero no revolucionario.

Baroja es un escéptico, con un sentimiento demasiado amargo del egoísmo y la cobardía del hombre; por ello no cree en la acción revolucionaria. Para Baroja el hombre de acción nietzschiano acaba, a sus ojos, hundido en el fracaso y la impotencia. Decía Baroja: «Para mí, un político es un retórico… y el gobierno que no haga nada es el mejor». Baroja fue un desengañado y un descontento sin salida. Indiferente hacia los partidos políticos y hombres de partido, escéptico ante la República y hostil siempre con las masas. Tuvo contactos juveniles con el anarquismo. A la vez abominó del comunismo y del socialismo, pero también de la democracia, que le parecía «el absolutismo del número» y llegó a proclamarse partidario de «una dictadura inteligente». Con ideas tan contradictorias se le puede definir como «liberal radical».

Baroja no tiene fe en el hombre: «Por instinto y por experiencia creo que el hombre es un animal dañino, envidiosa, cruel, pérfido, lleno de malas pasiones». Pero pocos como él han fustigado la crueldad humana (siente una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados).

Por otro lado a Baroja, su inconformismo le lleva a rechazar las convenciones sociales y a exaltar la verdad y la sinceridad.

Hombre marcado por su pesimismo existencial. Sufre él mismo el nihilismo y la angustia existencial de sus personajes (influencia clara de Schopenhauer).

Considera que la vida es una lucha sin tregua que nace de la falta de adaptación entre el individuo y la sociedad. Por influjo del vitalismo de Nietzsche, le obsesiona la idea de la acción, que invariablemente se disuelve en la abulia o falta de voluntad (Andrés Hurtado, por ej., o el protagonista de César o Nada, un hombre enérgico que se enfrenta con el ambiente muerto y degradado de una ciudad provinciana y terminará vencido).

El amor aparece en su obra raramente; viene a ser un recuento de fracasos y decepciones, o sume a sus protagonistas en una domesticidad apocada y espesa.

Baroja niega el amor y constata la maldad humana. Y sin embargo Baroja es un hombre sensible y compasivo. Es pues la paradoja de un sentimental sin amor. De talante uraño y amargado, él mismo se incluye entre quienes están enfermos por exceso de sensibilidad.

Estilo.- Sencillez, claridad y precisión. La novela es para Baroja un género literario abierto, polimorfo, en el que todo puede intentarse, «la novela es un saco donde cabe todo»

Dos factores de unidad cohesionan los relatos barojianos: el ambiente y el ritmo, individualizados en cada relato (sus personajes no forman una galería, sino que pasan en un desfile, se mueven. Baroja es el escritor contemporáneo de más riqueza y variedad en la captación de ambientes: junto a Castilla y Madrid, el país vasco, Navarra, Extremadura, Andalucía, Cataluña y ciudades extranjeras como Florencia, Roma, París…

Los diálogos son vivos y rápidos.

División de su obra.- A continuación se exponen, agrupadas en trilogías , sus novelas más importantes:

1. TIERRA VASCA: La casa de Aizgorri (1900)

                                El mayorazgo de Labraz (1903)

                                Zalacaín el aventurero (1909)

2. LA VIDA FANTÁSTICA: Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901)

                                            Camino de perfección (1902)

                                            Paradox, rey (1906)

3. LA LUCHA POR LA VIDA:  La Busca (1904)

                                                  Mala hierba (1904)

                                                   Aurora roja (1905)

4. LA RAZA: La dama errante (1908)

                       La ciudad de la niebla (1909)

                       El árbol de la ciencia (1911)

5. LAS CIUDADES: César o nada (1910)

                                El mundo es ansí (1912)

                                La sensualidad pervertida  (1920)

– Comentar algo de El árbol de la ciencia y de La Busca

(está en las fotocopias)

UNAMUNO (Bilbao, 1864- Salamanca , 1936)  

Estudió Filosofía y Letras en Madrid y sacó la cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca, de la que llegaría a ser rector. Fue desterrado de 1924 a 1930, en Fuerteventura y en Francia, por su oposición a la dictadura de l general Primo de Rivera. Tras la caída de este vuelve a España. Fue diputado durante la República y manifestó una actitud cambiante ante el levantamiento militar del 36. Pero su postura definitiva ante Franco  ( «venceréis, pero no convenceréis…tenéis la razón de la fuerza, pero no la fuerza de la razón») le valió ser destituido y confinado en su domicilio, donde murió el 31 del 12 de 1936.

