Evolución de la Restauración Monumental: De Beltrani a las Corrientes Españolas del Siglo XX

La Renovación de los Métodos Restauradores: Lucca Beltrani

Mientras que el pensamiento de Ruskin apenas tuvo incidencia en la Italia de la segunda mitad del siglo XIX, las teorías de Viollet-le-Duc sí arraigaron, creando un nutrido grupo de arquitectos especializados en la restauración monumental.

El Risorgimento, denominación dada al proceso de la unidad política del país, está en relación estrecha con la restauración monumental, ya que la arquitectura se convirtió en el testimonio histórico por excelencia del pasado de cada reino, de cada región y de cada ciudad.

Durante el último tercio del siglo XIX se reafirman dos ideas: la primera deriva de la restauración en estilo de Viollet y la segunda asume la individualidad histórica del edificio que fue afirmada por Ruskin.

De la transición del siglo XIX al XX aparecen dos formulaciones cuyo fundamento primordial es la idea de que el monumento o la obra de arte son un documento de la historia. La primera corresponde con la denominada “restauración histórica” y trata de matizar la doctrina de Viollet. Fue promulgada por Lucca Beltrani.

Reconoce que las fases constructivas de un monumento o las etapas de la historia del edificio deben ser respetadas en la restauración.

Exige nuevos instrumentos previos al proceso restaurador.

Se trata de una investigación científica que debe recoger las vicisitudes del edificio hasta el último detalle.

Negaba las creaciones de Viollet: el restaurador no podía reproducir nuevamente el monumento o completarlo. Ahora bien, en la práctica, las intervenciones de Beltrani y sus seguidores fueron poco ortodoxas.

Este método histórico o analítico tuvo cierta proyección en España.

Camilo Boito y Gustavo Giovannoni

La otra formulación de interés de la restauración italiana durante el cambio de siglo tuvo una mayor trascendencia.

Es conocida como restauración científica, al intentar una reconciliación entre las teorías de Ruskin y las de Viollet-le-Duc.

La figura que creó y abanderó este método fue Camilo Boito.

La obra de arte es un auténtico documento de la historia por lo que el monumento debe ser conservado sin reducciones ni eliminaciones, tal como ha llegado al momento presente.

Clasificó las restauraciones, que podían ser de tres tipos:

  • La restauración arqueológica.
  • La restauración pictórica.
  • La restauración arquitectónica.

Y en función de tres categorías:

  • La importancia arquitectónica.
  • La apariencia pintoresca.
  • La belleza arquitectónica.

La autoridad y la influencia que tuvo Boito en la política italiana en materia de patrimonio artístico fueron decisivas.

Elaboró una ley de monumentos y una normativa clara y precisa para el tratamiento de los mismos, una ley para la conservación de los monumentos y de los objetos y antigüedades y arte.

Sus principios se resumen en:

  • Distinción y diferenciación clara del estilo entre lo nuevo, lo restaurado y lo antiguo.
  • Distinción y diferenciación de los nuevos materiales empleados en la restauración.
  • Supresión de decoraciones o molduras en las partes nuevas.
  • Las partes que se hayan eliminado en la restauración deben ser mostradas en exposición en un lugar próximo al monumento.
  • La datación o fecha de la restauración debe ser visible en la parte nueva y debe incorporarse una breve descripción de la actuación.
  • Publicación o exposición del material de las fases todo el proceso de la restauración: descripción, memorias, fotografías, dibujo.
  • Notoriedad visual de lo realizado.

El principal argumento de Boito está relacionado con la conservación. Se resume en la idea de que hay que consolidar antes que reparar y reparar antes que restaurar.

El segundo argumento de su teoría restauradora es la discriminación moderna de los añadidos, deben evitarse añadidos y renovaciones.

Las doctrinas de Camilo Botio se difundieron lentamente en Europa, sin embargo, en 1931, con motivo de la Conferencia Internacional de Atenas para la Restauración, sus principios tuvieron una gran acogida gracias a Gustavo Giovannoni.

Su contribución fue decisiva para la elaboración y redacción de la Carta de Atenas de 1931.

Convirtió sus principios en preceptos magistralmente aceptados en la denominada Carta Italiana del Restauro de 1932, documento que consolidó un concepto de restauración cauto, moderno y científico.

La idea esencial es que antes que restaurarlo, debe ser reparado, consolidado y conservado.

La hipótesis en la restauración viene dada por un profundo análisis y estudio del monumento.

Para Giovannoni cualquier construcción del pasado por modesta que sea y que tenga valor artístico constituye un testimonio, un monumento.

En su obra teórica se ocupa de la práctica de la restauración que divide en cinco pasos o tipos:

  • Consolidación: Intervención técnica para reforzar el monumento.
  • Anastilosis: se recupera el monumento mediante materiales originales dispersos.
  • Liberación: se eliminan añadidos carentes de carácter artístico.
  • Complemento: se añaden partes accesorias que no rompan la unidad del monumento.
  • Innovación: cuando es necesario partes esenciales de nueva concepción.

La restauración científica tuvo una trascendencia limitada y resultó ser un fracaso en su puesta en práctica en Europa.

Las Corrientes Restauradoras en España durante el Primer Tercio del Siglo XX

En el cambio del siglo XIX al XX la restauración española contó con un representante del método “histórico o analítico”, Ricardo Velázquez Bosco, un arquitecto formado inicialmente dentro de la doctrina de la unidad estilística.

Sin embargo, en nuestro país será la escuela restauradora del francés Viollet-le-Duc la que domine durante el primer tercio del siglo XX, una escuela cuya finalidad esencial será la terminación de construcciones inacabadas como la catedral de Burgos o la fachada de la catedral de Cuenca.

La idea de conservación fue paulatinamente adquiriendo fuerza a la par que llegaba la influencia del restauro científico de Boito.

Hasta el comienzo de la Guerra Civil puede hablarse en España de dos corrientes coetáneas y radicalmente opuestas.

Por un lado, los dogmas de Viollet tuvieron una continuidad tanto en la teoría como en la práctica hasta la proclamación de la república a través de las intervenciones del arquitecto Vicente Lampérez y Romea, autor de la reconstrucción de la fachada de la catedral de Cuenca.

Por otro lado, hay que mencionar la escuela conservadora, cuyos representantes surgieron en Madrid y Barcelona.

La dictadura de Primo de Rivera, sirve de punto de arranque para la aplicación de las nuevas directrices restauradoras que se impondrán a partir de 1929 cuando se nombren arquitectos conservadores de zona a una serie de profesionales que intervendrán en los monumentos españoles.

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