LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX
La segunda mitad del siglo XIX fue una época de graves tensiones sociales y políticas que afectaron de forma decisiva la historia de España.
Durante el reinado de Isabel II (1844-1868) concluye el absolutismo y se establece el turno de partidos: moderados y liberales. En 1868, y tras la revolución llamada la Gloriosa, Isabel II renuncia al trono y se exilia a Francia. Se suceden el gobierno provisional de Serrano, el breve periodo de Amadeo I de Saboya (1870-1873) y la Primera República. Los disturbios sociales y un rebrote del carlismo provocaron, en 1874, la sublevación del general Martínez Campos y la restauración monárquica en la figura de Alfonso XII (1874-1885). Termina el siglo con el Desastre de 1898 (guerra con EEUU y pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas).
Socialmente, la situación podría resumirse así:
La burguesía, los grandes empresarios y terratenientes, constituye la clase dominante del país. Se instala en el poder y se vuelve cada vez más conservadora y moderada.
Los progresistas, a saber, pequeños empresarios, artesanos y militares de baja graduación, se enfrentan al conservadurismo y a los privilegios de los ricos.
El proletariado, clase a la que pertenecen los obreros y campesinos, intenta defender sus intereses; socialismo y anarquismo se enfrentan al sistema político dominante. La caída de Isabel II en 1868 abre el camino hacia un gobierno republicano. En estos años, consecuencia de las teorías de Carlos Marx y la Primera Internacional Obrera, surgen en España el PSOE, la UGT y el movimiento anarquista.
Económicamente, se hace patente ya el profundo retraso de España respecto a los países europeos. A pesar de los intentos de industrialización, España se queda inmersa en el atraso económico.
En lo artístico existe un cierto hastío de los modelos estéticos románticos, que debido a su virulencia caen en exageraciones que terminan por agotarlo. No obstante este movimiento se mantendrá, sobre todo en el teatro, a lo largo del siglo XIX, generando obras que conviven con las de las tendencias más innovadoras. Sin embargo, sus frutos son ya de escaso interés ( exceptuando la obra de Bécquer y Rosalía de Castro); su momento ya ha pasado.
Culturalmente, en la época realista se desarrollan una serie de corrientes en las que se aprecia una reacción contra el idealismo y un interés por los problemas sociales y las ciencias experimentales.
El positivismo, corriente filosófica que surge tras los avances técnicos y científicos, propone la observación rigurosa y la experimentación como únicos métodos para llegar al conocimiento de la realidad.
Se desechan las corrientes románticas en las que predominaba el sentimiento y la imaginación.
El realismo literario emula a esta corriente al pretender reflejar la realidad tal y como es.
Se desechan las corrientes románticas en las que predominaba el sentimiento y la imaginación.
El realismo literario emula a esta corriente al pretender reflejar la realidad tal y como es.
La filosofía marxista surge como reacción contra el idealismo y el liberalismo. Junto a la teoría, el marxismo propone una “praxis”: transformar el mundo, abolir la sociedad burguesa e implantar el socialismo. La corriente de pensamiento más relevante en España fue el krausismo. Uno de sus frutos fue la creación de la Institución Libre de Enseñanza, fundada por Francisco Giner de los Ríos. Al principio se centró en la enseñanza universitaria y, desde 1881, se volcó en la reforma de la pedagogía tradicional
Las ciencias adquieren un gran desarrollo, en consonancia con el espíritu positivista dominante. Tendrán gran repercusión el experimentalismo, el evolucionismo y las teorías sobre la herencia.
La literatura se hace eco de las doctrinas filosóficas, políticas y científicas:
El novelista pretenderá una observación rigurosa de la realidad, semejante a la del científico experimental.
El método experimental y las teorías sobre la evolución y la herencia se hallarán en la base del Naturalismo.
Se recogerán las enseñanzas de la sociología y la psicología científicas.
Ciertos autores toman partido ante las luchas sociales, inspirándose en el pensamiento revolucionario.
EL REALISMO
El término realista apareció en Francia para designar -con tono peyorativo al principio- a ciertos artistas que se proponían reflejar la sociedad de la época en contraposición con las ensoñaciones románticas. Hacia 1830, Balzac y Stendhal publican sus primeras novelas realistas en Francia; poco a poco, se extendió y triunfó por toda Europa.
Desde entonces, se suele presentar al Realismo como la antítesis del Romanticismo. Ello no es del todo exacto. En ciertos escritores de aquella época, junto a los rasgos románticos, se hallaban admirables cuadros realistas. Y recordemos también los típicos cuadros costumbristas de la época romántica.
Lo más exacto sería decir que del Romanticismo se pasa al Realismo mediante un doble proceso:
Por un lado, eliminación de ciertos elementos: el subjetivismo, lo fantástico, los excesos sentimentales…
Por otro, desarrollo de elementos como el interés por la naturaleza, por lo regional o local, por lo costumbrista…
Rasgos esenciales del Realismo
Observación y descripción precisa de la realidad. Es el principio básico. Este interés por la observación de la realidad es paralelo a los métodos de observación de las ciencias experimentales: los escritores llegan a documentarse sobre el terreno tomando apuntes sobre personajes o ambientes, o bien consultan libros. La vida real se convierte así en objeto estético.
Ubicación próxima de los hechos. Frente a la evasión espacio-temporal del Romanticismo, los autores realistas escriben sobre lo que conocen, con lo que sitúan sus obras en el presente y en lugares próximos. La mirada se desplaza a lo cotidiano, eliminando el subjetivismo y la fantasía.
Frecuente propósito de crítica social y política. En general, los autores conservadores describen la realidad para mostrar su degradación y postular un retorno a los valores tradicionales. Los progresistas también muestran las lacras sociales, pero estas, según ellos, obedecen a la pervivencia de una mentalidad conservadora que lastra el avance hacia un mundo nuevo.
Estilo sencillo y sobrio. Los realistas rechazan la pomposa retórica romántica. El ideal de estilo es la claridad y exactitud, como corresponde el deseo de acercar la labor del escritor a la del científico.
Predilección por la novela.
Fue el género literario por excelencia y alcanzó un auge inusitado.
Fue el género literario por excelencia y alcanzó un auge inusitado.
Características de la novela realista
Verosimilitud. Las historias son como fragmentos de la realidad. Aunque inventadas por el autor, están basadas en la experiencia cotidiana, y tanto los protagonistas como los ambientes son creíbles.
Narrador omnisciente. El narrador maneja por completo los hilos del relato; sabe lo que va a suceder, conoce los pensamientos de los personajes, interviene directamente en la obra con juicios y observaciones dirigidas al lector.
Didactismo. Los autores pretenden con sus novelas dar al lector una lección moral o social. Ello es así en las llamadas novelas de tesis, en la que el autor pretende demostrar una idea general a la que quedan subordinados el argumento, los personajes y el ambiente de la obra.
Estructura lineal. Los hechos suelen transcurrir de forma lineal en el tiempo.
Descripciones minuciosas. Las descripciones son extremadamente detalladas, de modo que muchas veces predomina en las obras la descripción sobre la narración.
Aproximación del lenguaje al uso coloquial. La lengua de la conversación se eleva a lengua literaria. Los autores se esfuerzan por adecuar el lenguaje a la naturaleza de los personajes, que hablan con arreglo a su condición social, a su origen geográfico o a sus particularidades personales.
3. EL NATURALISMO
Dentro del Realismo encontramos una derivación que se conoce con el nombre de Naturalismo. Tal y como lo postuló su iniciador, el francés Émile Zola, no es sólo una tendencia literaria, sino una concepción del hombre y un método para estudiar y transcribir su comportamiento.
Este movimiento pretendió llevar hasta sus últimas consecuencias los postulados del Realismo, por lo que intentó retratar la realidad con un método científico, para lo que hizo de la observación y de la experimentación su método de trabajo. La conclusión a la que llegaron sus cultivadores es que el hombre es pura materia y que no tiene libertad de actuación, porque su existencia se halla determinada por la herencia genética (Mendel) y las circunstancias sociales.
Todo lo anterior explica que las novelas naturalistas estuvieran protagonizadas por tarados, alcohólicos, psicópatas, seres que obedecían a impulsos primarios,…; esto es, personajes dominados por su origen biológico o por la sociedad opresiva en la que vivían.
EL REALISMO EN ESPAÑA
Se admite la fecha de 1868, año de la “Gloriosa”, como la del inicio del Realismo en España. Dos años más tarde, se publica la primera novela de Galdós, La fontana de oro. Puede considerarse que a mediados de siglo se produce un prerrealismo de la mano de autores como Fernán Caballero (La gaviota) o Pedro Antonio de Alarcón (El sombrero de tres picos), mientras que el apogeo del Realismo se da en la década de los setenta y en la de los ochenta.
En un primer momento, se realizan novelas de tesis que ensalzan ideas conservadoras o progresistas. En torno a 1890, la novela se orienta más hacia lo psicológico.
En cualquier caso, pueden distinguirse dos grupos de novelistas según su ideología:
Conservadores o tradicionalistas: José María de Pereda, Armando Palacio Valdés.
Liberales o progresistas: que defienden la sociedad urbana y el progreso de la clase media, al tiempo que atacan el fanatismo religioso o político. Entre ellos se encuentran los mejores novelistas de la época: Valera, Galdós y “Clarín”.
AUTORES DEL REALISMO-NATURALISMO
a) JUAN VALERA
Fue un hombre culto y refinado, de espíritu equilibrado y libre. Su inteligencia y fino sentido estético se manifiestan en su labor como crítico y en su estilo correcto, fluido y elegante. Su primera obra fue Pepita Jiménez en la que un joven seminarista conoce a una mujer con la que su padre, que es viudo, piensa casarse. También destacan Doña Luz y Juanita la Larga.
b) JOSÉ MARÍA PEREDA
Es uno de los mayores representantes del realismo regionalista. En sus novelas, nos presenta una visión idílica del campo frente a las novedades y corrupción de la ciudad. Así, en Sotileza exalta la naturaleza y las gentes sencillas del mar, y en Peñas arriba, la naturaleza y las gentes de la montaña.
c) EMILIA PARDO BAZÁN
Fue la persona que redactó el principal escrito del naturalismo español en su libro La cuestión palpitante. Sus novelas presentan elementos naturalistas: descripciones minuciosas y documentadas, influencia del medio, situaciones escabrosas. Los Pazos de Ulloa (1886) y su continuación La madre Naturaleza (1887) describen la Galicia campesina del XIX: aristócratas decadentes, caciques, criados codiciosos,…en general, un mundo lleno de ignorancia y barbarie.
d) VICENTE BLASCO IBÁÑEZ
Es el novelista español más cercano al naturalismo. Se interesa por los ambientes sórdidos, la crudeza de los temas y la preocupación por taras hereditarias. Sus novelas están ambientadas en el mundo rural de su tierra, Valencia: Arroz y tartana, La barraca y Cañas y barro.
e) LEOPOLDO ALAS, “CLARÍN”
Clarín nació en Zamora pero se sintió profundamente asturiano y en Oviedo pasó la mayor parte de su vida y allí moriría. Hombre de grandes inquietudes espirituales, se sintió siempre muy crítico frente al catolicismo tradicional. Su labor intelectual se traduce en una importante actividad crítica y periodística y en una obra narrativa no muy amplia, pero excepcional. Su producción crítica comprende textos satíricos, políticos y literarios, con los que pretendía formar estética y moralmente al lector. Entre los cuentos de Clarín, cabe citar Pipá, ¡Adiós Cordera!, El hombre de los estrenos y Bustamante.