Se definió a sí mismo como «un hombre de contradicción y pelea». Decía: «La contradicción íntima unifica mi vida».

A Unamuno en sus novelas no le interesa nada el ambiente en el que se desarrolla la acción. Prescinde del paisaje y del tiempo. Lo que realmente le interesan son los problemas de la existencia.

Las novedades formales de alguna de sus novelas hicieron decir a ciertos críticos que aquello no era propiamente una novela. Por ello, desafiante y consciente de lo novedoso de su obra, Unamuno decidió crear irónicamente el término «nivola».

Escritor con un claro afán de ser distinto y de demostrarlo. El Unamuno novelista hunde sus raíces en el ideólogo y poeta. Unamuno hace novela y poesía, pero cubiertas de ensayo. Los filósofos lo consideran un literato y los literatos un filósofo.

Dos elementos fundamentales vertebran su obra: la fe y el saber. El ansia de racionalizar le hace perder la fe. Sobre la base de la oposición ciencia/religión, razón/fe, se levanta en la obra de Unamuno la antítesis y la paradoja.

Otro tema importante es el de la inmortalidad. Unamuno siente terror no al infierno, sino al abismo, al vacío, a la nada. Dice : «si el alma no es inmortal, nada vale, ni hay esfuerzo que merezca la pena». De ahí su hambre de Dios y sed de eternidad. Pero la razón le niega la esperanza, aunque el corazón se la pida desesperadamente.

Temas.

1. La intrahistoria: la tradición como la base de la historia. La intrahistoria es la historia pequeña, cotidiana, de las gentes de abajo, de los pueblos, la vida silenciosa de millones de hombres sin historia. Esta idea queda simbolizada en la imagen del lago de San Manuel Bueno Mártir : la superficie es el momento contemporáneo que el hombre está viviendo, y la profundidad es el sustento de esa superficie de la actualidad.

2. Tema de la pérdida de la fe, que le llega en el momento en que pretende racionalizarla. Este tema se desarrolla en San Manuel Bueno Mártir: El protagonista encarna la contradicción entre su voluntad de vivir como creyente y la imposibilidad de creer. Es la agonía de un hombre que, sin creer consigue que todo el pueblo de Valverde de Lucerna crea. Es la alternativa entre una verdad trágica y una felicidad ilusoria: solo las religiones «consuelan de haber tenido que nacer para morir».

3. Tema del cainismo nacional ( envidia). Abel Sánchez (recuérdese el mismo tema en Machado)

4.Mezcla de vida y literatura. Niebla: el protagonista, Augusto Pérez, dialoga con su autor, su creador, el final que le tiene preparado, el suicidio ( Augusto- Unamuno = Unamuno- Dios).

» No somos más que entes de ficción soñados por Dios»

5. Lucha contra el propósito de regir la conducta por normas de razón, Amor y pedagogía. Esuna sátira contra las teorías científicas aplicadas a la pedagogía tal y como era en el s. XIX. Avito Carrascal decide tener un hijo y educarlo «científicamente» para convertirlo en un genio. Planea cuidadosamente su matrimonio y escoge la mujer más apropiadad. Aunque acaba enamorado de otra, que será la madre de su hijo, Apolodoro, a quien educará un sabio, don Fulgencio. Pero el «experimento» resulta un fracaso y produce una criatura desgraciada, angustiada, que acaba suicidándose. La lección es que la vida se resiste a dejarse encorsetar por las teorías racionales (vitalismo).

6. Lucha del yo con los otros «yoes», que se observa en su novela Nada menos que todo un hombre :

. el yo que uno es.

. el yo que los demás piensan que es uno.

. el yo que uno piensa que es.

. el yo que uno quiere ser.

7. La maternidad insatisfecha en La tía Tula

8. El tema de España.- su amor por la patria le hace gritar: «¡Me duele España!». En su ensayo En torno al casticismo plantea cuestiones centrales del 98: la valoración de Castilla y la articulación del españolismo y la europeización. En su Vida de Don Quijote y Sancho (1905), hace una personal interpretación de la obra cervantina como expresión del alma española, y cuya conclusión es ésta: los males de la patria residen en que ya no hay quijotes, la ramplonería lo domina todo; habría que emprender «la santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro del Caballero de la Locura del poder de los hidalgos de la Razón».

Tras esta obra sustituyó su afán de «europeizar España» por la pretensión de » españolizar a Europa» y por una defensa de los valores castizos («¡ Que se españolicen ellos!»).


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *