GONZALO DE BERCEO: Milagros de Nuestra Señora
Es el primer autor castellano cuyo nombre se conoce. Nacido en La Rioja, su vida trancurrió al servicio del monasterio de San Millán de la Cogolla, donde ejerció labores administrativas. La idea de que Gonzalo de Berceo era un clérigo humilde, ingenuo y sencillo no se ajusta a la realidad: concoce la retórica y letras latinas e incluso romances de otros países; es posible que estudiara en la universidad de Palencia; por otro lado, a su intención didáctica se suma su finalidad propagandística, ya que Berceo aprovechó la difusión de su obra para atraer peregrinos, con lo que lograba aumentar el prestigio del monasterio y recursos para sostenerlo. Berceo escribió hagiografías (vidas de santos): Vida de San Millán de la Cogolla, Vida de Santo Domingo de Silos, Vida de Santa Oria, Martirio de San Lorenzo; también libros doctrinales: Los signos que aparecerán antes del juicio y varias obras de tema mariano, como Milagros de Nuestra Señora.
Milagros de Nuestra Señora:
Obra cumbre del siglo XIII. Se compone de una colección de 25 relatos breves en cuaderna vía, precedidos de una introducción alegórica. Fueron escritos hacia la mitad de la centuria. Se basó en una de las muchas colecciones que circulaban por Europa; tienen el mérito de infundir realismo y viveza en el relato. Se inician con una introducción alegórica en la que el autor se presenta a sí mismo en un locus amoenus, es decir, en una naturaleza fértil y paradisíaca que simboliza las virtudes de la Virgen. Los personajes cuya devoción por la Virgen es premiada con la salvación eterna pertenecen a diferentes oficios y clases sociales. Predominan los religiosos, pero aparecen también gentes humildes, como mendigos y labradores. Recorren diversos lugares: Italia, Palestina, el Camino de Santiago, Constantinopla, etc. (solo tres transcurren en España).La estructura más habitual es la organización en tres partes: presentación del personaje; intervención de la Virgen para salvar al personaje (ladrón, avaro, lascivo…) o premiar al devoto, que lo hace siguiendo parámetros humanos aun tratándose de un tema religioso, tanto en las situaciones como en el tipo de personajes. Al final, se incluye una moraleja que resume los beneficios que se obtienen de orar y respetar a la Virgen María.El estilo popular no es obstáculo para que aparezcan numerosos cultismos en sus libros. Introduce variaciones y emplea recursos para hacerse comprender mejor por las gentes sencillas: incluye elementos cotidianos de su región, emplea giros dialectales, se apoya en un tono humorístico o introduce comparaciones y metáforas sugerentes y espontáneas.
JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA: Libro de Buen Amor
:Se conoce muy poco de Juan Ruiz, salvo que fue arcipreste de Hita (Guadalajara). En el libro dice que nació en “Alcalá” -puede ser de Henares, en Madrid, o Alcalá la Real, en Jaén. También se menciona en la obra una supuesta estancia en prisión, pero podría ser alegóricamente refiriéndose al alma encerrada en el cuero y el pecado. Pero, dadas las características de la obra por la que se lo conoce, no sería raro que el autor hubiese ocultado su identidad.
Libro de buen amor
:La obra está compuesta por más de 1700 estrofas de carácter variado y basa su unidad en el estilo, el tono y la personalidad del autor y en el supuesto autobiografismo del relato principal. El hilo conductor es una autobiografía ficticia salpicada de otros materiales, que aparecen dispersos y de manera discontinua a lo largo de la obra. Los más importantes son los siguientes: Las aventuras amorosas del protagonista: el propio Amor aconseja al arcipreste tras sus primeros fracasos (tomado del Ars Amandi, de Ovidio), que le recomienda elegir bien a ala mujer y que busque a una intermediaria. Continúa sus escarceos con grotescas peripecias en la sierra y, al final, se enamora de la monja doña Garoza, que lo ama, pero muere. Intenta consolarse tomando a una mora como pretendiente, pero falla .Una imitación de una comedia anónima, el Pamphilus de amore: el protagonista -primero el arcipreste, luego don Melón- se enamora de la joven doña Endrina y consigue su amor con engaños, gracias a la alcahueta Trotaconventos (antecedente de Celestina). La alegórica lucha entre don Carnal y doña Cuaresma: parodia de las batallas épicas. Representa el esfuerzo de la Iglesia por imponer la contención y el ayuno, empeño que solo consigue durante los días que dura la Cuaresma. Numerosas fábulas de animales y cuentos diversos: aunque muchos relatos son de origen oriental, circulaban colecciones por Europa (Libro de Calila e Dimna); narraciones realistas francesas.Composiciones líricas: poemas de alabanza a la Virgen o cantigas de loor, y poemas amorosos. Digresiones moralizadoras: la censura contra los pecados capitales, la protesta contra los desastres que causa el amor y las quejas contra la muerte. Otros, muy variados, como el elogio de las mujeres pequeñas y el episodio satírico de los clérigos de Talavera, van completando la obra. El libro presenta un primer problema: la ambigüedad en cuanto a su intención: el loco amor es el mundano, el que busca el placer, mientras que el bueno es el de Dios. Es posible creer en la intención didáctica y moral del arcipreste, pues la mayoría de aventuras amorosas que protagoniza terminan de forma insatisfactoria para él. Se duda entre la intención moral y el divertimento. Existe la posibilidad de entender el Libro de buen amor más como una invitación a gozar de los placeres del amor que como un tratado didáctico. Parece que el Arcipreste aprovecha las formas literarias del mester de clerecía para construir una parodia que pretende entretener y hacer reír a su público. Probablemente, Juan Ruiz representa los gustos de un nuevo grupo social, la burguesía, que tiene una mentalidad pragmática e individualista y se interesa por la realidad tal y como es, por el comportamiento humano y por los placeres terrenales, aunque siga manteniendo sus creencias religiosas. La ideología burguesa abre la puerta a una literatura antiheroica, poco respetuosa con los valores de los caballeros y de los clérigos medievales. Como, ademá, la burguesía castellana no se desarrolló tanto ni fue tan refinada como la de otros lugares, hay bastantes popularismo en las obras que refiere, como también lo hay en el Libro de buen amor, lleno de refranes y de expresiones coloquiales. En este contexto, quizás sea innecesario elegir una sola interpretación del libro. Lo más probable es que convivan en la obra la religiosidad medieval y el vitalismos de los burgueses: puede que Juan Ruiz, clérigo hedonista y mundano, sea tan sincero cuando peca como cuando se arrepiente. El deseo del autor de que la obra vaya de mano en mano y de que cada uno añada o suprima versos a su antojo revela su naturaleza juglaresca y popular. Acerca de la verdadera intención de la obra, hay diferentes opiniones, nacidas de la propia ambigüedad.