La producción novelística de Clarín está constituida solo por dos obras Su único hijo (1890) y, sobre todo, La Regenta (1885), sólo comparable en profundidad, complejidad e intención a las mejores obras de su amigo Galdós. En ella retrata el ambiente asfixiante de Vetusta (nombre bajo el que se esconde Oviedo), una ciudad de provincias que representa la sociedad española del periodo de la Restauración. Narra la siguiente historia: allí vive don Fermín de Pas, que abre la obra recorriendo con su catalejo todos los rincones de la ciudad. Joven, apuesto y ambicioso, de Pas es el magistral de la catedral, con aspiraciones más altas. Al iniciarse la obra, don Fermín recibe un encargo muy especial: debe convertirse en confesor de doña Ana Ozores, mujer del antiguo regente de la Audiencia, conocida, por ello, como la Regenta. Entre ellos se establecen relaciones de amor-amistad, plagadas de matices. El triángulo lo completa Álvaro Mesía, donjuán de Vetusta, que desea conquistar a la Regenta, única mujer virtuosa que aún no se ha rendido a sus pies. Para ello contará con la ayuda de todo el pueblo, que desea ver caer a doña Ana y que la rechazará cuando lo haya hecho.
Leopoldo Alas pretendió crear un espacio geográfico al que denominó Vetusta y que es el verdadero protagonista de la obra. Analiza su sociedad, las clases dominantes hipócritas y orgullosas, los lugares donde viven, su actitud…Todos los personajes de la obra se caracterizan por los mismos sentimientos de frustración e insatisfacción. Ninguno es lo bastante fuerte para cambiar la sociedad opresiva que les rodea.
Los elementos naturalistas se advierten, sobre todo, en el determinismo del medio y las circunstancias que han marcado a la Regenta: la orfandad, una infancia infeliz, una educación severa y cruel, y la realidad asfixiante de Vetusta. Ana se debate continuamente entre esos factores y su conciencia, y esas crisis se manifiestan en reacciones fisiológicas (fiebres histéricas). Sobresale el empleo del monólogo interior y del estilo indirecto libre,que permiten penetrar en el interior de los personajes,en sus sentimientos y anhelos. El narrador interviene algunas veces en la historia, con profunda ironía.
BENITO PÉREZ GALDÓS
Nació en Las Palmas de Gran Canaria, pero fue en Madrid donde desarrolló su labor literaria, llegando a ser un profundo observador de esta ciudad. Sus últimos años fueron tristes, debido a la ceguera que padeció, las dificultades económicas, algunos fracasos teatrales y a la oposición de sus enemigos a que se le concediera el Premio Nobel. Es el autor más fecundo de la literatura española y su obra representa un testimonio de la vida del siglo XIX, dejando reflejada en ella todas las capas sociales y todos los acontecimientos de la época.
El realismo de Galdós. Técnica y estilo
Podemos decir que Galdós es el novelista integral, ya que su realismo es el de gama más amplia de los cultivadores de esta tendencia. Si otros novelistas brillaban especialmente en la descripción de ambientes (Pereda) o en el análisis psicológico (Valera), Galdós logra abarcar estos dos aspectos de manera magistral.
Por una parte, es un poderoso pintor de ambientes. Galdós cuida sumamente la documentación sobre escenarios, gentes y costumbres, pero también logra captar los detalles más significativos de las calles, plazas, comercios y oficinas.
Por otra parte, Galdós capta como nadie la esencia de los personajes. Además de su capacidad para conferir un espíritu humano a sus criaturas, domina a la perfección la técnica del retrato y caracteriza a sus personajes poniendo en cada uno rasgos diferenciadores de su habla.
En cuanto al estilo, algunos lo acusaban de descuido y ramplonería, pero olvidan que Galdós ajusta el habla a cada personaje: su estilo es ramplón cuando el personaje lo es. Cuando habla el novelista, su estilo es espontáneo, antirretórico y su prosa, ágil y de gran expresividad.
Además, la técnica y estilo de Galdós es de gran modernidad, como lo demuestra su frecuente utilización del “monólogo interior”.
Por último, su estilo tiene una poderosa intención crítica, pero, a excepción de sus primeras obras, no adopta la forma de “tesis”. Su gran arma es la ironía.
La obra novelística de Galdós
Episodios Nacionales
Se trata de un conjunto de cuarenta y seis novelas poco extensas, divididas en cinco series. Con ellas pretendió hacer la historia novelada de gran parte del siglo XIX: desde 1805, con la derrota de Trafalgar y la Guerra de la Independencia, hasta 1875, con la Restauración de la monarquía borbónica.
Galdós mezcla personajes de ficción con personajes históricos, importantes acontecimientos políticos y militares con sucesos cotidianos y privados. Consigue así crear una historia palpitante, cercana al vivir y sentir de sus contemporáneos.
Con un enfoque personal de los hechos, pero basado en un riguroso trabajo de documentación, logra el autor un acertado fresco de la compleja realidad española de ese siglo.
Los mejores títulos pertenecen a la primera serie: Trafalgar, Bailén, Zaragoza.
Las primeras novelas
Las primeras novelas son de tesis. En ellas el autor, con el propósito de defender una ideología concreta, crea unos personajes y modela una realidad en función de lo que quiere manifestar. Los personajes son tipos que encarnan una idea y se dividen tajantemente en buenos y malos. Las dos novelas más representativas son Doña Perfecta (1876) y Gloria (1877), en las que se ataca la intransigencia y el fanatismo.
Las “novelas españolas contemporáneas”
Así denominó el propio Galdós a su grupo de novelas escritas a partir de 1881 entre las que se encuentran los mejores títulos de su obra. Abandonadas las novelas de tesis, Galdós se convierte en un observador crítico pero imparcial de la sociedad española. Las principales características de estas novelas son la creación de ambientes, reflejados con admirable exactitud, y la caracterización de personajes, que ya no serán tipos esquemáticos, sino figuras llenas de verdad y vida.
El autor analiza el momento histórico que le ha tocado vivir, el ambiente popular y los diversos estamentos sociales, pero será Madrid el centro de du visión: Madrid con sus calles, comercios, casas de huéspedes, tertulias de café, barrios pobres; y sus personajes: mendigos, burgueses ricos y burgueses venidos a menos, nobles arruinados, clérigos, cesantes, jornaleros, liberales y reaccionarios, fanáticos, estrafalarios, mezquinos, bondadosos e hipócritas…
Los principales títulos son : La desheredada (1881), El amigo Manso (1882), Tormento (1884), La de Bringas (1884), Miau (1888) y Fortunata y Jacinta(1886-7), su obra maestra, en la que Galdós traza un triángulo amoroso, muy adecuado para expresar el conflicto entre el amor y la sociedad. Las mujeres, Fortunata (símbolo de la naturaleza, el pueblo, la rebeldía frente a las reglas y la transgresión) y Jacinta ( personificación del ideal burgués, respecto a las leyes y a las convenciones), son las verdaderas protagonistas.
Las novelas espiritualistas
En las obras escritas en la década de 1890 se manifiesta un cambio, aunque el procedimiento literario empleado-la exacta observación de la realidad-sigue siendo el mismo. Estas novelas están marcadas por unos claros valores evangélicos que abarcan el amor y la caridad cristiana. Manifiestan la desilusión del autor al ver que los esfuerzos de la burguesía por cambiar la sociedad han sido vanos, de ahí que su obra tome un carácter trascendental. Los personajes son humildes pero con alta moral y sentido del deber. Están ambientadas en los barrios más miserables de la época. Aquí habría que destacar Misericordia, Realidad y Nazarín.
5. Últimas novelas
Las últimas obras de Galdós-Casandra, El caballero encantado, La razón de la sinrazón-mezclan el realismo con lo maravilloso y fantástico.En ellas hay puntos de contacto con la ideología de los escritores de fin de siglo: el conocimiento y el retrato de la geografía castellana y la “intrahistoria”, es decir, la vida cotidiana de los seres anónimos. En general, manifiestan confianza en la educación como medio para transformar el país.
Además de novelista, Galdós también fue un autor teatral. Entre sus obras destacan Electra y El abuelo. Galdós fue un renovador de la escena española por el lenguaje y la temática tratada.